The Killing of a Sacred Deer y Thoroughbreds

Alfredo Cordero
Alfredo Cordero

 

 

 

Cuando un cineasta logra comprometerse con su visión al 100%, por más disparatado que suene en papel, es cuando estamos en presencia de una producción que se siente auténtica. Es clara la distinción entre una película pensada como parte de la agenda mainstream mediática y otra en donde la expresión artística y una narrativa innovadora no posean límites. Con Dogtooth o The Lobster uno puede deconstruir esos absurdos pero perturbadores subtextos porque ya conocemos la manera en que Yorgos Lanthimos cuenta sus historias. Lo mismo sucede con su más reciente cinta, The Killing of a Sacred Deer, haciendo referencia al sacrificio de Ifigenia por su padre Agamenón en la tragedia y mitología griegas. Fue seleccionada para competir por el Palme d’Or en la edición 70 del Festival de Cannes.

Por otra parte, Cory Finley, de 28 años, debutó en Sundance con Thoroughbreds, una película con una idea en mente bien clara. Dicen que es Heathers meets American Psycho, y tiene todo el sentido. ¿Por qué hablar de ellas en una misma nota? Son estilística y temáticamente similares. ¿Adolescentes que sienten a los adultos como un estorbo en su vida, en el llamado desafecto millennial? Check. ¿Potenciales sociópatas exhibiendo conductas erráticas? Check.

En Sacred Deer, Martin (Barry Keoghan) logra entablar una relación particular con el doctor cardiotorácico Steven Murphy (Colin Farrell), pero cargada de hipocresía y motivos ulteriores. Diez años antes su padre murió en un accidente automovilístico y así el Dr. Murphy ha querido acercarse a él como manera de ayudarlo con el duelo. No sé cuál será el consenso, pero las facciones de Keoghan, exacerban las tendencias psicópatas del personaje, y me sentí sumamente incómodo viéndolo instigar discordia en un núcleo familiar relativamente estable y ordinario, completado por Anna Murphy (Nicole Kidman) y sus dos hijos.

The Killing of a Sacred Deer
The Killing of a Sacred Deer

La claustrofobia causada por los ángulos de las tomas, el uso del zoom y los chillidos del violín, la convierten en toda una experiencia apabullante, además de hacernos sentir como que estamos observando o más bien, espiando la tragedia desenvolverse. La desesperación y sensación de voyeurismo se introducen bajo de la piel del espectador.

The Killing of a Sacred Deer
The Killing of a Sacred Deer

En Thoroughbreds, Amanda (Olivia Cooke) practicó la eutanasia con uno de sus caballos paralíticos utilizando un cuchillo, y por ello, obtuvo cargos por crueldad animal. Pero Amanda describe muy bien lo incomprendida que se siente:

Well, the shrink would sure like it to be. First it was borderline personality, then severe depression, now she thinks I’m antisocial with schizoid tendencies. She’s basically just flipping to random pages of the DSM and throwing medications at me. But at the end of the day, I have a perfectly healthy brain. It just doesn’t contain feelings. And that doesn’t necessarily make me a bad person. It just means I have to work a little harder than everybody else to be good.

Thoroughbreds
Thoroughbreds

Su mamá le paga a su antigua mejor amiga, Lily Reynolds, con la excusa de darle tutorías (Anya Taylor-Joy, a quien nunca olvidaré por su actuación en The Witch, gracias). Luego, se caen las máscaras y reconectan de verdad cuando Lily expresa la aversión que tiene a su padrastro mal hablado (Paul Sparks). ¿Cuál es la solución? Deshacerse de él. Y para ello, deciden pedirle ayuda a Tim, un drug dealer (Anton Yelchin, en su último de papel antes de fallecer en junio del 2016).

Thoroughbreds
Thoroughbreds

En fin, es perceptible lo insatisfechas y enojadas que están ellas dos con su posición actual en la vida y deciden actuar desde un lugar de venganza y pesimismo, aunque el padrastro tampoco es un villano terrible. Cuando le dice a Lily que “sus papás no son sus sirvientes para complacer todos sus caprichos” en realidad tiene razón. La premisa va bastante “al grano”, pero se intensifica al lograr desarrollar a sus 2 personajes principales en escasos 92 minutos, sin sentirse saturada.

El elegir una película que te deje con una sensación inquietante al terminar no es algo que muchos espectadores anden buscando. Me hago parte de la minoría cuando afirmo que este tipo de cintas, por más difíciles de digerir, son las que me hacen tener fe en el cine de autor, aunque sea tan específico en sus excentricidades. Si alguno de ustedes también se siente parte de este círculo, ya tienen dos nuevas recomendaciones y si no son adeptos, pues es cuestión de probar.

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