Killing Eve viene acelerada, pero muy atinada

Sergio Beeche Antezana
Sergio Beeche Antezana

 

 

 

Son varias las maneras en que se pueden revelar los giros y sorpresas en una serie. Lo más claro es que los grandes acontecimientos siempre quedan reservados para cuando las historias han ido desarrollándose con naturalidad y conociendo mejor las dinámicas de la serie. Cuando la trama avanza con cierta rapidez, las emociones de los personajes a veces podrían perderse en el camino o la serie podría tropezar en sus mismas intenciones. Por suerte, eso no sucede con la ingeniosa y atrevida Killing Eve, la nueva producción de BBC América (casa de Orphan Black), de la particular mente de Phoebe Waller Bridge, la creadora de de las geniales Fleabag y Crashing.

Killing Eve
Killing Eve

En Killing Eve, la mejor manera de llevar el peso de los terribles asesinatos que suceden es con una pizca de ironía femenina. Visión singular que viene desde la genial construcción de sus personajes, los cuales respiran aire de complejidad con cada frase que dicen. Desde el primer episodio, más que una manera de introducir el mundo y los que lo habitan, se trata de un “ponerse al día” con la vida de Eve Polastri, por un lado, y la de la asesina en serie, Villanelle, por el otro. Dentro de las coincidencias argumentales para que la serie funcione, la premisa recae en que una se obsesiona por encontrar a la otra a través de los homicidios que ha ido cometiendo.

Killing Eve
Killing Eve

Denle la vuelta a la moneda y es ahora la asesina quien se interesa en la mujer que la quiere capturar. Es cuando Killing Eve se convierte en un juego de intuiciones, cambios y juegos de confianza; todo con una velocidad que lo deja a uno sin aliento una vez que cada episodio termina. El enfrentamiento entre estas dos mujeres lleva a la serie a la mejor posición de encontrar las fortalezas más concretas y merecidas de un elenco de tríada femenina (sin duda alguna, pasa el test). Y lo mejor es que va más allá de su género y no repara en clichés ni en descuidos por avanzar tan rápidamente. La justicia interna de la serie es humana y las voces que la escriben no se atrasan en situaciones que no vienen al caso.

Killing Eve
Killing Eve

Killing Eve, como serie, viene primero, y eso hace que sus subtextos sean aún más fascinantes de encontrar y conversar. Comienza desde el dúo principal, intensificado por dos actrices (Sandra Oh y Jodie Comer) que logran transmitir más allá de sus diálogos y maneras de actuación para reforzar la dinámica silenciosa que se construye entre ellas. Y una tercera (Fiona Shaw) que lleva extraordinariamente el cauteloso misterio detrás de la acción. Luego, se le da espacio al sutil desarrollo de los personajes secundarios, siempre en el plano de su propia historia, pero como apoyo fundamental de la principal que estamos viendo.

Killing Eve
Killing Eve

El reclamo que habría que hacerle, porque no me puedo quedar sin mencionarlo, son los atajos un tanto inverosímiles de deslices entre trama y personajes que no caben en un mundo de espías o de personas capaces de llevar a cabo misiones peligrosas. Tal vez, esa haya sido la intención de Pheobe Waller-Bridge cuando decidió no molestarse en cuidar los aspectos más técnicos (¿evidentes?) del espionaje. Tal vez, solo quería centrarse en las dinámicas de poder, confianza y obsesión que serían parte de esta curiosa relación que se forma entre ambas mujeres (y cómo se llevan con las figuras masculinas).

Killing Eve
Killing Eve

Entonces, las narrativas serializadas siempre se ven en la posición de atrasar o guardar y luego revelar poco a poco los secretos que tienen planeados para sorprender y enganchar con facilidad a la audiencia. Killing Eve decide que no quiere esperar ni desperdiciar un solo segundo de su temporada y da rienda suelta a las ideas y conceptos que parecen haber venido con la concepción misma de la serie.

Killing Eve
Killing Eve

Sin necesidad de explicar mucha cosa, el rápido ritmo de la historia no afecta la caracterización y evolución de personajes que constituyen el acelerado —a veces, muy peligroso— mundo en el que habitan. Más allá de la dura temática de bien montados asesinatos semanales (porque, aunque tenga una fuerte continuidad, su carácter episódico queda muy bien definido), queda el sabor de ver una historia que tiene confianza en lo que cuenta y que no necesita encontrar su voz en el camino: la tiene definida y quiere demostrarla sin miramientos.

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