Por Sergio Beeche Antezana
La fórmula de las películas de terror siempre es la misma. Las historias con sangre, sustos, violencia e imágenes asquerosas abundan en el cine y los que tienen la fascinación con este tipo de películas se encuentran en un nicho limitado; es decir, no todo el mundo ve el horror como parte del disfrute de ver un filme, mucho menos en pantalla grande.
Pero existen ejemplos —escasos, eso sí— que pueden convertirse en verdaderos ejemplos de buen cine de terror y que se vuelven verdaderas opciones para una audiencia más amplia. Son buenos filmes.
Esto recae en que no son sobre simples sustos sobrenaturales o de apenas buena edición de sonido, sino que presentan un contenido que profundice la historia (y, por extensión, a sus personajes) que, a su vez, justifique con más peso las razones del horror. Sucedió con la excelente The Babadook, que mimetiza los sustos y las imágenes de horror con el pasado de su personaje principal y los conflictos que no había arreglado con su hijo.
Pero este año llegan dos ejemplos muy similares y muy distintos que, antes de ser terror, son de suspenso que termina en un tipo de thriller psicológico.
Primero, The Gift, película que pasó por las salas de cine inadvertida pero que, para ser de director primerizo (el actor Joel Edgerton), muestra una confianza increíble en narrar su historia.
The Gift cuenta y plantea lentamente cada acontecimiento, permitiendo que el espectador se involucre poco a poco, que las preguntas sean cada vez más y los giros narrativos no resulten nada predecibles, aunque así parezcan al inicio. Así, al llegar a su clímax final, la cámara que había estado estática durante todo el filme, se vuelve frenética y temblorosa, reflejando el estado de ánimo de desesperación que puede causar en el espectador. Cierra su historia, pero con guiños y dudas suficientes para dejar preguntas que permiten conversación luego de terminado.
Con tres actuaciones principales excelentes (Rebecca Hall, Jason Bateman y el mismo Edgerton), The Gift cautelosamente maneja un suspenso apropiado y su temática de los problemas en el matrimonio van adecuadamente de la mano del crescendo en el ritmo y aspectos técnicamente magníficos, gracias a su director.
Luego, en la segunda opción de este artículo, el suspenso es aún mayor, pero de manera diferente, más intensa.
Con la simple premisa de que “algo” te sigue día y noche sin saber de dónde viene, por qué lo hace y ni siquiera saber qué es, It Follows captura la atención, no solo por manejar bien su original historia, sino que, además, crea una atmósfera atemporal con aparatos viejos y autos antiguos pero con un aire de modernidad presente y escenarios desolados en los suburbios que quedan bien mezclados ante la idea del aislamiento o soledad de los adolescentes. Sumados a una fotografía y música espectaculares que terminan de darle su sello propio a la película.
Difícil sería clasificarla solo en terror, o solo en suspenso, porque cada imagen y movimiento de cámara refleja algo distinto con los diálogos o cada vez que aparece “eso”.
Manejando astutamente sus metáforas y con la excelente Maika Monroe como la “perseguida” principal, It Follows deja, al igual que The Gift, un aire de misterio luego de su cierre, y permite que la audiencia salga a comentar y recomendar. Y si una película puede tener un buen halago es que sea discutida después de vista y que demande verla una vez más, porque así de buena puede llegar a ser.
Y así son estos dos filmes: dignos de repetir. Demostrando que una buena historia de terror se basa en todos los recursos para una película, además de diseñar a sus personajes y sus historias de manera que el desarrollo de la narración atrape sin necesidad de tanto artilugio; apelando, más bien, a los nervios y tensión de los que miran desde su butaca.
The Babadook, It Follows se encuentran en Netflix.
The Gift está disponible en DVD y BluRay.
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