La risa es una de las maneras más increíbles de sentirse bien; las formas en que eso se manifiesta nunca serán las mismas. Especialmente en televisión, las bromas o giros de una frase hacen que algunos rían y otros no. Es un arte delicado y difícil de amaestrar, además de tener sus propias manifestaciones y contextos. Pero hay maneras en que no hace tanta falta la risa, sino solo una sonrisa. La calidez que puede ofrecer una serie de televisión entre tanta oferta oscura y —me atrevo a decir— complicada puede sobrepasar esas barreras contextuales que la comedia tiene que atravesar.
De la creadora de Gilmore Girls, Amy Sherman-Palladino, llega ahora, para Amazon, esta pequeña comedia: The Marvelous Mrs. Maisel la cual, curiosamente, no parece una comedia. Esta serie llega ser tantas cosas que podría ser catalogada dentro del género que cada espectador prefiera. El mayor logro es la chispa (casi literal) que concreta su premisa, tan espontánea como planeada, tan soñadora como con los pies bien puestos en la tierra. En poco más de un instante, la vida de Miriam Maisel cambia repentinamente y las sorpresas que tiene su vida luego de eso establecen los ocho magníficos episodios de la primera temporada. Ella se da cuenta, con buen timing y presencia escénica, de que es excelente para la comedia de bar (stand-up).
Junto con una atmósfera de los cincuenta, entre colores y visión de mundo de la protagonista, The Marvelous Mrs. Maisel se desarrolla con un ritmo acelerado y constante. Ese aspecto no le quita el cuidado por cada escena y profundidad que las frases rebuscadas representan para el viaje emocional de los personajes.
Desde su producción, el dinamismo de la cámara logra un uso ingenioso del espacio, se aprovecha de cada rincón del escenario que se hizo para la serie. Agréguenle geniales diálogos, rápidos y ocurrentes que dinamizan los pequeños avances de la trama en geniales secuencias y conversaciones, resultan ser la caracterización más acertada de los personajes. Ahí entra el acomodo de personajes secundarios y la manera de presentarlos, además de cómo cada uno extiende el mundo imaginado. Ayudan la extensión de la narrativa principal, dándole adecuadas subtramas y caminos variados a la serie. Luego, su curioso aura, casi mágico, llena la atmósfera con música genial, subrayando las imágenes y el absolutamente deslumbrante diseño de producción.
Al frente, Rachel Brosnahan vive y mejora su personaje con cada episodio (como salto increíble del papel a la realidad) pero permanece brillante y espontánea (dentro de sus conceptos y limitaciones de la época) como la mujer capaz y emprendedora que nunca se da por vencida. Ella misma (Miriam) es la lección que le deja a su familia de ver un poco más allá de sus narices. “Midge” siempre —y casi sin darse cuente— se encuentra en la libertad de romper barreras y abrirse paso en la aplastante (y tremendamente sexista) sociedad.
Al mismo tiempo, The Marvelous Mrs. Maisel es sobre encontrar el camino que la vida te pone al frente. Cuando parece difícil hacerle caso a las señales que el destino pone en evidencia, pero ahí están, y el mejor resultado es cuando se toman riesgos que dejan frutos y hacen que todo lo malo quede atrás. Eso sin olvidar la dignidad y fortalezas que nos caracterizan como individuos. Resultan conceptos sin tiempo y de enorme valor personal para sentir la identificación suficiente con la hiperactiva protagonista.
Así es como pasa a la historia esta maravillosa nueva serie (que por suerte tiene asegurado un segundo año): sin detenerse y sin mirar atrás, aunque tenga tantas secuencias que merecen ser repetidas. Si tienen que escoger entre tantísimos títulos que aparecen en la época que más series existen The Marvelous Mrs. Maisel debe ser la prioridad para el nuevo año (claro, esta también). Al ser más que solo una comedia, antes de sacar una carcajada, será la razón de las sonrisas más genuinas de cualquiera que la vea, la razón de sentir una curiosa calidez en el corazón.
El primer episodio de The Marvelous Mrs. Maisel se encuentra completo aquí.
