Fantastic Four es una de las peores películas del 2015

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Por Sergio Beeche Antezana

 

 

Es oficial: no necesitamos más películas de superhéroes.

Que las tendremos, y por montones, sí; pero queda cancelada cualquier expectativa que se tenga hacia este género que aturde las carteleras de cine y se intensifica como plaga (curiosamente, el Marvel de Disney ha sabido manejarlas mejor con casos como Captain America: The Winter Soldier y Ant-Man).

Esto es a propósito de la última película de estas del año (basadas en cómics), Los Cuatro Fantásticos (Fantastic Four), de la cual no hay absolutamente nada bueno qué decir.

Entonces, como para no terminar aquí y tratar de no ser tan desordenado como la película misma, vamos a dividir la reseña en tres partes.

Lo feo

De estos personajes que obtienen poderes sobrenaturales, ya dos entregas se habían estrenado (2005 y 2007). Fueron películas sin complicaciones, regulares, pero ligeras y con un espíritu que reflejaba el lado divertido de una adaptación de historietas. Nada del otro mundo.

Entonces, al tomar las riendas de una nueva versión (2015), el director, Josh Trank, intentó, muy evidentemente, darle un estilo más serio y, si se quiere, sombrío, a lo que sería dinero fácil para el estudio que la produce, contratando un director novato (o sea, barato) que tuvo muy buenas críticas con su primera y única película hasta el momento, Chronicle (2012).

Aquí, Trank trabaja con elementos narrativos típicos y posibles en historias de origen de superhéroes los cuales todos —óigase bien: todos— son olvidados para dar paso a nuevos que, otra vez, serán olvidados. Algo así como empezar una película cada diez minutos y luego dejar que corra hasta el final sin saber ni dónde está parado el camarógrafo. Esto da paso a imágenes sin gusto, fotografía sucia y un desentonamiento total de las partes que supuestamente pretendían hacer un conjunto. La música es mera bulla; los efectos especiales, chabacanos.

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Lo malo

Luego, Josh Trank (ese, el supuesto director), no sabe dirigir actores. Desde el comienzo, no hay mucho entusiasmo en la manera de construir los personajes que no llegan ni al cliché o estereotipo de los sosos que son. Entran las caras tiesas de Miles Teller (hace lo que puede), Michael B. Jordan (plano), Jamie Bell (una lástima desperdiciar su talento) y Toby Kebbell (pena ajena, pésimo villano), y no se sabe si reír, llorar o tirarle la gaseosa a la pantalla del cine. Tienen más gracia los gatos en un video de animales graciosos.

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Lo peor

Entonces, queda por contar alguna historia, evidenciar algún concepto interesante, siquiera relevante. Nada. La primera hora transcurre sin un solo diálogo que valga la pena, sin profundización de personajes o algún planteamiento de por qué se dan los acontecimientos e interacciones. Y uno se pregunta qué hace perdiendo el tiempo en la sala. Pasa a la segunda mitad del filme y cualquier esperanza de salvar la cosa se pierde. La inestabilidad del principio se convierte en desorden y terrible ritmo hasta llegar al clímax risible del tercer acto. La película pasa de nada a nada, entre colores y formas, más entretenido ver una de esas lámparas de lava. Y ahí está, por más que se quiera culpar al estudio mismo y sus intervenciones, la mano de Trank, trabajando, también, como coguionista. Fatal.

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Para terminar, y sin mucho más que decir, como son cuatro nada fantásticos, le daremos una —la cuarta— mención especial a Kate Mara. ¡Qué muchacha para actuar mal! Seca, tiesa y sin expresión alguna, ni cara de compungida puede poner.

Y hablando de cine de entretenimiento, Fantastic Four no puede, jamás, catalogarse como tal. Me parecería imposible que alguien se entretenga con un bodrio así. No pierdan su tiempo.

Hasta gracioso parece que ya esté definida la fecha de una segunda parte. Gracias, pero no, gracias.

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