Cualquier intento de regreso al universo cinematográfico de Marvel (MCU) iba a ser menor si se le comparaba con el magnífico cierre junto con los Avengers. Sin embargo, cuestiones de contrato, estudio y derechos de personaje hacen que estrene esta especie de episodio extra de la temporada, antes de que comience la nueva etapa de la popular franquicia. Spider-Man: Far From Home se aprovecha de esa circunstancia y hace lo mejor que puede dentro de una historia más pequeña. Le queda bien la aventura a menor escala y de riesgos menos espectaculares (muy diferente y jamás tan buena como Into the Spider-Verse).
Al pertenecer a ese universo expandido —y en constante expansión— estas películas, ahora, serán pequeñas aventuras que deben sostenerse por sí solas mientras sus márgenes construyen lo nuevo que vaya a venir. De ahí se afianza Far From Home y decide estructurar su relato como una historia contenida, que empieza y termina, con lecciones aprendidas al final del día. Claro, su premisa viene directamente de los acontecimientos de Endgame, pero consigue lidiar con ellos de manera que afecte solo el desarrollo de Peter Parker y su nuevo rol como héroe en un mundo lleno de ellos. Una especie de presión externa que lo obliga a rendir cuentas de una manera que un chico de dieciséis años jamás estaría acostumbrado a manejar.
En Far From Home, la historia toma parte de las mejores ideas que surgieron en Spider-Man: Homecoming y las repite aquí, como parte de un sello que el director, Jon Watts, quiere darle al personaje. Son filmes juguetones, por seguir a adolescentes en el colegio que se distraen fácilmente y quieren solo divertirse. Así, la responsabilidad que recae en Spider-Man es agobiante y de constantes responsabilidades que no quiere asumir. Esa parte es demostración de un arco narrativo bien manejado y orgánico del personaje. Para él, debería ser solo etapa de descanso y sin ánimos de echarse encima todo el peso heroico. Así, la aparición de Mysterio da paso al conflicto necesario para que el personaje crezca y la película entre en el juego de la ilusión y el engaño.
Es lo mejor: la subversión de las expectativas (aunque se vean venir) se confluye con el subtexto (bastante evidente) de la ingenuidad y búsqueda de la verdad. Los giros narrativos sirven para confundir, pero tienen propósito dentro de la aventura que compone la historia principal. Es buena ilación de componentes que sirven varios propósitos: por un lado, la evolución acertada de un personaje como Spider-Man (nunca visto en verdadera ingenuidad colegial), y, por el otro, el comentario (casi meta) de la verdad que dicen las pantallas frente a la que creen las personas. Eso queda más que evidenciado en la tremenda escena de créditos de la película. Es de admirar.
Entonces, la candidez de Peter lo envuelve en los embrollos de su propia trama (genial una secuencia casi surrealista en medio de la peli que sirve como parte ingeniosa en la resolución final). Así es como la película juega con el espectador mientras su personaje principal es el que más sufre. Pero lo queremos ver triunfar, aprender su lección y, de paso, que pueda decirle su secreto a la chica que le gusta. Resulta película sin mucha complicación, que sufre un poco por querer balancear demasiadas secuencias muy planeadas, en lugar de dejar que su ritmo fluya un poco más. Si algo tiene Far From Home es que sus personajes secundarios son demasiado secundarios. Si no son desperdiciados, a ratos, solo sirven para hacer reír al público, sin mucho crecimiento fuera de eso. Ni la misma tía May tiene el suficiente tiempo en pantalla que merece. Del lado contrario, el desarrollo del villano tiene sentido y se acopla bien a los temas que la película quiere tratar, no solo como opinión sobre la era del Internet, sino como parte del crecimiento y madurez de Peter Parker, quien debe lidiar demasiado torpemente con su doble vida.
El carisma y química entre ambos protagonistas, Tom Holland y Jake Gyllenhaal, sostiene con audacia el metraje que divierte, confunde y puede quedar como entretenimiento ligero de verano. Aún así, su propuesta va un poco más allá de la mera aventura entre compañeros de colegio. En un par de ocasiones, más allá de su ingenuidad, es el corazón bondadoso Peter que queda expuesto en pantalla; ese que siempre ve lo mejor de las demás personas. Sus intenciones nunca quieren dañar ni tienen como meta conseguir algún tipo de estrellato, atención o poder absoluto. Y es una lástima que esa bondad deba crecer y endurecerse en el mundo que lo maltrata y que se aprovecha de él. Hay que cuidar a esas personas que se encuentran en pocos lados del mundo; o —incluso— buscar la versión interior que podemos tener dentro de nosotros.
Calificación: 7