Vice: peces en el agua

Sergio Beeche Antezana
Sergio Beeche Antezana

 

 

 

Pareciera que la única manera de representar la política estos días es a través del elaborado chiste que es. El método de mostrar las barbaridades que hacen las personas con poder en los gobiernos resulta efectivo si se le ve como una –casi– caricatura. Un intento de recrear la realidad, por más alocada y falsa que parezca. Cuando el enfoque viene con un poco más de seriedad puede que llegue sin interés por parte de la audiencia o simplemente se le ve como una manera más (casi aburrida) de contar estas historias. Entra Vice (de título muy parecido a la inigualable Veep), de Adam McKay, y decide hacer una mezcla de todo eso.

Vice
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McKay, de manera curiosa, pasa de hacer malas comedias a uno de los éxitos más importantes de hace uno años durante las premiaciones. The Big Short no solo hizo evidente una parte importante de la economía estadounidense (y, por extensión, del mundo), sino que descubrió un estilo particular de contarlo, sin necesariamente darle una perspectiva específica. Ahora, con Vice, ese estilo permanece, pero decide restringirlo hasta cierto punto, para disfrazar la supuesta película biográfica en una sátira del poder político como caricatura de sí misma. Todo eso mientras gira alrededor del descabellado personaje principal y su esposa (excelentes actuaciones de Christian Bale y Amy Adams).

Vice
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Y es que, tal vez, ese sea uno de los puntos más débiles de Vice: su constante ir y venir de la posición formal que quiere tomar, a la vez que pretende no demostrar una ideológica. Veámoslo así: no es necesario que McKay siguiera las reglas de un género (biopic) para mostrar la vida de una figura sacada de la realidad. Pero sí termina tropezando con su propia narrativa cuando se deja ir por sucesos un poco más serios, un tanto alargados, dentro de la historia del protagonista. Las mejores partes resaltan cuando el tono irónico impera y el absurdo es parte de la realidad interna de la película. Vale la pena reír (de ellos o con ellos).

Vice
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Eso sí, Vice no deja de tener sus puntos altos; aquellos en los cuáles podía haberse quedado y habría tenido un mejor resultado final. El acierto de balancear un estudio de personaje con situaciones que llevan al casi ridículo consigue sostener al filme de caer en una auto parodia (por más que ese sea su cometido). La buena edición consigue un ritmo sugestivo y permite que el desbalance de estructura mejore la experiencia; de por sí, extraña. Hay que considerar las cuestiones simbólicas presentes en las imágenes (que solo en cine se podrían mostrar) para entender la intención y desarrollo de un filme que pone en evidencia la idea de que apenas somos peces en el agua, esperando morder el anzuelo que lanzan los más poderosos.

Vice
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Aunque se la “lea” de una u otra manera, el contenido y la aparente profundidad de una historia (distraída por su propio envoltorio) permiten reflexionar e intentar dar cuenta de las trampas que se tienden cuando se es parte de la sociedad.

Cuando parece que tenemos control de nuestras propias vidas, el manejo del mundo parece estar controlado por unos pocos, despiadados, astutos y viciosos (políticos, en su mayoría). No deja de ser peligroso darle protagonismo a figuras así en el cine, que divierten más por sus actos malévolos: podría no terminar de llegar el mensaje o advertencia que queda escondido por ahí. Ni lo muy didáctico consigue traspasar.

Vice
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Al final, Vice transcurre con astucia y caracterización curiosa de personajes que —hay que aceptarlo— terminará siendo la referencia de la realidad para el futuro. Y mientras que el amarre de su estilo no queda tan bien hilado, hay que darle crédito a McKay por atreverse a contar estas historias y la manera en que quiere romper moldes a través de ellas (es brillante cuando logra encajar un soliloquio de Shakespeare por ahí). Filme desbalanceado, pero nunca aburrido. Eso sí, no le perdonaré su absurda y terrible escena final (la post créditos sí vale la pena). Ahí queda.

Calificación: 7

 

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