Entre ambición y frustración, Westworld se queda en simpleza

Sergio Beeche Antezana
Sergio Beeche Antezana

 

 

 

Hay maneras distintas de estructurar una historia en televisión. Las series de HBO siempre han tenido arcos narrativos —en el caso de la trama— que siempre abarcan la temporada completa. Por eso, la cadena no hace más de diez episodios anuales por programa para, así, condensar en horas (o medias horas) de calidad más alta a la generalidad de las cadenas al aire, las cuales deben mantener un mayor tiempo de producción anual. Con Westworld, el intento —un poco desesperado— de HBO de mantener una serie de grandes magnitudes antes de que termine el reinado de Game of Thrones, la estructuración es básicamente esa: una clara similitud a los capítulos de un libro. Balancear el suspenso y descripciones de manera que el flujo narrativo explote o llegue a un clímax en sus últimos dos episodios luego de haber estirado, encogido y jugado con su narración.

Por esto mismo es que, de ser el caso, Westworld podría beneficiarse (y no puedo creer que esté diciendo esto) de una vista de la temporada completa durante un fin de semana (un binge watch). Eso haría que sus fallas y huecos narrativos no afecten el enredado ritmo que tiene, con su historia y con sus personajes. Pero no fue ese el caso, al haber estrenado todos sus episodios simultáneamente con el país de origen y al haber tenido tiempo de pensarla semana a semana para determinar su calidad. Que es lo que quiere HBO: un nivel de conversación extendida y constante de sus series originales.

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Westworld

Primero, hay que admitir que la premisa inicial de Westworld es ingeniosa y ambiciosa, que es por donde se les puede salir de las manos a sus creadores, Jonathan Nolan y Lisa Joy. Segundo, no se puede negar que la inmensa producción para sus escenarios, locaciones y efectos especiales es de clara y alta calidad en términos de presentación visual. Y tercero, las actuaciones de la mayoría del elenco son de primera, al darles el aire de credibilidad y de madurez que exigen los guiones para cada personaje. Lo que nos deja con la parte más importante y menos convincente: su historia.

Durante su inicio, con el primer episodio demasiado cargado y el segundo con un poco más de dirección, la serie se permitió llevar dos caminos estructurales que se confundieron a sí mismos y dentro de la misma creatividad del parque; sus cuestiones de logística y motivaciones no parecían suficientes para justificar las acciones de los visitantes, principalmente.

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Westworld

Dentro del parque, que resulta un destino turístico –de proporciones desconocidas– para las personas que quieran cumplir su fantasía (¿sexual? ¿aventurera? ¿para salir de la rutina?), abundan las preguntas sobre qué hay más allá de lo que vemos, no solo dentro de la historia, sino de quienes la ven, preocupándose solo en teorías y especulaciones de lo que vendrá después. No hay un disfrute del momento, de ver cada episodio sin teorizar qué significa esto o el otro en aspectos macro de la serie, dejando de lado el viaje de los personajes.

Es cuando el beneficio de la duda viene más por hacer al espectador formar parte del mundo visual imaginario que crea la serie. Pero me preocupan aún más las motivaciones y revisiones de sus temas que se repiten –y se repiten– y se repiten a través de los episodios. La serie no termina de enfatizar en el ahora (cada episodio) sino en lo que pasará, en qué tanto la audiencia no sabe. El gran problema es que ese no debería ser el interés principal a la hora de seguir una narración.

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Westworld

Aunque muchos han criticado el hecho de ser una visión demasiado masculina, confusa y de alcances completamente limitados en cuanto a lo que una “fantasía de escape” puede significar para las personas, encuentro más preocupante el hecho de que la serie se vuelva demasiado ingeniosa para sí misma. Que el concepto se salga de las manos de los escritores y no terminen de aterrizar en lo verdaderamente importante.

Puede que exista un plan para encausar todos sus planteamientos hacia un futuro mejor construido y fluido en su narración: genial; pero ¿por qué diantres esperar tanto y volver a la misma idea durante tanto tiempo?

No estoy en contra de observar una revolución de las máquinas, de mentes artificiales que toman el control del mundo poco a poco (una historia que vería sin pensarlo), pero, para llegar a eso, no me interesa dar vueltas en la misma reflexión de ciertas historias cuando otras (o, en este caso, solo una) pueden avanzar de manera más orgánica, sin dejar de lado la caracterización de personajes.

Es lo que sucede con el viaje emocional de Maeve, androide femenino que descubre que sabe más y que puede llegar a hacer cosas que no se imaginaba; balance perfecto entre ciencia-ficción y complejidad para causar empatía. Es la mejor historia, que queda acentuada con la excelente actuación de Thandie Newton. (Por ahí, Evan Rachel Wood, la más interesante al principio, se pierde en la pobre caracterización, o exceso de misterio, de su personaje; y ni me hagan mencionar a los terribles personajes de Anthony Hopkins y Ed Harris).

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Westworld

Ningún personaje (a excepción de Maeve) parece haber ido más allá de su punto de origen en el principio. Dos de las personalidades más interesantes, que parecían tener un poco más de agallas y de profundidad, como para generar un poco más de interés y empatía, resultaron ser un androide que cree ser humano y una chica curiosa que queda detenida tan fácil como fue predecible dentro de la tensión que la serie quiso crear (Jeffrey Wright y Shannon Woodward).

Al final, ¿sobre qué trata Westworld? ¿Cuestionamientos humanos y de existencia básicos con robots? ¿La avaricia interminable de una persona con complejo de dios mientras goza con su costoso videojuego? ¿El camino hacia un mundo donde la inteligencia artificial sobrepase la mente humana? Aún no queda claro, y ojalá que encuentre bases más sólidas de narración en el futuro. La verdad es que no resulta tan interesante ver a robots creer y actuar sobre algo antes que ver a seres humanos reales encontrarse a sí mismas (algo que, por más elemento fantástico, Game of Thrones sí tiene, curiosamente).

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Westworld

Escribiendo así de Westworld, y al digerirla tan espaciadamente durante estas semanas, se pueden ver más claramente sus virtudes, sus fallas y el potencial que lograría conseguir (o que pudo haber conseguido durante su primera temporada) mientras se preocupe más por lo que sucede y no por lo que podría suceder.

En todo caso, seguiré viendo (hay una segunda temporada asegurada). Es especial porque me intriga y porque no deja de ser una serie con un hipnotismo interesante, más allá de su estilo y alto costo de producción. Quién sabe: tal vez el final de temporada termine sorprendiendo más de lo que uno espera.

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