Sobre las comedias de nuestra generación

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Por Sergio Beeche Antezana

 

 

Se dice que es más fácil hacer drama que comedia. Se dice que el actor que fue comediante, se puede convertir en actor dramático con facilidad, pero no al revés. El arte de hacer reír a alguien es una tarea muy difícil —no imposible— que requiere no solo de talento, sino de un ingenio que, como todo, se desarrolla con la práctica. Esto crece con la comprensión del escritor a la hora de dar diálogos o crear situaciones humorosas para sus personajes ficticios (porque no me voy a meter con los programas de sketches o el estilo individual del stand-up comedy).

Lo menciono a propósito de la nueva comedia, estrenada hace unos días, Mike and Dave Need Wedding Dates, que pone a sus personajes en situaciones ridículas y exageradas para sacar carcajadas de la audiencia mientras ve la película. No lo tomen a mal, son buenas bromas que merecen la risa que logran evocar, pero ¿es ese el objetivo único de películas como esta? Pienso que, al final, como toda película, hay ahí una historia que debe ser contada para llegar a los chistes y secuencias humorísticas. De ahí salen los silencios conocidos (descanso de la risa) que ponen la cosa seria y pretenden darle un ápice de profundidad a quienes sufren los accidentes o problemas. Es más un intento fallido de dimensionar personajes de por sí superficiales.

mike and dave
Mike and Dave Need Wedding Dates

¿Por qué no, entonces, tomarse el tiempo de construir una historia mejor amarrada, mejor desarrollada, mejor planteada? ¿Es ese el futuro general de las comedias en el cine de nuestra generación? Claro, hay películas de los últimos años como Spy, Trainwreck, Bridesmaids, The Grand Budapest Hotel, o la más reciente The Good Guys (y la esperanza de ver algo genial en la aún pendiente Swiss Army Man) que se sostienen con buenas bromas y una bien planteada narración que no cae en los infinitos clichés y salidas fáciles de las comedias comunes. El peso de estas está más en encontrarle las capas de profundidad a una trama y personajes interesantes. Incluso Kingsman termina con una ventaja interesante por satirizar toda referencia de la cual se basa para crear su trama.

Pero de las que he llegado a ver este año (How To Be Single, Neighbors 2, Mother’s Day, Dirty Grandpa, My Big Fat Greek Wedding 2 y la ya mencionada Mike and Dave) hasta dos son secuelas (¡secuelas!). Películas que responden a un gusto por historias sin mucho contenido interesante y sin un gusto por crear y contar historias con imágenes. Causan risa, sí; pero parecen un montón de escenas unidas con goma de mascar que no llevan a nada en términos de decir algo mediante el lenguaje cinematográfico. Por eso quiero hacer una comparación un poco injusta, pero que termina siendo clave para ambas instancias.

spy
Spy

Me refiero al éxito que tienen ahora las historias cómicas de la televisión (Veep, Silicon Valley, Black-ish, Unbreakable Kimmy Schmidt, Girls, Catastrophe, Mom, The Middle, y hasta la insoportable Modern Family, entre muchas otras*). Algunas podrán no ser tan gustadas y serán de pocas “carcajadas”, pero sus personajes y la continuidad que poseen por naturaleza son factores clave en construir historias que se diferencian de la manera en que las películas son planteadas. Y es que las series tienen que abarcar muchísimo más tiempo en pantalla que un filme. Entonces, ¿cómo es posible que sean cada vez más ingeniosas las series que deben extenderse e idear bromas cada semana y no solo por dos horas? Tal vez sea por ese mismo aspecto: presentan el reto de tener que mantener una frescura en el humor, además de expandir a los personajes secundarios y las historias que se desarrollan.

Por ahí puede aparecer la duda de establecer un argumento inicial fresco, original y que se sostenga durante varias semanas (y luego varios años). ¡Pero sí es posible! Los ejemplos están ahí y son muy exitosos en lo que hacen, crean y plantean. Van más allá de la mera colocación de secuencias y chistes. El encanto estará especialmente en el desarrollo del personaje, en avanzar la trama o entrelazar ambas para obtener el excelente resultado que vemos en pantalla.

Fuller House
Fuller House

*[Claro, hay varios ejemplos terribles que vienen, sobre todo, de Netflix (Fuller House, Flaked, The Ranch), pero ese es un caso más específico y tema para otro día.]

Está claro, también, que el humor varía de nación, de pueblo y con cada persona. No a cualquiera le agradará lo que sea gracioso de un lado o del otro; está el humor más ingenioso, político o satírico. Muchas veces, solo con conocimiento de causa o con contexto es posible entender chistes que se hacen; esos que forman parte de una idiosincrasia inevitable y única. Pero pienso que sí es posible, especialmente para el cine, ser universal. Si las mejores comedias son planteadas con personajes con los que el espectador pueda sentir empatía o identificarse con los errores y características, las cuales, al final, serán motivo de risa. Parte del escape que busca la audiencia es eso: una liberación contagiosa de estrés y de preocupaciones. Para eso, muchos no piden más que un humor fácil y más carnavalesco, pero no hay nada de malo en exigir un poco más de las historias (y su construcción) que ofrecen esa risa. Resultarían en hacer notar un poco más de esfuerzo que terminará haciendo el resultado final y la carcajada del momento mucho más satisfactorios.

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