La normalización de los temas tabú o rechazados en la cultura se da de manera pausada y sin que necesariamente la sociedad se dé cuenta. Las situaciones reaccionarias, aunque a veces efectivas, no siempre terminan calando de la forma que se esperaría. Entra, entonces, el lado de la sensibilidad; la aproximación a ciertas circunstancias humanas que se ven con ojos más empáticos y hasta de más emocionalidad. Eso es lo que viene a hacer Love, Simon, con su manera de mostrar una historia —y sus alrededores— para ser comprendida por las nuevas generaciones.
Con una pequeña auto descripción para colocarnos en contexto, Simon vive, desde su perspectiva, una vida completamente normal. De ahí que su secreto sea lo que tanto le preocupa revelar, más por no perder la normalidad que alega vivir tan rotundamente. Su historia, para efectos del cine, se va complicando y complejizando conforme avanza. Son detalles tan pequeños en cuanto a trama que prefiero no contarles más. Entonces, Love, Simon es una muy amena adaptación de la novela con mejor nombre, Simon vs. the Homo Sapiens Agenda.
Esta es una historia para la juventud. La búsqueda de contar nuevas perspectivas en cine que abran la puerta a lugares desconocidos, ocultos o rechazados. Love, Simon es una especie de fantasía que se eleva como un mundo en el cual el resultado de una confesión no sale tan mal como se esperaba, algo todavía muy difícil de ver completamente reflejado en la realidad. De ahí, surgen sus momentos un tanto predecibles para darle la forma de ensueño adolescente. No sin reconocer que queda bien cuidado el viaje interno y motivaciones de sus personajes. Sus diálogos nunca están de más, siempre naturales y sencillos, como una buena anécdota colegial.
Al adentrarse en el pequeño misterio que hila la narración principal (que engancha montones a la audiencia), y por no poder estirar ese argumento por mucho tiempo, el filme debe darle cierta importancia a momentos muy pequeños los personajes secundarios. El balance ahí trastabilla un poco, pero permite varios eventos de deconstrucción de secuencias clásicas en películas de colegiales (genial e incómoda es toda la secuencia durante un partido). Los arquetipos escolares se van disipando para dar paso a nuevas dinámicas sociales, además de ser evidente la era de la tecnología que evidencia los paradigmas entre las relaciones e interacciones de las personas más jóvenes.
Paradójicamente, se vuelve importante destacar los diferentes aspectos que componen la historia y a su personaje principal. No todo gira alrededor de un supuesto héroe. Todos tienen sus fallas y problemas, pero tienen derecho a ser escuchados y a ser tratados con respeto por cómo son, sin ser juzgados por los simples detalles. Que a Simon le gusten los chicos no deja de ser aspecto importante de visibilizar, pero se logra con más atención hacia el sentimiento y el amor alrededor de la aceptación por la persona que por el detalle mismo. Es el mundo que Love, Simon quiere mostrar para que aquí se pueda emular.
Así, cuando las diferentes voces intervienen, Love, Simon está presente para comprenderlas y darles su oportunidad. Pero quiere que la audiencia las entienda como algo más que solo su premisa inicial: un conjunto y la representación de la diversidad humana como parte de la normalidad que tanto quiere demostrar su protagonista.
De cierta manera, Love, Simon no siempre evidencia el grado de riesgo que puede surgir de la circunstancia que Simon debe sobrellevar y enfrentar (con el reconocimiento público de su orientación sexual). Pero, aún así, si este tipo de historias con más expresividad, franqueza y realidad (por más idealizada que parezca) serán las que vayan a marcar las nuevas generaciones, con mucho entusiasmo, ojalá que así sea. Cuando esos aspectos de apertura y comprensión pueden dar paso a historias interesantes en el cine, este filme da paso a que sean mostradas y vistas con el ojo más agudo y generoso, más allá de una simple peculiaridad.
