The End of the F***ing World: Una inusual historia de amor

Daniel Matarrita
Daniel Matarrita

 

 

 

El amor es un tema recurrente en cualquier tipo de medio para contar historias. Desde la literatura, cine, televisión. Y de estas formas, hay múltiples formas de tratar una historia de amor. Desde las más cursis, las más realistas e incluso las menos convencionales.

The End of the F***ing World es exponencialmente tan realista en su romance como en sus formas de tocar temas oscuros e incómodos.

La serie, estrenada en Channel 4 en el pasado mes de octubre y lanzada este 5 de enero internacionalmente por Netflix como una “Serie Original” de ellos (lo cual me sigue pareciendo una injusticia para los canales que sí transmiten las series antes, pero esto es tema para otra ocasión) y es una adaptación de la novela gráfica del mismo nombre, escrita y dibujada por Charles S. Forsman, siendo lanzada en el 2013.

James es un adolescente de 17 años quien por algunas situaciones en su pasado asegura ser un psicópata por asesinar animales desde los 15. Vive con su padre con el cual simplemente no logra conectar.

Está listo para asesinar algo mucho más grande. Una persona.

Alysa, también de 17 años, está en la misma escuela. Ella es insolente y se le hace demasiado fácil enojar a la gente con sus acciones y palabras. Vive con su madre, padrastro y sus medio hermanos (unos gemelos de tal vez menos de un año).

Ella decide cambiar su vida y cree que enamorarse de James puede ser el cambio que estaba esperando.

James elige a Alysa como su primera víctima así que decide fingir enamorarse de vuelta.

The End of the F***ing World
The End of the F***ing World

Esto es, esencialmente, todo lo que necesitan saber para sorprenderse con todo lo que sucede en estos 8 episodios.

En cuanto a la serie, aunque con esa sinopsis suena un poco oscuro, hay un poco de todo.

Desde el romance, la comedia, la intensidad y sí, unos cuantos temas tal vez un poco densos. Pero, lo refrescante que tiene The End of the F***ing World es que cada uno de estos temas tiene un propósito en la historia y no se sienten forzados de ninguna forma.

Por ser solo ocho episodios de menos de 25 minutos, la historia se mueve rápido, sin perder el tiempo cuenta el viaje (tanto físico como psicológico) de estos dos personajes con mucha facilidad y sin un episodio que se sienta innecesario.

Las interacciones entre nuestros protagonistas se sienten genuinas, al igual la inclusión de monólogos internos que nos dan otra capa para entender los miedos, deseos o inseguridades de estos personajes. Esto se debe a las grandiosas actuaciones de Alex Lawther y Jessica Barden.

Al igual, el crecimiento emocional durante dicho viaje es hecho de una forma muy inteligente en la que fluye y se siente creíble, cambios que lo hacen de formas en ocasiones más notorias y en otras mucho más sutiles pero siempre dando una percepción de que no son las mismas personas en el episodio 1 a los del episodio 8.

Incluso personajes secundarios como los padres de los protagonistas o las detectives que toman un caso que puede estar relacionado con ellos, cada uno de ellos es creado y ejecutado en la historia de excelente forma.

The End of the F***ing World
The End of the F***ing World

También, aplaudo el entendimiento de lo que es ser adolescente sin caer en clichés tan fáciles de usar para contar una historia de adolescentes. En cambio, cada acción y decisión que es tomada no se siente fuera de lugar. Los adolescentes son impulsivos y no saben tomar las mejores decisiones y aquí se acepta esta realidad.

En fin, el guion se mantiene siempre al punto y se puede notar en la consistencia el hecho de que fue una misma persona escribiendo toda la serie.

Llegué a sentir influencias de muchos lados muy diferentes. Desde You’re The Worst, Submarine e incluso Hunt For The Wilderpeople, aparte de una constante influencia al cine de Wes Anderson que se acepta y se agradece montones.

La música es otro punto inusual de la serie. Una vez más, a pesar de que se está contando una historia con dos adolescentes de protagonistas, la serie evita caer seguir la ruta de muchas series de su especie hasta en este aspecto.

No van a encontrar música pop o electrónica del momento. Pero tampoco llegan a encontrar el típico rock alternativo de jóvenes rebeldes.

Es muy interesante decir que la mayoría de música que aparece es de los años 60 y 70 (con algunas excepciones de otras décadas, claro) y que lo más conocido que aparezca es Mazzy Star, Buzzcocks, Françoise Hardy o Fleetwood Mac.

El crecimiento de la trama no es tan fácil de predecir y mientras uno se acerca cada vez más al final de la temporada, teme más y más de estos personajes. Tengo que admitir que no me preocupaba así por un personaje desde el final de la tercera temporada de Bojack Horseman (sí, la de la canción de Nina Simone) o el final de la primera temporada de True Detective.

Si bien el final de la serie puede (hago énfasis en puede) dejar la puerta abierta para una segunda temporada, siento que este es el desenlace definitivo y realmente no necesito más.

Es una excelente serie corta para verse en quizás una sentada sin mucho apuro. Tiene amor, comedia, tensión y unos cuantos temas poco convencionales para una historia romántica.

Mucho más que recomendada.

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