Potterweek: …y el Misterio del Príncipe

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Por Sergio Beeche Antezana

 

[El primer libro salió a la venta hace diecinueve años; la primera película hace catorce; y la conclusión de la saga apenas cumplirá cinco años en julio de este año. Con la promesa de expandir, cada vez más, un inmenso universo de la mente de una imaginativa escritora, repasamos los ocho filmes de la saga (porque volver a los libros, sería una tarea mucho más extensa) y comentamos cómo se sostienen las adaptaciones cinematográficas con el pasar de los años con Potterweek. Esto en preparación para la continuación de la historia de Harry con la publicación del libreto de la obra de teatro, The Cursed Child.]

 

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Harry Potter and the Half-Blood Prince solo termina. El anticlímax de sus últimos minutos funciona como una especie de curioso sueño luego de la terrible muerte de Dumbledore, a manos del impertérrito Snape. Vemos la experiencia de Harry de primera mano: reacciona sin pensar; todo le sucede con lentitud y rapidez. Es la paradoja que sucede al llevarse un impacto así.

Half-Blood Prince, además, comienza con la destrucción de un puente en Londres, cosa que refleja del filme mismo una especie de-construcción del puente que es esta historia de la anterior y del final que vendrá, en el cual sí habrá un clímax más evidente y explosivo. Es una manera diferente de adaptar la sexta parte para que no sea repetitiva en el final (porque ya el último libro estaba publicado y los acontecimientos de ese afectaron la manera en que el sexto filme fue escrito).

harry potter y el misterio del principe 1

El Príncipe Mestizo (o El Misterio del Príncipe, como quieran llamarle) es esa película que queda un poco perdida entre las anteriores y la emoción de llegar al final de la saga. (No todos le prestan atención al “puente”, sino de dónde vienen y la llegada al otro lado.) Su estreno se atrasó un año, dejando a muchos fanáticos ansiosos y alejando un poco al público olvidadizo. Claro, eso no le quitó ganar sus buenos millones en taquilla, siendo, también, el filme más caro de todos, curiosamente. Es por eso que no se le prestó suficiente atención a cada uno de los aspectos que la hacían, sin lugar a dudas, la mejor película de la saga.

Luego de ser La Orden del Fénix un filme explosivo y de grandes secuencias, El Misterio del Príncipe es conformado, primero, por los momentos íntimos de sus personajes. Luego de enfrentar el peligro, pasar por el desconcierto total y de darse cuenta de que la unión hace la fuerza, Harry ya no está enfadado o preocupado por lo que pueda suceder; lo que tenga que pasar, pasará. Ahora, debe vivir un año más escolar y encontrar su posición y personalidad, ya con cierta seguridad y con una creciente popularidad no muy deseada. Harry es ahora “el elegido”, pero es adolescente, lo cual, a su vez, permite momentos ligeros y de exploración interna y externa con sus hormonas en ebullición.

Así, estamos ante una historia que se eleva por encontrar lo grande en las conversaciones más pequeñas, en los descubrimientos del pasado que pueden hacer entender mejor el presente y el futuro. Esos momentos de alegría y calidez entre estudiantes, para luego pasar a una especie de clases con el mismo Dumbledore, quien le advierte y enseña la manera de derrotar al peligroso enemigo. Es pasar de una realidad a otra y tratar de encontrar el balance entre las dos, pero con la madurez del relato mismo, de los personajes y de la historia que, como espectadores, hemos experimentado junto a Harry. Lo vemos actuar como adulto, luego de verlo crecer durante cinco años.

Y mientras el mundo se encuentra en amenaza de peligro, mientras Harry debe encontrar el balance de su personalidad con su lado joven, de exploración entre sus emociones y sentimientos y su lado de responsabilidad de derrotar a las fuerzas oscuras, sus amigos también crecen, experimentan y fallan con él. Ron, Hermione, Ginny y hasta Draco pasan por un crecimientos y madurez como personajes y como actores. Viven en el mismo momento del protagonista y les ha tocado ser parte del viaje escolar y de protección contra el peligro.

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Incluso, el Quidditch vuelve, pero no en vano, ni como mera distracción o secuencia inútil, sino como la manera de ahondar en la personalidad de Ron y las consecuencias que lleva que él sea parte de un partido de esos. Pasa lo mismo con lo que parecen cabos sueltos como el funeral de Aragog o la maldición de Katie Bell: son parte del hilo narrativo principal que, en su momento, llevarán a la resolución de la historia completa, desarrollando, en el camino, a los personajes que aparecen en cada evento. En este caso, solo los más importantes.

El sexto año, hasta el cambio de profesor de pociones es debidamente bienvenido (el cómico pero importante Horace Slughorn, encarnado por el excelente Jim Broadbent). Con clases así, pequeñas y con un poco de humor, es que funciona mejor la historia y el tono que esta vez le da el director.

Sumémosle a eso la magistral, impecable e inolvidable cinematografía del gran Bruno Delbonnel. El filtro granuloso que le da al filme es de un aire de misterio y sin un solo borde delineado, como si fuera un sueño nebuloso. Por alguna razón, él fue escogido para ser el director de fotografía en esta entrega de la saga, y le queda como anillo al dedo; por algo es la única película nominada al Oscar a Mejor Fotografía. Cada toma es como si se estuviera en una exhibición profesional del estilo más genial y particular de un artista, demostrando confianza en cada cuadro que crea, en servicio de la historia (la inspiración directa de Delbonnel vino del pintor holandés Rembrandt). Por mencionar un ejemplo: una de las ideas más ingeniosas es la luz en movimiento durante la secuencia de la cueva.

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Pero entre tanto gris, tanta nube y eventual sufrimiento, aún existe el amor, por más ingenuo o inmaduro que sea. Aquí está la esencia de lo que salva a Harry al final: la posibilidad de amar y poder tener esos recuerdos sencillos e íntimos pero poderosos y de impacto para que perduren y sean lo que le salve la vida. Así es como funciona The Half-Blood Prince: es el recuerdo de un buen sueño entre tinieblas. Por sus pequeños momentos que agregan a una historia más grande. Por la fortaleza en contar una historia propia dentro de la creciente continuidad de un mundo ya de por sí complejo y complicado. Por brindar un poco de normalidad antes del alborotado y truculento final. Por demostrar que hasta una película diseñada como simple entretenimiento puede hacerse con gusto, sea visual, musical o narrativo, y decir un poco más fuera de la mera historia de fantasía que encanta a todos, pero que tiene por debajo más humanidad que nada. He ahí el secreto detrás de toda la magia.

Observaciones extra

—Aunque no está la aparición del Primer Ministro muggle, el comienzo con el puente es el uso ingenioso de adaptar lo que es apenas una mención en la página del primer capítulo del libro.

—Detalle favorito: la cantidad de silencios incómodos que tiene la película. Le da la atmósfera adecuada a lo misterioso pero cómico casi al final de cada conversación.

—Su duración es de dos horas y treinta y tres minutos.

—La única falla más grande que tuvo la saga fue olvidar que los estudiantes no pueden usar magia fuera de Hogwarts. Incluso aquí, luego de la grave acusación por producir un Patronus al inicio de la anterior, los mortífagos atacan La Madriguera y Harry y Ginny usan hechizos para defenderse. Sería otro detalle por valor cinematográfico y fotografía (porque es una secuencia hermosa), pero tampoco había necesidad de incendiar la casa si se sabía que volvería a aparecer, intacta, en la siguiente.

—Como lector, dos partes que me habría encantado ver adaptadas, que se le agradece a Rowling no hacerlas el truco más fácil del mundo para los magos principiantes: una clase de Snape de hechizos sin pronunciarlos en voz alta y la práctica de aparición (Destination, Determination, and Deliberation). Pero no venían al caso por haber hecho ya uso de esas facilidades varias veces en las películas.

Nicholas Hooper vuelve como compositor y le da la atmósfera perfecta a la película en cuanto a su original música. Vale la pena escuchar el soundtrack por sí solo.

—Tres escenas excelentes: el Juramento Inquebrantable (The Unbreakable Vow); excelente introducción a Narcissa Malfoy. La cena de los estudiantes favoritos de Slughorn; genial comicidad con simples diálogos y miradas. Y el sufrimiento de Hermione por Ron (“Oppugno.”).

Esta, por su parte, merece reconocimiento individual.

“Who’s Harry Potter?

“Oh, no one. Bit of a tosser, really.”

“Why is it when something happens it is always you three?

“Believe me, professor, I’ve been asking myself the same question for six years.

“Once again, I must ask too much of you, Harry.”

“Sectumsempra!”

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