Watchmen. ¿Por qué funciona ahora, mejor que nunca? Parte 2

                Daniel Matarrita

Es 20 de Octubre, 2019.

Al ser las 9:00 P.M en punto estoy sentado en el sillón de mi sala emocionado por la nueva serie de Damon Lindelof, hombre en quien confío desde que su último proyecto se convirtió en mi serie favorita tal vez de toda mi vida.

Aparece el logo de HBO y mis ansias no podían llegar a un punto más alto.

Lo que sigue, no es para nada de lo que esperaba.

En el mejor sentido de la palabra.

 

**********Nota: Spoilers de los episodios 1 al 5.**********

 

Acto III: 2019 según el universo de Watchmen o (Perdón, ¿Están convirtiendo mi comic favorito en algo woke?)

Vamos a empezar con decir que ODIO la palabra “woke”. El uso excesivo y sin fundamentos de la palabra hasta para insultos me parece una estupidez.

Y sabía que las quejas por este término iban a existir desde los momentos iniciales de la serie, donde se iba a tratar la masacre sucedida en Tulsa, Oklahoma durante el año 1921.

Uno de los sucesos más horribles de la historia de los Estados Unidos y por consiguiente, dicho sea de paso, de los menos conocidos por el ojo público.

Abrir una serie tan llena de expectativa por fans de años, unos más optimistas que otros, es un acto de valentía para Lindelof y compañía. Y poco a poco nos daríamos cuenta que no sería el único de estos.

Pero no había una mejor forma de abrir esta serie que con el primer personaje: en ese flashback, un pequeño niño negro llamado Will Reeves queda perdido, huérfano y con una pequeña bebé en sus brazos después de un accidente ocurrido mientras iba en una caravana escapando dicha masacre. Volveremos a él más adelante.

 

Saltamos al 2019 en la misma ciudad. 98 años después de esta masacre y 34 años desde que aquel calamar gigante cayó en medio de la ciudad de New York.

Y por razones que ya conocíamos desde la novela gráfica original, este no es nuestro universo.

En este presente, los agentes de policía llevan una máscara, son un poco más brutales de lo común sin ningún tipo de regulación, al punto del uso de tortura y su principal preocupación es la de un grupo de supremacistas blancos que a través de aquella figura de los ochentas como lo era Rorschach, usan máscaras similares a las suyas para hacer disturbios.

Como dije, puede que no sea nuestro 2019 pero las diferencias tampoco son abismales.

Y aquí fue cuando el algunos «fans» se enojaron:

¿Supremacía blanca? ¿Violencia policial? ¿Una protagonista que no solo es mujer, sino también negra? Están arruinando la historia con algo demasiado político. Con razón Allan Moore no estuvo de acuerdo con algo tan SJW-Woke. #NotMyWatchmen

Bueno, hagamos un recuento de lo que fue la novela gráfica.

Moore en medio de los 80’s, cuando estaba escribiendo estos volúmenes veía alrededor suyo y veía un estrés colectivo acerca de una posible guerra nuclear entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. La famosa Guerra Fría que algunos recordamos de nuestros libros de historia y otros de haber vivido en dicha época.

Extraña época para hacer una historia de superhéroes en un mundo más realista que lo que se veía normalmente en los cómics de la época. Personajes como Nixon, acontecimientos como Vietnam. Todo esto fue parte de esta historia de superhéroes. Todo esto es parte fundamental de los personajes y la historia.

Y con eso, más tomando en cuenta de que a inicios de la historia, se habla que esta se da en un universo diferente al nuestro: cambia la historia con Nixon siendo presidente por más tiempo o USA ganando la guerra en Vietnam por culpa del único personaje con superpoderes como lo es Doctor Manhattan.

Ahora, con un panorama como el nuestro en la actualidad, seguir hablando de Guerra Fría en pleno 2019 como si todavía estuviese pasando en las mismas magnitudes de aquellos tiempos, es algo que simplemente no podía funcionar, más tomando en cuenta los muchos problemas que se han venido viendo.

 

Así que sí, supremacía blanca. Pero también, por el otro lado, brutalidad policial. Temas raciales al fin, pero revueltos en las mismas proporciones.

Y es que esa es la realidad que nos muestra Lindelof y su equipo del 2019 en ese universo. Uno donde no hay smartphones, tablets o computadoras. Pero donde sí hay hologramas, y un dios azul en Marte que puede o no escuche nuestras plegarias en una casetilla de teléfono que funciona con monedas.

Tal vez para muchos fue chocante ver en lo que se convirtió la imagen de Rorschach debido a lo que se puede suponer, fue la exposición del diario de este, a la gente menos indicada. Gente que no entendió el punto de este libro y que ve a este vigilante como el verdadero héroe de esa historia.

¿Les suena familiar esto?

 

La otra parte de mi punto es que la serie usa estos elementos que recuerdan nuestra realidad, como algo muy ingenioso y por ende, muy valiente. Uno de los primeros riesgos que llegan a tomar con la serie.

Una herramienta común en el contar historias es el caballo de Troya en el que se empieza con temas más suaves al inicio pero mientras más se adentra la historia se va mostrando temas un poco más serios o que podrían asustar a la audiencia si sucede de forma repentina.

Pero, ¿qué pasa cuando este caballo de Troya hace lo contrario y se muestra de buenas a primeras como un arma, siguiendo la analogía del caballo, y dentro lo que hay son temas de un romance o de el dolor heredado por generaciones?

Pues incluso para su forma de contar historias y no solo en la historia en sí, las expectativas son subvertidas dándonos ya más adelante una bella interpretación de estos temas.

 

Acto IV: Vigilantes, traumas y otros temas similares

La eterna lucha y juego del bien contra el mal. El policía y el ladrón. Héroe y villano.

Y como normalmente en al menos una de las dos partes de esta dualidad, hay una máscara de por medio.

Tal y como la novela gráfica se encargó, bajo su contexto, deconstruir el arquetipo del héroe norteamericano, en la serie, al no haber técnicamente el mismo tipo de vigilante enmascarado (excepto el siempre recordado, Lube Man), se pone a explorar la psicología detrás del uso de máscaras, tanto para los «malos» como lo son los miembros del Seventh Kalvary, como los «buenos» tal y como lo son los policías y detectives.

Y me encanta que a lo largo de la temporada se van viendo varios puntos de vista acerca del tema.

Aún siendo detectives de la ley, personajes como Red Scare, Pirate Jenny, Mirror Guy Looking Glass o Sister Night, tienen comportamientos de vigilantes al tomar acciones que en una situación normal, no se verían bien. Desde ataques en la propiedad privada, interrogatorios un poco más agresivos o el simple hecho de infundir miedo son libertades que puede dar un máscara.

Todo empieza a cambiar en cuanto llega la agente del FBI, Laurie Blake (antes conocida como Laurie Juspeczyk) quien era en los ochentas, Silk Spectre II, una más del grupo de vigilantes de la época.

Ahora ella es la que se encarga de atrapar dichos vigilantes en la actualidad. Su pasado como ésta heroína no la representa y por esto, al llegar a Tulsa, su actitud para con los enmascarados que encuentra allí, no es la más agraciada. Desde su llegada se encarga de demostrar lo poco que le interesa todo el tema de identidades secretas y nombres clave para referirse entre ellos.

 

Tanto así que en una de de las múltiples conversaciones entre ella y Angela, le expone su forma de ver este movimiento de usar máscaras como una representación de algún trauma del pasado para dar la justicia que ellos no tuvieron en su momento. Incluso pone su propio ejemplo en el que su madre fue violada por su padre de forma repetida. Padre con el que luego trabajaría ya que era el héroe conocido como The Comedian.

Y pues en parte, la hipótesis de Laurie no está tan fuera de lugar ya que podemos ver cómo de una u otra forma los pasados de nuestros personajes principales, en especial, Angela y Wade, tienen una conexión directa de sus alter egos en el presente. Desde aquella película del género de blaxploitation que Angela en su niñez siempre quiso ver llamada Sister Night o la situación más que traumante en el que Wade, estuvo cerca de la muerte por aquel acontecimiento del calamar gigante en el 85.

Por otro lado, entre los episodios, vemos pequeños segmentos de una serie ficticia que existe en este mundo llamada American Hero Story: Minutemen. Una forma de seguir las formas de la novela original que tenía un cómic dentro de otro cómic, aquí se nos da una serie dentro de otra serie.

 

Esta siendo una versión completamente comercial y hollywoodense con escenas excesivamente gráficas sin ninguna razón necesaria y slow-motion como si fuera Zack Snyder.

Ahora, en dicha serie, uno de los misterios más grandes que hablaba era la pregunta de quién fue Hooded Justice, uno de los vigilantes de la época.

Si bien, hacen referencia de que este, un hombre blanco, era este misterioso personaje, lo que más resonó fue un discurso, como de esos que le dan el equivalente al Emmy en este mundo, en el que hablaba de la ira y la falta de identidad que tuvo cuando era más pequeño y como a través de la máscara y el disfraz, toda esa ira contenida y ese sentimiento de no sentirse cómodo con uno mismo, se acabó.

Si bien, más adelante hablaremos de cómo esta forma de verlo, difiere con la realidad, es interesante verlo como una forma más de contextualizar algo tan ordinario como una máscara.

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