Première Année es el mejor cine, sencillo y solidario

Sergio Beeche Antezana
Sergio Beeche Antezana

 

 

Muchas veces, no es tan necesario hacer una declaración grandiosa o grandilocuente para llamar a atención o para lograr una historia interesante. En ocasiones, los testimonios más grandes son los que se transmiten de manera más callada y sutil, sin que nos demos cuenta. Los muy extravagantes podrían ser demasiado evidentes y hasta chocantes. Más aún, en cine, aquellos relatos con más cariño son los que se recuerdan con mayor facilidad; son los que perduran y permanecen en el tiempo (especialmente, el cinematográfico, en constante mutación).

Tanto preámbulo en abstracto me lleva a un callado estreno que quisiera rescatar esta semana: Première Année (“Primer Año” o The Freshmen en inglés). Escrita y dirigida por Thomas Lilti, este es uno de esos filmes que no parecen ser muy atractivos o relevantes entre tanto cine digno de ser analizado y conversado; sin embargo, lo que cuenta reside en las complicaciones humanas, en su esencia más pura y maravillosa. Sin ser desconocido a los temas de la medicina en cine, Lilti decide ir un poco más atrás y enmarcar su más reciente relato durante el estrés del primer examen para ingresar a la carrera de medicina, en Francia.

Premièr Année
Première Année

Sin mucho alarde formal, Primer año transcurre de manera suave y fluida, cuando se trata de ritmo y narración. La pretensión es de mera observación que quiere adentrarnos al viaje inesperado de dos vidas que se cruzan, entablan amistad y se influyen entre sí sin darse cuenta. La cámara sigue a Antoine (Vincent Lacoste) y a Benjamin (William Lebghil), les da su espacio, pero quisiera entenderlos, darles apoyo, prometerles lo mejor ante las dificultades de lo que deben vivir. No se trata de una tragedia inmediata (de hecho, el privilegio es claro en que el estudio es aspecto clave del primer mundo), pero esas son sus vidas y la importancia de este examen depende de cómo les vaya en sus futuros al realizarlo. Es válido.

Premièr Année
Première Année

Por otro lado, la visión simple —en términos de imagen y composición— de la película la hace pasar, a ratos, como una manera de documentar la verdadera ansiedad de los estudiantes que deben estudiar para estos exámenes universitarios (el momento que se abren las puertas del inmenso salón y entra el mar de personas es fascinante). El tono constante de la historia es parte de una representación apegada a esos momentos de angustia y estrés que afectan de tantas maneras a los estudiantes. De ahí que podría leerse una crítica a un sistema demasiado rígido y estructurado de evaluación en el cual tantas personas quieren verse validadas.

Premièr Année
Première Année

Así, Primer año hace el conjunto de su historia a los momentos de verdadera naturaleza humana: reacciones inesperadas a causa del estrés, amistades que se rompen pero se quisieran conservar, metas que se desean alcanzar. Cada momento que pasan estos personajes es parte —casi cotidiana— de una vida, pero una que es digna de ser vivida porque es la de ellos y nadie más va a experimentarla. Los resultados de un examen pueden ser la noticia más importante en la mañana, pero la ausencia de un padre puede ser la más desgarradora en la tarde. O, incluso, el favor más importante y trascendente de la vida puede venir de la persona menos esperada. Misterios que no son misterios.

Premièr Année
Première Année

Por estas características es que Primer año es cine de acompañamiento; nos hace amena compañía. La sensación es que somos uno más en el salón gigante del examen “coladero” que se va a realizar, pero destacan las presencias de dos personas específicas que vimos crecer y acompañarse; que tienen sus fallas, pero a quienes consideramos tremendamente merecedores de conseguir sus metas. ¿Cómo serán las experiencias de los demás? La película plantea eso, pero las que más le interesan son las de estos dos muchachos que decidió seguir. Es enfoque narrativo cinematográfico bien logrado, dentro de su inesperada profunda sencillez. Resulta en retazos de amor y solidaridad que deja cada imagen y cada encuadre de esta película.

Premièr Année
Première Année

Al final, Première Année no exige nada muy pomposo ni demuestra grandilocuencias técnicas y formales a la hora de contar su historia. Solo pide que acompañemos a sus personajes y les permitamos sobrevivir cada día, con cada complicación y con cada pequeño giro de vida que tendrán; uno a la vez. Y, tal vez, esa es la moraleja que deja: hay que permitirse vivir el día y que la noticia que se anticipe o reciba sea la más importante, porque, en ese momento, lo es. Por eso, cuando la vean, Primer año será la película más importante que verán y que disfrutarán, porque, en ese momento, lo será. Lo demás ya tendrá su chance de destacar.

Calificación: 9

 

 

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