King Arthur: Legend of the Sword

Sergio Beeche Antezana
Sergio Beeche Antezana

 

 

Excesos. Así funcionan muchas de las películas que produce Hollywood. Exageraciones en colores, música y movimientos tienden a ser lo que más atrae al público a las salas. Lo curioso es que a Guy Ritchie, director inglés, esas exageraciones le salen ingeniosas. Su manera de contar historias tiene un estilo particular que, si alguien no sabe que se trata de su dirección, puede encontrar similitudes estilísticas en las imágenes de los filmes que ha presentado. Con King Arthur: Legend of the Sword, ese estilo (muy vistoso en Sherlock Holmes, por ejemplo) queda evidenciado y aprovechado para ofrecer una aventura entre acción y humor, más que una historia profunda.

King Arthur: Legend of the Sword
King Arthur: Legend of the Sword

A través de sus imágenes, Ritchie se permite entretener —y entretenerse— enormemente con sus secuencias ágiles y de rápidos cortes en los montajes que hace: son la mejor parte de King Arthur: Legend of the Sword. Lastimosamente, cada momento que inicia una conversación sin esa hiperactividad de imágenes, la intensidad se cae. Los diálogos que complementan, o que deberían intentar profundizar al menos al personaje principal, se estancan y alargan sin dejar mucho impacto emocional. De ahí, parece que nada de lo que se dice es importante o que no afectará para la siguiente escena.

King Arthur: Legend of the Sword
King Arthur: Legend of the Sword

El desacierto viene, también, de no equilibrar el humor de partes que apenas quieren ser ingeniosas con los momentos más serios de los cuales podría haber salido una excelente película. En cierto momento, la audiencia se reía de un suceso que no parecía tener la intención de ser gracioso. Lo ingenioso y satírico se le sale un poco de las manos. Por eso, sus personajes terminan siendo caricaturas de sí mismos, con actuaciones apenas decentes. No se le perdona el desacertado tratamiento de los personajes femeninos y, peor, el no hacerle justicia al único que parece tener cierto protagonismo: la Maga.

Otra vez, la excusa de la “leyenda” se presta para re-imaginar aspectos de historias muy repetidas y mostrarlas de nuevo; esta en particular, con una increíble ligereza temática. Los juegos de poder, la explotación política o los conflictos interno del héroe no terminan de cuajar en el intento de abarcar muchísimo con este viaje del conocido Arturo. Entre tanta cosa, los últimos quince minutos del filme, todo y clímax final, son casi risibles. Solo por esta vez, hubiera quedado la espada en la piedra.

King Arthur: Legend of the Sword
King Arthur: Legend of the Sword

Por suerte, el ojo del espectador no saldrá decepcionado con la excelente ambientación y coloración de la película. Además del aporte musical, gustoso y adecuado, de Daniel Pemberton. Su composición es la mezcla perfecta —para las imágenes aceleradas— de un estilo caballeroso, pero adaptado para los oídos de la modernidad. Genial.

Es una lástima que un filme tan entretenido no logre encontrar el balance dentro de su estructura narrativa y sea más una colección de partes que pudieron haber funcionado si se las delimitaba con un poco más de cuidado. El resultado final es un adecuado filme de aventura que no pasa de ser más que eso, por más que se note el esfuerzo de su creativo director. Si ni así, fácil de ver y con buenas secuencias, logra cautivar a la audiencia, la esperanza de ver más de una de estas películas (claramente intencionado al final) queda descartada. Ya sabemos por qué.

Calificación: 6

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