Game of Thrones: conflicto y resolución

Sergio Beeche Antezana
Sergio Beeche Antezana

 

 

 

Los finales de las series nunca son fáciles de lograr. Las historias dramáticas serializadas no están necesariamente diseñadas para llegar a una conclusión. La gran mayoría debe contentarse con el final de la temporada cuando la serie es cancelada sin previo aviso. Por otro lado, muchos finales que sí llegan a ser planeados, generalmente no convencen al público o no consiguen capturar la esencia de la serie poseía cuando estaba al aire. Ahora, con el programas más grande y mediático de nuestra época, es tiempo de ser testigos de la rabia de los fans que le siguen siendo fieles durante su frustrante última temporada. Pero los deslices de Game of Thrones van más allá de un simple enojo.

Game of Thrones: conflicto y resolución
Game of Thrones: conflicto y resolución

Durante mucho tiempo, la estructura de Game of Thrones se basó en construir personajes que habitaban un universo no muy diferente al nuestro. El encanto venía de su aura fantástica; eso sí, siempre ligada a un desarrollo posible y con tintes de identificación para la audiencia. Los temas políticos, sexuales y, especialmente, de poder, fueron parte de un desarrollo que se basaba en el accionar y reaccionar de los personajes. Lo dice Sean Fennesy, de The Ringer, “este es un programa reconocido por el sexo y la violencia que muestra, pero está definido por sus conversaciones”. Esa idea de diálogos elegantes y audaces que llevaban a una evolución orgánica de personajes habitantes de ese universo (del cual muchos espectadores aún quieren ser parte).

Game of Thrones: conflicto y resolución
Game of Thrones: conflicto y resolución

Como fusión con la fantasía, el regresar a cuestiones más mundanas era lo que asentaba la narrativa y elevaba los componentes de una serie que buscaba explorar los ejercicios de la avaricia, el poder y cómo las decisiones afectan nuestro modo de vida, además de cómo las personas pueden cambiar con el tiempo (claro está, que eso venía, sobre todo, de las ideas clave que George R.R. Martin plasmó siempre en sus libros—con la esperanza de que algún día piense terminarlos). Con muchísima tristeza y pesar, de cierta manera, hay que aceptar que esa serie —la que buscaba significaciones en cada detalle y línea de diálogo— ha desaparecido.

Si se piensa la historia en términos de un enorme plan, las primeras temporadas no dan indicios de un final claro en mente. O, mejor dicho, ciertas respuestas clave estaban de cierta manera aseguradas, pero no se sabía cómo llegarían ahí. ¡No era lo más importante! Lo que faltaba era el puente que construyera y dirigiera el camino hacia los momentos clave que responderían todas las preguntas de la mitología interna de la historia general. La cual, de todas maneras, pasó a segundo plano cuando la serie misma decidió ponerle más atención al viaje emocional de sus personajes. Lo que pesaba narrativamente era qué harían ellos en diversas y extremas circunstancias propias de la estructura de la historia.

Game of Thrones: conflicto y resolución
Game of Thrones: conflicto y resolución

Ahora, durante su última temporada, pareciera que David Benioff y D.B. Weiss olvidaron construir ese puente y se atrevieron a dar un salto brusco hacia el otro lado del relato. Una manera de retomar esas preguntas iniciales de la mitología y encajarlas en solo seis episodios finales como si fuera uno de esos videos de repaso sobre los puntos clave para entender la historia si se la quiere comenzar tarde. Esto resulta en una manera casi barata de cerrar historias, solo por la necesidad de concluir la cantidad inmanejable de hilos narrativos que se fueron desarrollando en temporadas anteriores. No puedo dejar de pensar en que Dan y David tal vez estuvieran cansados de pasar tanto tiempo en ese mundo, que perdieran el interés en continuar una historia que no era de ellos originalmente o que simplemente se sentían más cómodos con el recurso de la adaptación que ideando un desarrollo justo para sus personajes. Porque puede parecer justo, pero no tiene los cimientos necesarios para que cada decisión y acción tenga un verdadero peso emocional.

Game of Thrones: conflicto y resolución
Game of Thrones: conflicto y resolución

Pensemos en Dany, por ejemplo, llevada hacia la cima a través de eventos que debían marcarla y que la definirían como la reina total que quería ser. Ciertos aspectos que se ajustaban a la evolución de este personaje calzan temáticamente dentro del avance de la historia macro y lo que se vio en “The Bells”, el penúltimo episodio. El darle la vuelta a la moneda y presentarla como la nueva villana de la historia, casi el ascenso inevitable hacia la locura luego de mantener la “compostura” durante tanto tiempo, tiene sentido. Pero el resultado que se muestra viene sin la “operación matemática” y sin la meditación propia del Game of Thrones que dependía de sus extendidos diálogos para caracterizar. ¿Por qué no dar tiempo a que la historia “respire” y darle un aire al personaje para que medite, tenga discusiones y llegue a esa necesaria conclusión?

Game of Thrones: conflicto y resolución
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Por otro lado, Arya, quien siempre mantuvo una motivación clara y concisa en su lista de personas a las cuáles estaba definida a matar. Ese mecanismo narrativo constante de repente se ve truncado por un par de líneas de diálogo que la convencen de lo contrario. Entonces, ¿dónde quedó la reflexión entre ella y The Hound, en su viaje hacia King’s Landing (que pudo haber sido un episodio completo y por aparte), sobre las maquinaciones de la venganza para que ella tomara la decisión de NO hacer lo que la motivó durante tanto tiempo? Este tipo de “salidas fáciles” están presentes en los episodios que llevan hacia el gran final de la serie, que ya no se ve tan grande desde esta perspectiva.

Así, si esta temporada resultó ser una lista a la que se le debe hacer “check” a los hilos restantes de historia que no llegaron a nada mejor que a hacer morir a un montón de personajes, queda solo dejarse llevar por el espectáculo visual que lo envuelve todo. Porque el nivel de producción es indiscutible y digno de ser reconocido por lo que significa para la historia de la televisión en el futuro, pero se vuelve solo un caparazón que hace lo mejor para sostener los pocos conceptos de peso todavía presentes en la serie.

Game of Thrones: conflicto y resolución
Game of Thrones: conflicto y resolución

Tal vez, lo que habría deseado es que se hubiese aprovechado la ventaja más grande que tiene la TV sobre el cine: los episodios. El tiempo extendido que podía haberse invertido para que todas esas conclusiones (bien llevadas en términos visuales) tuvieran un mayor impacto, una profundidad con sus bases sólidas en esos momentos micro que hacían tan jugosa la conversación macro de la serie. ¡¿Por qué no hacer dos temporadas de diez episodios cada una como siempre?!

Game of Thrones: conflicto y resolución
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Para el final, no tengo muchas teorías ni expectativas una vez que salga al aire el episodio que supone concluir esta enorme historia, que fue puesta en una cuerda floja para poder llegar a este punto final con apenas unas migajas de pan y unas cuántas lágrimas. La tristeza de hoy no es tanto por las muertes de los personajes, sino porque no se les dio el tiempo necesario para que fuera una temporada final llena de emociones, dignas, merecidas y meditadas, que hicieran del clímax un evento verdaderamente catártico y satisfactorio. Ni modo.

 

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