El sábado 7 de Julio, cientos de góticos saldrían bajo la luz del sol y tomarían el Hyde Park en Londres soportando 29 grados sobre sus cabezas. El calor y sudor no ayudaría mucho para conservar sus rostros maquillados y mantener el “crepe” de su cabello con el suficiente volumen para emular a su ídolo. ¿Qué los hizo salir? El 40 aniversario de The Cure, y el único concierto en Inglaterra durante el 2018.
“Barclaycard presents British Summer Time Hyde Park” es un festival anual durante dos fines de semana que inició en el 2013 y por el cual han pasado grupos como Black Sabbath, Arcade Fire, The Strokes, y The Who. Para esta edición del 2018 y en uno de sus días, el cartel sería liderado por la legendaria banda The Cure celebrando sus 40 años. A Robert Smith le precederían durante el día y en la tarima principal: Pale Waves, Interpol, Editors, Goldfrapp y Slowdive; mientras en tarimas secundarias se presentarían Drive, Pg Lost y This Will Destroy You.
Este día del festival vería un tipo peculiar de público; un 70% podía rondar o sobrepasar los 50 años. Y no sólo eso, eran los punks o góticos originales. Aquellos que en los 70’s vieron el nacer de ambos géneros en Inglaterra y harían suyas las subculturas desde sus inicios. Camisas de Bauhaus y The Mission (UK), ¡tatuajes de The Sisters of Mercy! y el rostro de Robert Smith, vestidos negros y Dr. Martens con más años que algunos de los asistentes. Pero, sobre todo, el mayor común denominador: Canas.
El primer grupo en presentarse fue Pale Waves, banda de Manchester formada por 2 chicas y 2 chicos que parecían no pasar de los 22 años. Como banda inicial, toparon con un público todavía escaso y del cual una gran mayoría se encontraba sentado sobre sábanas de picnic en el sector frente al escenario guardando campo para The Cure. A pesar de esto, se mostraron enérgicos y dinámicos durante los 40 minutos de Indie Pop y recibieron los suficientes aplausos de aquellos fans que fueron a verlos.
Slowdive sería el siguiente grupo en tocar; y uno de los que más me emocionaba por ver. Luego de 22 años de hiato el 2017 vería el regreso de los shoegazers con su disco homónimo. Considerablemente mayores y más experimentados empezarían su interpretación con Slomo. Lentamente y poco a poco empezarían a construir “pisos” de melodías donde las voces de Neil y Rachel se alternarían en “Give me your love, it’s a curious love. Give me your heart, it’s a curious thing”. Durante unos 45 minutos (lo sé, muy poco tiempo) repasarían sus 4 discos dando mayor importancia al último, del cual tocarían aparte de “Slomo”, “Star Roving” y “Sugar for the Pill”. Terminarían su presentación con “When the Sun Hits” sin tocar la favorita y posiblemente más famosa “Alison”.
Editors entraría a tarima al mismo tiempo que Inglaterra jugaba contra Suecia. Otro de los grupos que más quería ver y que siempre se encuentra en rotación en mi música diaria. Editors llegaba con disco nuevo bajo el brazo, por lo cual era casi que obvio la mayoría de canciones serían del “Violence”. El fuerte aplauso del público y las notas iniciales así lo confirmaban: “Hallelujah (So Low)” demostraba la versatilidad vocal de Tom Smith al bajar y subir de tonos durante la canción. Seguirían con un viaje al pasado en “Smokers Outside the Hospital Doors” “Blood” y “Munich” mientras Tom se paseaba de un extremo al otro del gran escenario bailando y conectando con el público que le aplaudía y coreaba. La emoción bajaría (o aumentaría) un poco el tono con la oscura intro de “No Harm”; que considero es una de esas canciones que se escuchan con los ojos cerrados. Tocarían un par más para terminar con “Papillon”, “Magazine” y dejar como gran faltante alguna de “The Weight of Your Love”; su disco para cabanga del 2013.
Vestida con un brillante traje de tafetán turquesa, contrastando con su roja cabellera, Goldfrapp cumpliría con la tarea de entretener a un público cada vez más ansioso por ver a The Cure. Fue mi primera vez escuchándola y realmente me sorprendió. Un Synth Pop dinámico y lleno de energía, sumado a la experiencia notable de su vocalista fue suficiente para poner a bailar a más de uno al ritmo del teclado y el sexy sonido “trip-hoppish” de “Train” y los beats de “Ooh La La” y “Ride a White Horse”. Los 45 minutos de Goldfrapp terminarían con “Strict Machine”, uno de los sencillos más famoso del dúo.
Al ser las 8 de la noche, y todavía con el sol calentando el día; la penúltima banda del día entraría al escenario. Sacos, corbatas y lentes oscuros definían a una banda que no se movería mucho por el escenario, y daría una presentación sobria pero no por eso mala: Interpol. Han pasado 4 años desde “El Pintor”, por lo cual la presentación no estuvo enfocada en un disco nuevo y tocaron sólo 1 canción de este: “All The Rage Back Home”. El setlist de la noche estuvo dominado por Antics y Turn On The Bright Lights, lo cual fue un golpe al corazón y la nostalgia de los fanáticos de la banda. Del primero elegirían “Not Even Jail” para empezar y a diferencia de los grupos anteriores, tendría un poco más tiempo para explorar su repertorio. “Take You on a Cruise”, “Obstacle 1” y “Rest My Chemistry” sonarían antes de “The Rover”, nuevo single de Marauder, disco a lanzarse el 24 de agosto de este año. Un público entusiasta recibiría con emoción las notas iniciales de bajo que caracterizan a “Evil” y los despedirían con un gran aplauso luego de “Slow Hands”. A pesar de ser un grupo consolidado, con una gran base de fans, su presentación no me pareció increíble, e inclusive me puedo hacer un par de enemigos al decir que la voz de Paul Banks tiende a ser un poco monótona y al rato llega a aburrir.
El momento que muchos esperaban llegaría pasadas las 9 de la noche. Con su característico cabello y labial, Robert Smith y su banda entrarían al escenario para deleitar a todas las personas que estaban allí sólo por un motivo: The Cure. Sin mucho hablar, una alargada versión de “Plainsong” comenzaría a sonar; y no sería la única canción del mejor disco de la banda (Disintegration) en sonar durante la noche. “Pictures of You” le seguiría de inmediato y la felicidad del público era casi palpable durante una canción cuya duración de más de 8 minutos he visto sólo en canciones de progresivo. Parejas que podrían ser mis padres tomados de la mano moviéndose al ritmo de “High”, “A Night Like This” y “The End of the World” mientras la banda aparecía con distintos fondos en las pantallas gigantes del escenario. Es increíble el nivel de perfección y claridad de voz de Robert Smith a pesar de los años, cualidad demostrada al empezar “Lovesong”. El sentimiento de dolor/amor que se puede “sentir” al escuchar la grabación lo emulaba fácilmente en vivo al cantar “Whatever words I say, I will always love you. I Will always love you…” y las demostraciones de amor en el público no podían escasear. Al ser las 10 de la noche, el sol por fin se ocultaba en Londres y la oscuridad llegaba como escenario perfecto para seguir el concierto. Hay bandas, discos y canciones que se escuchan de noche o en días lluviosos; y The Cure tiene una gran cantidad de material que calza a la perfección con esto. “Push”, “In Between Days” y “Close to Me” representarían The Head on the Door, disco de 1985. Una tras otra, fueron coreadas por un público agradecido, a quien la nostalgia le ganaba a puñetazos: “Just Like Heaven”, “Fascination Street” y “Never Enough”, canciones de adolescencia o juventud de aquellos con 40 años o más.
Dos horas luego, la banda se tomaría un pequeño descanso luego de “Disintegration”, otra de esas canciones de más de 8 minutos que se escuchan con los ojos cerrados e invita a perderse en la atmósfera dreamy de la misma. El Encore empezaría con los susurros de “Lullaby” para pasar un par de canciones luego a la alegre y conocida “Friday I’m in Love”. La felicidad de los asistentes no tendría tiempo de disiparse, pues pronto sonaría “Boys Don’t Cry”; otra favorita. Luego de casi 30 canciones y 3 horas, The Cure diría adiós con “Killing an Arab” demostrando porque, luego de 40 años, sigue juntando multitudes.
Adultos, jóvenes, adolescentes y niños se despedían de Hyde Park con la satisfacción que deja un concierto donde escuchaste todas las canciones que querías; donde el tiempo se devolvió y la música te dio piel de gallina y escalofríos. Al ser las 11 de la noche, aquellos góticos que llegaron con el sol, se devolvían a sus hogares bajo el manto de la noche y el corazón feliz por un increíble concierto.
*Fotos: Julio Valecillo
