Can a heart still break once it’s stopped beating?
La genial técnica de animación stop-motion ha permitido, desde siempre, que las figuras creadas para representar a cada personaje sean únicas y particulares, de tal manera que reflejen personalidades y actitudes caricaturescas. Al mismo tiempo, cada figura muestra y demuestra, con los movimientos característicos que los animadores les dan, actitudes propias que puedan transmitir emociones y sentimientos con los que la audiencia pueda identificarse o conmoverse. La ventaja es que pueden producirse con imágenes y universos un paso más allá de nuestra realidad, permitiéndonos viajar a mundos imaginarios a los cuales las historias con actores convencionales no siempre pueden llevarnos.
En Corpse Bride (El Cadáver de la Novia), la premisa inicial entra fácil y con escalofriante sencillez (además de una excelente canción): vemos un matrimonio arreglado entre dos familias que creen que resolverán los problemas económicos al unirse y compartir la inexistente fortuna de cada una. Pero las casualidades que la historia fantástica de Tim Burton (cuando todavía era bueno) hacen que el matrimonio de Victor y Victoria se vea complicado no solo por las dudas del mismo novio, sino por la mujer fallecida a quien le coloca el anillo en el bosque. Realidad y fantasía coexisten sin problema y el espectador solo necesita dejarse llevar.
Resulta un inicio genial que nos adentra al universo creado para esta particular historia que, como su hermana, The Nightmare Before Christmas, busca las emociones humanas conocidas que serán reflejadas en aspectos grotescos, lúgubres y escalofriantes de esa particular y estilizada realidad. Mientras el tema de la muerte es vital (así, con ese juego de palabras) para la historia principal, el desarrollo se da de manera tal que parece inofensiva para cualquiera que la vea. La animación ayuda a que sea más fácil adentrarse en ese universo y los temas sean asimilados por cada persona con más facilidad.
Los colores grises y sombríos del mundo humano quedan en el genial contraste de los verdes y morados alegres del mundo de los muertos. La rigidez de los padres de los novios son el contrario de los esqueletos de “abajo”, bailarines y cantarines. ¿Acaso el mundo debajo de la tierra es mejor que aquel donde, supuestamente, vivimos más felices? ¿Cuál son los temores que tienen las personas, sea en vida o después de la muerte? ¿Se siente, entonces, en muerte lo mismo que se sintió en vida? Así es como Victor Van Dort se da cuenta de que su felicidad debe crearla él mismo y hacer lo mejor que puede dentro de las circunstancias en las que debe vivir. Aunque la historia no pareciera ser propiamente de él luego de desaparecer la novia cadáver.
Con su corta duración, toques geniales de comedia sombría, buena música e iluminación y destellos claros de un subtexto interesante que se muestra con pequeños guiños que los adultos comprenderán mejor, Corpse Bride brilla, con sus destellos azules, por sí sola y apenas para ver en familia o como “aperitivo” para una noche de cine de terror.
Dejando que la animación hable por sí sola pero con atención a los diálogos casi melódicos que culminan en un final melancólico y poético de felicidad, sea para los vivos o para los muertos, y permitiéndonos el acercamiento imaginario de un tema que forma parte de nuestra realidad, la película vale la pena ser repetida y revisitada como hacemos aquí. Y la próxima vez que estén nerviosos y salgan al bosque a calmarse, procuren no casarse con un muerto que ande por ahí.
