Yo sé. Un salto un poco ambicioso el cambiar la zona de confort en México con sus festivales a cruzar el Océano Atlántico y llegar a Madrid, España especialmente para el Mad Cool 2019. Pero mi propia insistencia me hizo pensar que tal vez podía intentar algo más grande que un festival de música en un país cuya duración aproximada de vuelo es dos horas y treinta minutos.
Y si bien la idea no era nueva, ser partícipe del que sería considerado el mejor festival del 2018, el universo me puso en el camino ir este 2019 con un cartel que tenía de headliners a Bon Iver, Vampire Weekend, Prophets of Rage, The National y a la legendaria banda The Cure.
Meses después de comprar la entrada que, dicho sea de paso, incluía un pase para el Welcome Party, que el año pasado tuvo un concierto más pequeño con MGMT, se anunció que dicha fiesta de inauguración iba a ser prácticamente un día más de festival y entre los nombres más reconocidos estaba Metronomy, Bring Me The Horizon y la artista del momento: Rosalía.
Los meses pasaron y luego de un vuelo que me llevó por Miami, escala que me hizo reencontrarme con la delicia de las hamburguesas de Wendy’s, llegamos a Madrid. Una ciudad como ninguna otra.
Sus edificios grandes e imponentes, su clima (por el momento) todavía aceptable, su gente, recibiéndonos como en casa. Una vez más en un viaje, un sentimiento de admiración y que me sorprendía para cualquier lado que volvía a ver.
Luego de todo un día de conocer un poco de la ciudad con ayuda de nuestra propia española-mexicana-tica favorita (un saludo y un abrazo a Cris Robles) estábamos listos para conocer de qué se trataba este festival que ha tenido un crecimiento sin igual en los últimos años.
Welcome Party
Al llegar y encontrarnos con su colorida entrada y unas letras enormes con el nombre del evento, tuve recuerdos de los siempre buenos momentos en un festival. También es importante mencionar que a pesar de que la intensidad del calor madrileño no era tanta, como lo iba a ser en los próximos días, no era nada parecido al calor de los trópicos que sentimos por estos lados.
Sin embargo, aquí empieza la primera de muchas veces que hablaré de la impecable planificación de este festival. Secciones de sombra, carpas enormes para el área de comidas, área de hidratación con agua potable para rellenar las botellas de los asistentes, ventiladores enormes. En serio, saben a las condiciones a las que se van a enfrentar y buscan soluciones.
Pero bueno, no se trata de admirar únicamente la producción de un festival, también hablaré de los artistas que vimos, los más sobresalientes para mí.
Metronomy
Luego de haber visto a The Amazons en la tarima principal, excelente elección para abrir el festival con fuerza y un set de una banda llamada Don Bronco que realmente no me llamaba, nos fuimos abriendo camino para tener un buen espacio para ver a Metronomy, agrupación estadounidense.
Una vez que salieron y empezaron con su show, se entendió perfectamente por qué estaban ahí.
Metronomy es el sonido del verano sin importar de cuál temporada del año se está hablando. Es el olor a bloqueador solar, el sabor de una sandía refrescante y visualmente es como ver un atardecer en la playa.
Una textura de sonidos que es como un oso de peluche rosado con una navaja.
Rosalía
Al término de Metronomy, preferimos mantenernos en el mismo lugar ya que sabíamos que ver a Rosalía era una de las mayores atracciones del día. Y desde que empezó su tiempo, se nota por qué se puede considerar una necesidad ver a esta chica en vivo.
Visuales hipnotizantes que se complementan con un grupo de bailarinas al cual la misma Rosalía en ocasiones se une, coristas que aumentan el sentimiento de las canciones y la inclusión de El Guincho como parte del show más la obvia presencia escénica de Rosalía, unen todas las partes para dar un show impecable que tiene todo el sentido para ser presentado a nivel mundial.
Ya por hablar de su talento para el canto, sí, ella es así de buena.
Lykke Li
¿Les ha pasado que saben de un artista, una canción o una banda desde hace años pero nunca le habían prestado completa atención?
No porque tengan algo en contra de ello sino por el hecho de que de tanto que existe, simplemente no lo hacen.
Ok, eso me pasó con Lykke Li. ¡Y qué pena!
Si bien conocía I Follow Rivers, su canción más famosa, nunca busqué más allá de eso sin tener idea de lo que me perdía.
Un concierto que pasó por sonidos desde el R&B, el dream pop y el misticismo que solo una artista sueca podría lograr en el primer anochecer de un festival que técnicamente ni siquiera había empezado.
Luego de esto pretendíamos darle cierre a nuestra noche ya que Bring Me The Horizon no era de nuestros gustos, sin embargo, esta fiesta de bienvenida nos tenía una sorpresa más y cabe resaltar, una de mis partes favoritas de todo el viaje.
Lo que en horas previas fue una pista de carros chocones, al salir nos encontramos que de noche fue convertido en una pista de baile con música de los 70’s y 80’s.
No sabía si era 1999 y estaba en una escena de Spaced, si estaba bailando con Mark Renton y compañía en Escocia o si era 1983 y estaba en una velada en el norte de Italia con Elio y Oliver. Tal vez lo fue todo junto.
El ambiente era algo especial. No entendía como un lugar tan desconocido y diferente, podía dar ese sentimiento de que ahí pertenecíamos. Que esto se sentía como casa.
Bailamos hasta ya no poder y con una sonrisa en nuestros rostros, nos fuimos esperando mucho más para el primer día oficial, de este festival.
Día 1
Tash Sultana
No saber absolutamente nada de un artista que uno va a ver en vivo, es uno de los ejercicios más interesantes que se puede intentar en un festival. No se los puedo recomendar de mayor forma.
Indirectamente hice eso para ver a Tash Sultana. Indirectamente digo porque ese no fue el plan, simplemente no investigué nada de ella por mi famosa procrastinación. Sin embargo, siento que con información previa, no hubiera tenido el nivel de sorpresa que tuve cuando esta chica australiana salió en escena.
Ella se puede considerar una «one person show» y en serio le saca todo el provecho a este título. Durante el tiempo que la vi, hizo el labor de una banda completa usando guitarra, con sus respectivos pedales, cantó, funcionó como tecladista e incluso sacó una trompeta en un punto. Todo esto mientras lograba ser super carismática con su público de la forma más enérgica posible.
Let’s Eat Grandma
Al llegar a la tarima Mondo Sonoro, donde este dúo tenía pactada su presentación, Whitewater, el intro del disco y el inicio de su show, estaba terminando. Pero de una sola vez, comenzaron con Hot Pink, uno de los puntos altos de su más reciente álbum, I’m All Ears.
El pop de estas chicas es atrapante desde el primer momento, pero al escuchar esto en vivo, aún más en un escenario tan reducido en comparación, hace que la experiencia se pueda considerar hasta hipnótica. Sin embargo durante las canciones y entre ellas, demuestran que al final, siguen siendo dos amigas desde la infancia de menos de veinte años que están tocando su música y disfrutando lo que hacen. Con sonrisas al público, risas entre ellas e incluso bajar y bailar con el público, hacen que haber vivido eso, sea nada menos que encantador.
Bon Iver
Antes de llegar a la multitud que ya estaba viendo a Justin Vernon y compañía, consideré en sacrificar ver a Noel Gallagher por segunda vez y quedarme en la tarima donde estaba Bon Iver para tener un buen espacio para ver a Vampire Weekend, una de las mayores razones por las que estaba en ese festival.
Así que tengan en cuenta de que estuve moviéndome poco a poco al frente por todos los cincuenta minutos que me quedaron.
Durante ese tiempo y en ese trayecto, tuve pequeños momentos de pausa por canciones que en serio tenía que disfrutar completamente. 8 (Circle), Holocene, una de sus más recientes como Hey, Ma e incluso la mítica, Skinny Love.
Ya al llegar al final de su presentación, por un lado, cerraron con 22 (OVER SOON), por otro, estábamos a escasos metros de la primera fila.
Volvieron para tocar For Emma como un encore. Canción que simplemente no esperaba escuchar en vivo y así de cerca. Una simple belleza de presentación que si no llega a moverles ni un pelo, nada lo hará.
Vampire Weekend
Por la extrema cortesía, completamente desconocida para alguien que solo conocía el público latinoamericano, pudimos llegar a primera fila. Y ahí nos quedamos durante toda la presentación de Noel Gallagher, con la tarima suficientemente cerca para escuchar y cantar a la distancia sus mejores éxitos. También fue una grata sorpresa encontrar del otro lado del centro de la baranda que dividía el público, en primera fila también, a otro grupo de ticos que al igual que nosotros, se mantenía bien representados con su bandera de nuestro país (un saludo a Kristel y Andre).
Pero lo importante aquí.
En punto, a la 1:30 de la mañana salió esta banda que desde Nueva York ha cambiado la forma de ver a una banda de Indie, desde el 2006. Con un setlist que nunca pudimos predecir, Ezra Koenig y su ahora banda en vivo de siete personas, nos llevó por un viaje por música de cada uno de sus discos que se sintió como si fueron tres minutos.
Desde los tiempos de diversión del disco homónimo como con Cape Cod Kwassa Kwassa, pasando por los momentos oscuros de Modern Vampires of The City con Ya Hey, e incluso esta nueva etapa de Father of The Bride con modernos clásicos como Harmony Hall.
El carisma de Ezra, el sentimiento de diversión de Chris Baio y la sangre nueva de Brian Robert Jones y Greta Morgan hacen que el show sea una de las experiencias más divertidas en un concierto.
***
Menciones honoríficas:
–Nao es una gran artista que si usa su verdadero talento que pudimos ver esa tarde, puede que llegue a crecer montones.
-Una seguidilla de throwback pasando desde el R&B de Ms Lauryn Hill, que por cierto, a sus cuarenta y cuatro años, nos hace sentir en los 90’s, como viajando al punk de los 70’s con el legendario Iggy Pop y cantar y bailar himnos como The Passenger o Lust For Life.
Y de esa forma cerramos la crónica de los primeros dos días de festival.
Volveremos la próxima semana para que hablemos de The National, Parquet Courts, Wolfmother y obviamente, la gran historia de escuchar a The Cure en vivo.