Stranger Things 3: crecimiento, madurez y un poco de repetición

Sergio Beeche Antezana
Sergio Beeche Antezana

 

 

Cuando hay mejores segundas partes, las terceras siempre son más anticipadas, más conversadas y más escudriñadas. El caso de una de las series más grandes de nuestro tiempo no es la excepción. De todos modos, no es la suerte de varias franquicias el siempre atinar a la mejor calidad. Los regresos de historias muy queridas por las audiencias se ven afectados por la cantidad de popularidad que les rodea; más aún, si se trata de ideas bien ejecutadas y diseñadas para apelar tanto a una nostalgia que hoy parece tener más fuerza que nunca.

Stranger Things 3
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Esta vez, para Stranger Things, significó reciclar un poco sus ideas y aumentar aquellas que funcionaron y fueron alabadas durante su segunda temporada. Esas dinámicas inusitadas que abrieron la puerta a mejorías dentro de la serie y como ejemplos de hacer la prueba con los aspectos creativos menos esperados. Lastimosamente, ese recicle vino con repeticiones un tanto predecibles y llevadas a ciertos extremos que terminan confundiendo o dejando cosas sin resolver. Resulta un reciclaje de eso buenos momentos que caracterizan a la serie, de los cuales, en este tercer regreso, unos funcionan mejores que otros.

Stranger Things 3
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Cómo hicieron falta esas interacciones más tranquilas entre los personajes, fuera de resolver el misterio de la temporada y correr por sus vidas. Y cómo quedan rezagados algunos de esos personajes por darle demasiada importancia a tantas secuencias en fondo negro que no llevan a nada dentro de la serie misma. A pesar de esto, esta es serie que nunca pierde su razón de ser y de las partes que la componen. No pretende ser más de lo que es y utiliza la nostalgia mejor que nunca. Su manera de entretener permite que nosotros, como espectadores, queramos saber qué le deparará a los personajes que ya, en una tercera vuelta, les tenemos interés y cariño. Eso sigue siendo parte de las dinámicas humanas que sobresalen en las escenas más sencillas y con más corazón.

Stranger Things 3
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Por ejemplo, el regreso de la amistad entre Dustin y Steve es la mejor parte de la temporada; y, al agregar a Robin, termina siendo el trío más carismático del elenco. De ahí, surge la decepción porque el resto de la pandilla está al servicio de El y de una confusa conexión con Billy y la posesión monstruosa de este año. Aún así, las partes que funcionan componen ese detalle que hace la serie especial: estos personajes podrían ser nuestros amigos y nos encanta pasar el rato a su lado, con más razón si toman las mejores decisiones a la hora de enfrentar el peligro.

Stranger Things 3
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Por ahí, escuché que el problema fue la falta de tiempo para desarrollar las diferentes tramas que se plantean para la temporada (la parte periodística de Nancy y sus problemas con Jonathan queda olvidada a medio camino y el enfrentamiento entre Will y sus amigos solo sucede para rellenar un episodio). Pero no creo que ese sea el caso. Más bien, se trataba de aprovechar la tranquilidad de las historias y dejar que se consolidaran en el encuentro final, entre ellos y los malos. Todo el asunto de los bichejos malignos no necesitaba tanta mitología o explicación de lo que sucedía para anticipar el enfrentamiento final. La serie se traiciona un poco porque no puede darle reglas tan específicas a la fantasía por un lado y olvidarlas por otro (los rusos, por ejemplo).

Stranger Things 3
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Sin embargo, los temas de la temporada sí tienen un tono de madurez con respecto a las anteriores. El evidente paso del tiempo, de los nuevos retos y la inevitabilidad del cambio son ideas presentes dentro de una historias que abarcan la paternidad, los desamores, las nuevas amistades y el rompimiento de las viejas. Ciertos personajes llevan la representación de etapas propias del crecimiento y la madurez de los jóvenes hacia la adultez (y los adultos comportándose como adolescentes). Y, contra todo pronóstico, la serie encuentra los mejores momentos de esta temporada en las pequeñas conversaciones que profundizan esos temas a través de los personajes. El miedo al cambio, que caracteriza a muchos, queda aquí representado, con la promesa de lo nuevo puede llegar a ser para bien.

Stranger Things 3
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Al final, Stranger Things, para bien y para mal, existe como prueba de la necesidad generacional de identificarse con un fenómeno bien aprovechado de la Cultura Pop. El agregado fantástico es solo el mecanismo para darle cohesión narrativa al asunto y que la aventura pueda ser más como una experiencia y un estado de ánimo gracias a su atmósfera contagiosa (esta vez, la temporada no es tan episódica y se presta más para verla en maratón). Pero lo que más importa es el desarrollo de sus personajes y cómo ellos se desenvuelven en su propio universo, por más peligroso que sea. Por eso, las consecuencias tienen mayor peso este año, con la exploración delicada de las amistades y dinámicas entre ellos y, por extensión, con nosotros. Espero que la siguiente entrega observe sus deslices y encuentre el mejor balance entre lo mundano y lo fantástico para que valga más su popularidad. Después de todo, esta sigue siendo una de las series más entretenidas del momento.

 

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