«Just a girl with no friends and an empty heart.
By your own description.»
En uno de los videos de Vogue de las 73 preguntas a Phoebe Waller-Bridge (videos que realmente no frecuento a menos que sea de alguien que realmente me interese) dijo que Fleabag (el personaje), en el fondo es una romántica irremediable. Volveremos a esto.
La segunda temporada de Fleabag (serie que en BHD consideramos como revelación del año 2016) tuvo su final hace poco más de un mes, momentos en los que todavía no le había puesto la atención que merecía.
La primera temporada, la vi en un ritmo un poco más pausado.
La segunda temporada, la vi en la tarde lluviosa del sábado pasado. Son 6 episodios entonces, ¿por qué no verla toda en un día?
Y vaya que fue un viaje.
Al volver a encontrarnos con estos personajes, Claire volvió de Finlandia con el patán de su esposo e intentando tener un bebé. En otras temas, el papá de Fleabag y Claire se está preparando para casarse con la madrina de ambas (interpretada por la increíble Olivia Colman) y el sacerdote que los va a casar es la persona a la que Fleabag no esperaba darle tanta atención.
Siento que esta sería la mejor forma de describir, a grandes rasgos, la segunda temporada.
Para empezar, uno tiene que hablar del poder creativo que tiene Waller-Bridge como para crear la serie, escribir los seis episodios de la temporada, producir y protagonizar, todo logrado de la forma más magistral. Obviamente cumplir con esto al mismo tiempo no es fácil, pero lo hace como si llevara décadas trabajando de esta forma. Desde cada palabra que sale de las bocas de estos actores, la sincronización que tiene Phoebe para la comedia y esas expresiones faciales cuando rompe la cuarta pared, entre muchas otras cosas más.
Los guiones pasan de chistes que sacan grandes carcajadas a momentos que golpean por lo real que llegan a ser, todo sin llegar a sentirse forzado ni fuera de lugar. Ya sabemos el tipo de personas que son sus protagonistas, esa es la riqueza de esta segunda temporada. Ahora, el reto es sacarles todo el provecho necesario e ir encontrando lados que no conocíamos de ellos, miedos, secretos, inseguridades.
Andrew Scott también es una grata adición a la serie como el cura de una iglesia católica un poco más liberal de lo que uno ve normalmente en series o películas. Y es que cada escena en la que está siempre hay algo que resaltar de sus conversaciones con Fleabag. Desde comentarios de la religión, de su vida como sacerdote o incluso de sus atuendos. Aparte de ser el primero en toda la serie que uno podría decir que realmente ve a Fleabag como una persona y no como una chica más. Esto sucede varias veces durante esta segunda temporada y cuando lo vean entenderán exactamente de lo que hablo, pero ese juego con estos personajes es por mucho de mis cosas favoritas de la temporada.
Además, secuencias a lo largo de algunos episodios que se basan en dos personas conversando y en serio es donde sale a relucir el talento nato de Phoebe para este aspecto. Una conversación con una mujer mayor que explica, entre otras cosas, lo que es vivir ya en la menopausia, al igual que una terapia psicológica para terminar de deconstruir a Fleabag y su mente.
O incluso las situaciones que enfrenta Fleabag junto a su hermana Claire, con maravillosas resoluciones.
Aunque mencioné brevemente el aspecto de romper la cuarta pared, similar a lo visto en la primera temporada, esta herramienta se usa de gran forma, más allá de la comedia que puede ser impulsado por esta característica, sino por el hecho de que es usado con un propósito y no solo usar este aspecto como una forma de comedia que a otras películas y series les sirvió anteriormente.
El cierre de la temporada y según la misma Phoebe Waller Bridge aseguró, el final de la serie, es una conclusión digna para los personajes si desean mantenerlo de esta forma y con la cual estaría completamente de acuerdo si se aferran a este final, agridulce pero con todo el sentido para nuestra protagonista.
Y ahí nos trae de vuelta a lo que hablaba de la descripción del personaje y como en el fondo, es una romántica irremediable. Y por qué puedo conectar tanto con esa descripción y con el personaje en general. Pero para hablar de esto quisiera hablar un poco más abierto en cuanto a spoilers, así que si no han visto la serie y llegaron hasta aquí, espero que se hayan antojado de verla. Para los que ya la vieron, ojalá se queden para esto.
**Spoilers**
Varios puntos, todos en cuanto a la relación de Fleabag y el sacerdote.
- Amo que él sí pueda ver a Fleabag completa con todo y su juego de volver a vernos o hablarnos. Que en serio se interese de esto y que ella se niegue a darle explicaciones de qué es lo que hace cuando ella, según la descripción del mismo pastor, es como si desapareciera.
- Por esto mismo, me encantó como en la escena final, ella le dice que lo ama y él le responde con un cálido, “ya se te pasará”, respuesta que no da el mismo impacto como cuando él se vuelve y le responde que él también la ama. Ahí es cuando por un momento, Fleabag cae en esto de lo que Phoebe habla, el lado romántico irremediable. Pero ese momento termina. El sacerdote se va y no va a suceder nada entre ellos, pero ella aprende la lección. Necesita dejarnos ir, a nosotros, estos “amigos” según lo que le dijo a la psicóloga de unos episodios atrás, para poder seguir. Todo esto con This Feeling de Alabama Shakes de fondo que contiene una frase casi escrita para esta situación:
See, I’ve been having me a real hard time // But it feels so nice to know I’m gonna be alright.
Mientras ella se va, la cámara la empieza a seguir, solo para detenernos y ella seguir por su cuenta en el futuro incierto de su vida. Un pequeño gesto de despido con la mano y la vemos irse. Citando a Vulture, rompe la cuarta pared y, de paso, nuestro corazón.
Si bien ella al inicio de la temporada dijo que esta iba a ser una historia de amor, no fue explícito qué tipo de amor iba a pasar y cómo iba a terminar y ya presenciando el final, no se me ocurre uno mejor.
Las dos temporadas de Fleabag están disponibles en Amazon Prime Video.
1 Comment