La inmensa ventaja que siempre tuvo Veep fue entender su propia naturaleza como programa de televisión. A través de los años comprendió que no se trataba de buscar una moraleja o educar a su audiencia en los temas políticos, sino una constante sátira de las figuras y los eventos que rodean esa curiosa élite. De ahí que la evolución de la serie llevó a una transición más evidente hacia lo más atrevido y hasta lo más absurdo. Con los acontecimientos actuales de la realidad de Estados Unidos, la serie incrementó la exageración de los posibles escenarios que se viven durante campañas electorales y dentro de los grupos de apoyo para los candidatos. Nunca tropezó ni falló en lo que quería representar.
Pero más allá de eso, Veep creció, ante nosotros los espectadores, como una familia, dentro y fuera de la pantalla. Siempre fueron evidentes el sentimiento y cariño que emanaban de cada episodio. Eso sí, con el constante enfoque irónico, lleno de desdoblamientos posibles de sus propios personajes, así como la evolución de las historias, las cuales iban de la mano de nuevos descubrimientos para los arcos narrativos y viajes emocionales. Fueran nuevos trabajos, decisiones importantes, cambios de estrategias o personalidades ocultas, son mecanismos que la serie se pudo dar el lujo de explorar y experimentar por llevar tantos años al aire. Pero al ser esta su última temporada, el grado de lo absurdo subió para dar el mejor resultado posible. Ya no había inhibiciones.
Al principio, viendo cada episodio por semana como parte del combo de programación de HBO los domingos, parecía que muchos momentos durante la temporada sucedían solo para dar paso a esa comicidad temática, antes que la observación distanciada de los curiosos personajes. Las dudas quedaron aclaradas con el episodio final, que resultó ser un plan más conciso y meticuloso que correspondía a la eventual explosión de personalidad de Selina Meyer. Una tras otra comenzaron a manifestarse las acciones y ofrecimientos que llevarían a la protagonista de Veep a quedar completamente sola. Decisiones extremas tomadas para conseguir lo que tan desesperadamente quería: la presidencia (nunca más ser la segunda).
Cada indicio de personalidad que la serie había mostrado con Selina tuvo sentido en esos momentos de absoluta ceguera ante el alcance del poder. La concentración de la maldad en una persona por conseguir lo que más desea en el mundo es, en este episodio, al mismo tiempo, hilarante y terrorífica. Pienso, por alguna razón, en Walter White y su descenso hacia el “lado oscuro”; llega Selina Meyer y nos muestra el ascenso a la cima del mundo… y de la locura. Es ahí cuando todo cae en su lugar, ella se asienta donde siempre quiso y la serie está lista para terminar.
Gracias a la astucia de los guionistas, la historia en retrospectiva consigue ser sobre el legado olvidado de Selina Meyer y cómo cada persona a su alrededor tuvo que hacerse a un lado para que ella pudiera triunfar. Porque el elenco y las interacciones que tenían entre ellos fueron el núcleo fundamental y constante que sostenía el centro emocional. Los hilos giraban alrededor de la protagonista, pero su grupo de apoyo eran las personas que la mantenían a flote. Sin embargo, durante el final, el eje emocional consiguió sorprender de la manera menos esperada. No se iba a contentar por menos de lo que ella consideraba como su merecido lugar. En su conquista por el poder, ella misma afirma que “ser vicepresidente es como ser derrocada, desfigurada, castrada, amordazada por las bolas y atrapada en el pozo de una mina abandonada bajo dos millas de mierda humana. ¡Es un destino peor que la muerte!”. Pocas frases me han hecho reír y asustarme tanto al mismo tiempo en los años que he visto televisión. Brillante.
Al final de todo, el epílogo con el que cierra la serie deja un sabor un tanto amargo, pero adecuado para el calibre de personaje e historia que Veep construyó a través de los años. Sin olvidar un par de bromas visuales y constantes giros irónicos que se sienten merecidos dentro del mundo imaginario (que ya no lo es tanto). Esta es serie que entró por la puerta grande y sale por la salida gigante y mejor decorada para ser recordada eternamente como la gran comedia que fue. Creo que pocas veces se podrá ver una serie con este nivel de inteligencia y filo cuando se trata de satirizar la realidad. Veep vivirá en los libros de la mejor televisión por ser siempre tan despiadada, hilarante y espectacular.
Las siete temporadas de VEEP se encuentran disponibles en HBOGo.
