Muchos tendrán Groundhog Day grabada en sus memorias como una película referente, primero por ser Bill Murray y segundo, por su premisa del “día que se repite una y otra vez”. Aunque Russian Doll, la nueva serie original de Netflix, hace uso del mismo recurso, créanme que esto es algo que no han experimentado antes. Luego de haberla visto en OITNB y varias comedias por tantos años, ya era hora de que Natasha Lyonne tuviera un rol protagónico. El carisma ya lo trae consigo, y así decidió que ese papel tan esperado lo llegaría a escribir ella misma. ¿Qué mejor manera de interpretarlo a la perfección?
Lyonne, Amy Poehler y Leslye Headland conforman el trío de creadoras y yo, personalmente, vería cualquier cosa en la que Poehler se vea involucrada. Parks and Recreation es de las mejores comedias que existen, y en gran parte, fue gracias al personaje de Leslie Knope. Russian Doll se puede terminar de ver en un día. Son 8 episodios de 25-30 minutos cada uno, y ojo a este punto importante: todos fueron dirigidos y escritos por mujeres.
Nadia Vulvokov, diseñadora de videojuegos, está celebrando su cumpleaños #36 y es atropellada al salir de la fiesta para perseguir a su gato. De repente, aparece mirándose en el espejo del baño y es ahí donde el bucle de tiempo inicia. Siempre es igual, suena la canción “Gotta Get Up” de Harry Nilsson, sale del baño, saluda a su amiga Maxine (Greta Lee), ella le ofrece un puro/porro que contiene cocaína (¿o en realidad era ketamina?), sale del apartamento, muere y todo se vuelve a repetir. A veces le toma más tiempo de lo pensado, pero la muerte es esa constante. Electrocutada, cayendo por las escaleras, congelada, en una explosión, en un elevador, asfixiada, le disparan… estas son solo algunas de las maneras en las que sucumbe. Debido a su complejidad, no me quiero ni imaginar la forma en que esos guiones estuvieron estructurados…
Durante los primeros episodios, podemos llegar a pensar que no aporta algo tan nuevo ni fresco al género, pero en su segunda mitad, la historia toma un giro inesperado. No se puede categorizar como una simple comedia, porque de repente y cuando menos lo esperábamos, se esmera en explorar ese territorio oscuro de la psique humana. Prepárense para dejarse llevar y aunque sus emociones se vean manipuladas, el propósito y sus mensajes son claros: en medio de la incertidumbre, siempre existirá alguien que nos puede ayudar a salir de ese hoyo negro en el que estemos, y también hay que superar el pasado en medio de ese proceso.
Detrás de cada carcajada hay cierta tristeza subyacente que justifica lo que le sucede a Nadia, y así como una matrioshka, cada vez se van pelando más y más capas de caracterización. Su realidad comienza a colapsar y todo esto hace que lleguemos a entender algo: hasta que esté dispuesta a confrontar esos demonios internos no podrá escapar de esa especie de pesadilla. ¿Seremos narradores poco fiables de nuestra propia existencia? Ese loop infinito es tan solo una excusa creativa y llamativa para representar aquello que por tantos años atormentó a Lyonne. El arte llega a imitar la realidad y recientemente, reveló que la serie es más autobiográfica de lo que pensábamos.
Siempre se puede volver atrás y prestar aún más atención a todas las pistas o “easter eggs” que nos dejó la serie. Aunque rara vez lo haga, no veo el problema de verla otra vez para comprender todas las maneras en que se va hilando semejante historia. Algo les digo: su desenlace es satisfactorio. Es mejor comenzarla a ciegas, sin saber nada, pero aquí está el tráiler por si a alguien le interesara:
Aunque estemos apenas en febrero, Russian Doll ya es uno de las propuestas más ambiciosas del 2019. Ojalá no se les olvide cuando hagan sus listas de fin de año. Yo ya la voy anotando con un asterisco gigantesco.