Para empezar, podríamos dejar claro que Bandersnatch no es una película; ni es un episodio de una serie de televisión. Claro, está enmarcado dentro de Black Mirror y el concepto de la tecnología que envuelve y domina las historias de ciertos personajes que casi siempre tienen un final macabro. Pero este es otro monstruo completamente. La categoría que más se le puede acercar es la de un videojuego, en el cual nosotros somos los protagonistas de lo que vemos en pantalla. Eso se logra a través del mecanismo narrativo de “escoger tu propia aventura”, ideado por Edward Packard, cuando comienza a escribir libros para niños.
La dinámica de “escoger tu propia aventura”, cuando se está leyendo, es que el lector sea el personaje principal y este elija el camino que debe llevar su historia (entre dos opciones). Esto enmarcado dentro de las posibilidades que permiten los capítulos escritos por el autor. El mecanismo funcionó y tuvo su respetable cuota de éxito desde 1979. Ahora, las mentes detrás de Black Mirror deciden adaptar este artilugio (gimmick) para construir la más reciente entrega de la serie. La idea llega a tal punto que el nuevo “hogar” de la serie (originalmente de la BBC) permite que esto sea posible con ciertas configuraciones de su plataforma. Después de todo, Netflix no es solo una pantalla estática del televisor (la extensión llega hasta la pequeña pantalla del celular).
En principio, suena fascinante. La idea de que un episodio de televisión sea interactivo en cuanto a su narrativa y que involucre al espectador de una manera más activa y envolvente a la hora de ver contenido es algo que, definitivamente, genera intriga. Pero ciertas cosas comienzan a verse sospechosas conforme avanza el supuesto episodio. No se trata de una innovación dentro de su propia historia o de las maneras en que se dividirá la trama, sino en el enfoque que tendrán las distintas aristas y el resultado que pueda tener una decisión con la otra (de hecho, son elecciones bastante predecibles las que dan a escoger). Con la premisa de que la elección de un lado u otro permita el rumbo hacia uno de cinco finales diferentes, queda la duda de si el recuerdo de una narrativa (sea de cine o tele visión) es siquiera importante para Bandersatch.
Al verlo, este sería un episodio que funciona bien dentro de la idea general de Black Mirror: esa advertencia trágica de lo que podría deparar un futuro reinado de la tecnología. Pero Bandersnatch se preocupa demasiado por su artilugio, su meta comentario y la construcción técnica, que deja perdido cualquier indicio de contar una historia. Si desde un principio se hubiera convertido en la inclusión y subtexto de realidades paralelas que se entrecruzan unas con otras, el resultado habría sido un poco diferente a la hora de involucrar personajes en eso. Pero no. Por más que haya 320 horas filmadas para expandir las posibilidades de la historia, el juego siempre buscará que uno llegue a cierto punto que la narración quiere que sigamos. Entonces, ¿para qué jugarlo en primer lugar?
Claro, la idea de reiniciar algo es parte de ese círculo interminable de posibilidades que evidencian los peligros de la tecnología, esos con los cuales Black Mirror se sostiene. Pero el aspecto de finalidad de las historias es lo que nos lleva a querer verlas y disfrutarlas en primer lugar. ¿Acaso ahora queremos que las historias que vemos no terminen nunca, por más macabros que sean esos finales alternativos? Por otro lado, podría hasta ser una especie de rompimiento de la narrativa aristotélica como la conocemos, cuando un tercer acto debe llegar a un clímax y alivio para la audiencia antes de terminar, pero ¿por qué, entonces, enmarcarlo dentro de esa idea tan llamativa que distrae una cosa de la otra?
Queda olvidado el viaje (o los viajes) del protagonista que vemos o, incluso, que podemos ser (característica principal de “elegir tu propia aventura”). Porque ojo: si hacen el experimento de no elegir una opción, la plataforma lo hace por uno y lleva a los caminos que no se debería, solo para devolverse, dar otra oportunidad, reiniciar desde cierto punto la historia y seguir intentando para elegir un camino diferente. Y sorpresa: si se elige el mismo camino, ciertas opciones van cambiando que llevarán por otro pasaje de la historia al cual –tal vez– se habría llegado antes si una opción anterior fuera la que se había elegido. (Por ejemplo, spoilers: el asesinato del padre o la intención de hablar sobre su madre con la psicóloga son aspectos a los cuales el artilugio quiere que uno eventualmente llegue; de no ser así, quedaría estancado en un círculo infinito de repetición).
La pregunta, al final de todo, sería: ¿dónde cabe este nuevo formato de entretenimiento dentro de la plataforma? Por más que venga de una serie de televisión, de por sí, no muy convencional (pero serie ante todo), este no puede terminar de considerarse más que un simple juego, no una historia. Una manera de enmarcar cierta línea de publicidad y de clics que ingeniosamente engancharán a cualquiera que lo vea. Incluso, si el meta comentario y la manera de “involucrarse” con esta no televisión dentro del servicio son aspectos que tienen éxito y se desarrollan más ejemplos, entonces, ¿habría que inventar un nuevo nombre para este tipo de experiencia (sin ser videojuego, televisión o cine)? Sería, sin duda, un juego (no tan) llamativo, curioso y ciertamente peligroso el que tendría Netflix en medio de su catálogo.
Bandersatch (y el resto de las temporadas de Black Mirror) se encuentran disponibles en Netflix. Para ver el episodio interactivo, se debe actualizar la aplicación en computadoras o teléfonos inteligentes.