En una entrevista, el director de Widows, Steve McQueen, menciona que la juventud —pensada como las personas que salen y tienen el cine como actividad de recreación— ya no asiste a las salas. Solo cuando se trata de algún filme que tenga el carácter de “evento” es necesario ver lo antes posible en una pantalla grande para no perderse la conversación. Lo curioso es que solo puedo pensar en un par de ejemplos de este año para esa caracterización: Infinity War y A Quiet Place. Pero no deja de ser cierto que la relevancia de ciertas películas quede rezagada, pospuesta y hasta olvidada; esperar para verla en casa, cuando esté disponible en algún servicio o simplemente “pirata”. Entonces, McQueen se impulsa a él mismo a elevar la manera en que cuenta sus historias para que su propia película también sea considerada como un evento.
Por suerte, este director inglés, con solo tres películas en su currículum (Hunger, Shame y 12 Years a Slave), no solo logra contar una historia que entretiene por sus temas, desarrollo y circunstancias, sino que lo hace con maestría técnica y originalidad visual, las cuales, claramente, elevan el guion del cual están basadas. Y eso porque es guion ingenioso y astuto, al seguir a las mujeres que quedan viudas, luego de que sus maridos fueran atrapados y asesinados mientras escapaban de un robo. De ahí, ellas deciden tomar el trabajo del siguiente atraco que ellos tenían planeado (el matiz Ocean’s está ahí). Así les resumo los primeros cinco minutos de trama, con la intención de no contarles más y que asistan y admiren ustedes mismos la elegancia y destreza visual de esta película en pantalla grande.
Widows (Viudas) no pierde el tiempo en establecer y poner en marcha su premisa, la cual da paso a un desarrollo pausado —pero no menos cautivante— de su historia. Sin una sola nota musical durante los primeros cuarenta minutos de metraje, la intensidad narrativa de esta película recae en su cuidadoso ritmo y en las impecables actuaciones. Estas últimas llevadas por un elenco de primera que nunca pierde la fuerza de sus partes ni de su carácter coral (todos son excelentes). Jamás se siente como si tuviera exceso de personajes. El viaje emocional es colectivo, y son las partes específicas las que conjugan y contienen el desenlace final.
Como su fuera un rompecabezas, cada pieza se hace visible y se acomoda en el espacio narrativo para atar los cabos planteados al inicio. Los hilos del argumento se van juntando y toman sentido en conjunto, luego de haberlos visto por separado, un tanto dispersos. Esto, McQueen lo logra con imágenes sugerentes que terminan siendo cuidadosas e inventivas en el espectro general de la película. Las emociones y profundizaciones se muestran a través de reflejos y de ángulos inusitados que hacen cada encuadre parte vital para la historia. La atención a estos detalles visuales ameritan poder apreciarlos con verla varias veces.
Mientras desarrolla su argumento, Widows hace reflejo de temas actuales de la sociedad y moldea a sus personajes a través de eso. Los descontentos con lo político y las muestras injustas de corrupción y brutalidad son parte de una historia protagonizada por aquellas personas que son vistas, pero no necesariamente observadas. Es la preponderancia de mujeres subestimadas, obligadas a tomar la acción en sus manos, incluso cuando no se las cree capaces de hacerlo. Es el retrato más atinado de la resistencia y fortaleza femenina, sin perder de vista los aspectos que las hacen más atentas y sensibles (la maternidad y, en este caso, el cuido de la perrita más valiente e intrépida). Pero, curiosamente, entre los roles y acciones que espera la sociedad que las mujeres tomen, los papeles no se intercambian con los hombres, sino que se desarrollan en sus propios términos, mientras ellos se distraen con sus juegos políticos, sin darse cuenta de que tienen la mayor amenaza frente a sus narices.
Así, Widows hace el balance entre su texto y su subtexto, siempre concentrada en unir los hilos narrativos (y pistas visuales) planteados al principio. Incluso, hay triunfos silenciosos no siempre mostrados, representaciones de acciones que cuentan la historia a través de la cautela que reflejan los personajes, que el director intenta capturar. Los paralelismos tienen sentido al final y no dejan de sentirse orgánicos una vez que el desenlace llega (¡y qué desenlace!).
No muchas películas consiguen llamar la atención de los espectadores como para merecer un viaje a la sala de cine (más ahora con las pantallas en casa y los catálogos por internet). Si no se trata de franquicias enormes, conocidas o continuadas, las demás opciones se piensan dos veces antes de ver (una lástima). Widows llega y se abre paso, mientras pretende desafiar esa expectativa para que estas narraciones particulares sean vistas como grandes eventos, merecedoras de ser vistas y conversadas durante sus estrenos, no cuando salen en video. No importa que sea entretenida y para pasar el rato (escapismo del bueno), la historia puede tener sus matices de seriedad y, más importante aún, quedar en la memoria de la audiencia por las imágenes que la cuentan. Esas tan poderosas representadoras que más nos hacen recordar las cosas a largo plazo.