Devolvámonos al 2010
Estaba en la plena adolescencia y mi escudo -contra todo- era la música. Cuando le presté atención a un disco que había estado en mi casa, tal vez desde que tengo memoria: una portada negra con un prisma que de un lado tenía un destello de luz y del otro un arco iris.
Le di play y me preocupé, “¿cuándo empieza esto?” pensé (lo sé, ¡que vergüenza yo!)
Pero apenas empezó a sonar Breathe (In The Air), mi cabeza se abrió a este mundo que antes desconocía e ignoraba.
Saltemos ocho años al futuro.
24 de noviembre, 2018.
Eran las siete de la mañana y ya estaba afuera del estadio haciendo fila junto a Daniela, mi acompañante del día. Encontré menos fila de la que esperaba. De seguro íbamos a estar en la primera fila de gramilla. Pasaban horas que sentíamos como días. En la prueba de sonido escuchamos el intro de Time, Mother y Wish You Were Here.
Ya con eso las ansias obviamente iban aumentando.
En dicha fila había de todo, desde hermanos y hermanas, amigos, padres y madres con sus hijos o hijas. Gente mayor de 40, otros menores de 20. Todos juntos en una misma fila para ver a un músico que de una u otra forma nos cambió la vida, nos dio fuerzas o incluso tal vez solo nos hizo conectarnos con alguien. Cada uno tiene su versión y su razón de estar ahí.
A tiempo pero con algunos problemas, comenzamos a entrar al estadio. Falla del lado de seguridad creyendo que la táctica de dividir la entrada en seis filas iba a funcionar pero más bien provocó empujones y caos para entrar.
Ya adentro en el estadio la emoción no paró, con una tarima y unas pantallas enormes, la espera de poco menos de tres horas se hacía eterna y la emoción ya no daba a más.
Y así vimos cómo poco a poco, cada localidad se iba llenando. El dato de las 46000 personas que iban a asistir, se veía más y más como una realidad.
Todos emocionados y felices, con una sonrisa en su cara. Ya estábamos a unas cuantas horas de lo que sería un antes y un después en nuestras vidas.
A las siete en punto, las luces se empezaron a apagar y en las pantallas apareció una figura misteriosa viendo hacia el mar. Sonidos de playa, un barco, gaviotas todo sonaba como si uno estuviera ahí. Los parlantes, acomodados de una forma en la que diera un sonido estilo surround hacía que todo se sintiera más envolvente.
Nuestra editora Jenny, quien también estaba en el concierto, notó esto:
no había ningún parlante frente al público en la tarima, ni en ningún otro lado, como es usual en conciertos y que hace que el sonido más bien sea abrumador y usted no pueda hablar con alguien sin que sea a gritos
Luego de esto comenzamos con lo bueno y aquí volvemos al tema de The Dark Side of The Moon porque ¡qué forma de abrir un concierto! con Speak To Me e inmediatamente después Breathe (In The Air). Escalofríos en todo el cuerpo. Todo el mundo perdiendo la cabeza al mismo tiempo. Esto estaba sucediendo. No era un sueño pero de igual forma, todos despertamos.
Breathe, breathe in the air
Don’t be afraid to care
Leave but don’t leave me
Look around, choose your own ground
Una multitud cantando eso, todos en una sola voz. Eso no era Spotify ni YouTube. Eso estaba sonando en vivo, al frente de todos nosotros. Y eso solo era el comienzo.
One Of These Days, Time y después The Great Gig in The Sky. Los visuales cada vez se veían mejor, los músicos, las coristas Jess Wolfe y Holly Laessig, cantantes de la banda Lucius, se lucieron como ni siquiera me lo pude haber imaginado.
Luego de Welcome To The Machine, que obvio, sonó increíble, tuvimos una seguida de tres canciones del disco Is This The Life We Really Want? El cual se nota que no era la prioridad de la mayoría de los espectadores, incluyéndome, sin embargo tengo que admitir que The Last Refugee tanto por la música como por el video que tenía en las pantallas me sacó un par más de lágrimas. Qué belleza de canción.
Después de eso, nos tocó el corazón a todos. Wish You Were Here. Sonada en la radio hasta morir. Pero nada le quita que a todos se nos detuvo el corazón por unos segundos cuando la guitarra, sí, ustedes saben de esa guitarra, empezó a sonar. Lágrimas en las mejillas de todos alrededor mío, nuevamente, incluyéndome.
Y luego de eso, nada más y nada menos que The Happiest Days of Our Lives, Another Brick in The Wall Parte 2 y 3. Otra de las que todos conocemos, hemos escuchado y cantado en algún momento. Luego, uno de los momentos cumbre de la noche cuando niños del Oratorio Don Bosco salieron a cantar el coro de la canción y pues todo el público se emocionó como si fueran nuestros familiares. Un hijo, una sobrina, un primo, llámenlo como quieran. La euforia de todos era igual.
Luego hubo una pequeño intermedio de alrededor veinte minutos con visuales que nos incentivaba a resistir. Resistir la censura en el internet, el neo fascismo, John Bolton, Donald Trump, Jair Bolsonaro. Todos esos cerdos.
Y así, volvimos y transformaron la pantalla en la famosa portada del disco Animals, con chimeneas y el cerdo incluídos, todo para escuchar Dogs y Pigs (Three Different Ones). En su totalidad, esos 28 minutos en la que consisten esas dos canciones. La cereza en el pastel fue otro cerdo, muchísimo más grande, que fue paseado por todo el estadio solo para dejarlo caer en la cabeza de todo un grupo de gramilla, grupo en el cual por fortuna, estuve incluído.
Money, Smell The Roses, Us and Them. Ya no sabía ni qué esperar. Ya ni siquiera intentaba hacer el intento de predecir qué era lo que venía. Con Brain Damage, el juego de lásers y el prisma. Aquel prisma que conocí hace ocho años, estaba ahí, logrado con el mejor juego de lásers que he visto en mi vida. Esto hizo que la experiencia para cada uno fuera diferente, pues tomando en cuenta que en cualquier lugar del recinto se veía distinto, fue única para cada uno de los que estuvimos ahí.
Antes de terminar, nos quedaban un par de canciones y eran igual de importantes.
Hace un poco más de siete años, en ese mismo estadio, en la visita de Pearl Jam a nuestro país, la banda tocó Mother, parte del famoso disco de The Wall. Este 24 de noviembre del 2018, esa canción sonó de nuevo en esta ciudad, sin embargo, con la diferencia que esta vez fue el mismísimo autor de dicha canción.
Con una dedicatoria a la mamá de Roger y con una respuesta a la pregunta “Mother should I trust the government?”, sacando un cartel que decía “In Costa Rica – Why not?” logrando que todo el mundo perdiera la cabeza y que nos quedara una visión de lo que deberíamos hacer para mantener este país. Por fortuna le dejamos buena percepción.
Comfortably Numb para cerrar. Obvio. Y fue la última prueba de que esto no era un sueño. Por última vez en la noche, todos cantaríamos en una sola voz. Pirotecnia, para el cierre y solo así, terminó lo que para muchos podríamos considerar el mejor concierto que se ha visto en nuestro país.
No sé qué podremos esperar para el futuro pero de seguro a cualquier artista que llegue a venir va a tener muy difícil superar lo que vimos, escuchamos y sentimos un 24 de noviembre del 2018.
*Fotografías tomadas del Facebook Oficial del evento Roger Waters En Costa Rica
* Video The Great Gig In The Sky – jdesandozequi
*Videos Brain Damage/Eclipse y Comfortably Numb – Francisco Huete Montealegre