Una historia bien contada, además de entretener, puede cambiar percepciones sobre una realidad distinta a la nuestra. Esto se cumple a cabalidad con El Baile de La Gacela, la más reciente película del director costarricense Iván Porras.
A pesar de que no han sido pocos los esfuerzos de la pantalla grande por reflejar las vivencias y situaciones que enfrentan los adultos mayores, sí es un reto representarlos como seres humanos vivos y no la versión melancólica o desmejorada de quien alguna vez fue joven.
El Baile de La Gacela rompe paradigmas relacionados a la autonomía del adulto mayor y a su papel dentro de la sociedad. Sus protagonistas transmutan libremente de simples espectadores a ejecutores de anhelos personales que fueron olvidados por creerlos fuera de su alcance.
En esta película, conocemos a Eugenio (Marco Antonio Calvo), un hombre de 72 años que vive recordando con amargura una oportunidad que nunca logró concretar en su juventud como jugador de fútbol, cuando también era conocido como “La Gacela”. Por insistencia de su nieta, Eugenio se une a un grupo de adultos mayores llamado Crepúsculos Dorados, cuya principal actividad es bailar.
A partir de ahí, Eugenio debe enfrentar circunstancias tanto adversas como favorables mientras intenta retomar las riendas de su vida. Lo acompañan Carmen (Vicky Montero) y Daniel (Patricio Arenas), quienes se convierten en algo más que sus cómplices en la pista de baile. Él deberá abandonar complejos y prejuicios cuando se propone trabajar para asegurarse un triunfo, mientras se conecta emocionalmente quienes lo rodean en esta misión. Carmen le demuestra que una mujer puede liderar y “llevar a la pareja”, mientras que Daniel le enseña algo más que nuevos pasos en la pista de baile: el reconocimiento de las personas sexualmente diversas como seres humanos que merecen tanto respeto y cariño como cualquiera.
Esto me lleva al siguiente punto, que considero sumamente relevante en El Baile de La Gacela, y es la manera sincera con que esta película aborda el tema de la sexualidad de las personas mayores. Aun cuando es una conversación siempre actual, relacionada a la salud mental y física de las personas, al adulto mayor muchas veces se le excluye de esta realidad. De forma sutil, pero realista y respetuosa, El Baile de La Gacela evidencia que la actividad sexual no debe ser vista como exclusiva para personas en edad reproductiva. Una vida plena es vital aceptar, amar y abrazar la adultez con todo lo que conlleva el paso de los años.
El éxito en El Baile de La Gacela
Esta comedia dramática enternece porque retrata a sus personajes de manera muy hermosa. Sus actuaciones son sencillas pero denotan un gran cariño y convicción. La enseñanza final es para todos, nunca se es demasiado viejo para para aprender, enamorarse, bailar o triunfar en la vida.
Vivamos al máximo poniéndole ritmo a cada paso que decidamos dar.
El Baile de La Gacela está disponible en Cinépolis, desde el 11 de octubre. Más información de horarios y localidades, en su página de Facebook.