Consideremos los gustos individuales en el amplísimo campo que es la música. Las maneras en que los tonos y ritmos que se entrelazan para crear una nueva composición estarán en constante reinvención en todo momento. Los sonidos en surgimiento para componer nuevos resultados comienzan a utilizarse más allá de un truco que se pierde en el ensamble. El gusto varía de los instrumentos clásicos a los sonidos sintéticos que permiten la exploración de los géneros más recientes. Para cada persona, una canción; para cada situación, una melodía.
Con eso en mente, vengo a contarles la agradable sorpresa del otro día, cuando un álbum que estaba destacado en la sección de “recomendaciones” resultó impresionarme más de lo que esperaba. Me refiero al segundo disco del grupo Years & Years, Palo Santo, una bocanada de aire sintético musical con incienso que me encantó e hipnotizó. Este es un disco que sabe, estratégicamente, utilizar los sonidos creados artificialmente que parecen haberse hecho paso diluido entre la música más popular (mainstream). Sin perder de vista la línea conceptual que parece destacar, Palo Santo consigue cambiar cada canción, sonar diferente, pero ser admirablemente cohesivo.
Desde su inicio (Sanctify), y con la canción que lanzó el grupo como segundo sencillo (If You’re Over Me), se nota el esfuerzo en crear algo distintivo y con su propia personalidad; sencillos como parte de un sello particular que, al mismo tiempo, consiguen la primera impresión más amigable al resto de la nueva audiencia (en la cual me incluyo). Estas dos canciones son la introducción al mundo diferente y más futurista que Palo Santo engloba. Ambos sencillos tienen cierta vibra desafiante, pero juguetona, como si las letras dijeran una cosa y la música representara otra. Son el inicio de la conjugación de aspectos casi sagrados que conformarán el modo de vida que las letras quieren demostrar.
Luego del comienzo, Hallelujah, All For You y Karma funcionan como una fiesta bailable que mezcla ritmos curiosamente alegres en manifestaciones de inseguridad, frustración, deseo y liberación. Los pasos de estas tres canciones llevan cierto estilo de paradoja que se sincroniza en un crescendo de ironía cósmica, como cayendo en cuenta de las realidades alrededor de cada sentimiento. Una contemplación de los hechos ocurridos y el testamento que dejan para la posteridad.
Suena Hypnotised, la única balada del disco, y reina la calma melódica, pero con la intensidad de un despertar lírico. Puesta en la mitad del álbum, llega en buen momento para absorber la idea de una espiritualidad encontrada en las notas del piano y las descripción intensa de un momento sin tiempo. El hipnotismo que describe la canción puede ser sentido fácilmente por quien la escuche. De ahí, Rendevous y Preacher continúan la fiesta bailable y describen una primera impresión del rechazo y el descubrimiento de los engaños. Buenos agregados que funcionan como puente entre los cambios melódicos y el arco rítmico que propone el disco.
El clímax llega con las mejores dos canciones: Lucky Escape y Palo Santo. La primera, una maravilla melódica de liberación y orgullo ante el reconocimiento de saber que no hace falta estar con quien engaña y manipula descaradamente. Juguetona en su ritmo, pero puntiaguda y enfática en su esencia. Y la segunda (el title track), es el abrazo de la mística pura y oscura que se enciende con fuego y se permite disfrutar ante los placeres prohibidos del mundo. Ambas de cuidadosa producción y arte en sonido que penetra y deja profunda huella. De esas composiciones que se les puede encontrar algo nuevo con cada repetición.
(No puedo olvidar mencionar la maravillosa voz de Olly Alexander, quien sabe exactamente cuándo elevar y aquietar su tono en los momentos indicados. Es sutil y expresivo —y, a la vez, potente— cuando canta).
Entonces, con atinada y concreta producción, reflejada en los inteligentes sonido sintéticos, las melodías se hacen cargo de representar la parte más clásica del disco (su gusto por la melodía pop). Junto con la idea de regresar a lo tribal, cada canción deja el rastro de humo aromático de absorción mística y espiritual. Por eso, mientras Palo Santo entra en un universo del futuro y reconoce las fortalezas del pasado, termina de adaptar las cualidades del presente para crear su propia religión; se baña en ella y concede que quien la escuche pueda unirse y ser parte de la experiencia. Pocas veces un álbum completo así consigue llamar mi atención —en completo disfrute de todas y cada una de las canciones que lo componen— como para ameritar una (primera) reseña como esta.