Llega el día y la familia Parr regresa como si nada hubiera sucedido. Sus dinámicas se mantienen, la vida continúa y nuevos enredos surgen de manera sutil y orgánica. Porque por más que parezca una continuación de lo que ya conocíamos, Incredibles 2 (de Pixar) concibe su estructura con destreza y cuidado, como filme que es. Una manera de volver al mundo que es tan familiar, pero con nuevas ideas que aparecen poco a poco en una narrativa precisa e imaginativa.
Mientras que la primera fue una sorpresa tan bien confeccionada y recibida, el entusiasmo y expectativa para una segunda se elevaba a muy altos niveles. Por suerte, la idea de una continuación no aspira a más grandiosidad, sino a enfocarse en los detalles más pequeños que pueden significar algo un poco diferente. Así, el interés de una segunda parte no recae tanto en un viaje peligroso o muy espectacular (aunque tiene su elevación del riesgo como punto de apoyo para que el filme tenga sus muy bien logradas secuencias de acción). Al contrario, la grandeza de Incredibles 2 es que la aventura más importante reside en los lugares más inesperados que los personajes deben enfrentar fuera de la zona de confort y en los detalles que los unen y diferencian. Los actos heroicos y de valentía no necesariamente tienen que venir de conflictos, pleitos e innecesarias escenas de acción.
Brad Bird, creador, escritor y director, se dedica a mostrar lo que sucedería cuando la madre tiene que salir a combatir el crimen y el padre debe lidiar con lo que menos está acostumbrado: el cuidado diario y constante de los hijos. Resulta un poco de demostración y subtexto evidentes para el universo retro-moderno en el que habitan los Increíbles, pero funciona de manera orgánica y sin sentirse forzada. Es el balance adecuado entre la línea más convencional de superhéroes y la parte más interesante en el nicho del hogar. No tanto así a un grupo de nuevos superhéroes, que aparecen sin mucha relevancia como personajes o para servir el avance de la trama; es el único desliz de la película.
De pronto, la familia completa se ve en la difícil tarea de lograr hacer bien las cosas que con menos facilidad pueden realizar, cada uno en su propia manera y en el momento oportuno. Mientras que Elastigirl debe enfrentar sola los problemas de la calle y procurar encontrar un punto medio en el que quiere el bienestar constante de todos los miembros de su familia, Bob se ve en la difícil tarea de adaptarse a la vida casera, que resulta más difícil de lo que esperaba. Por otro lado, Violet debe aprender a dejar de ser invisible en sus propios términos (con escenas geniales con el chico que le gusta), y Dash, por otro lado, en lugar de su parte física, debe ejercitar la mental. Todo con la idea profundizar a los personajes que ya eran apreciados.
Es cuando surgen las verdaderas estrellas de la película (y Bird se dio cuenta de esto a tiempo): los tres hijos increíbles. Cada vez que interviene uno de los chicos, la pantalla brilla con ingenio, probando que la profundización de los tres en la primera da para las secuencias más interesantes y entretenidas en la segunda. Y, al darle protagonismo a Jack Jack, cada secuencia de derroche de poderes es un gusto de ver y de reír: imaginativas y dinámicas. Genial.
Y es que Incredibles 2, por más que esté ligada y posicionada en el género de los superhéroes, destaca —y por mucho— al ponerle más atención a aquellos aspectos que definen a sus personajes dentro de la historia y como desarrollo narrativo. Los pequeños momentos son los que la elevan por encima de la media, además de permitir que el foco de atención sirva a todos los integrantes de la familia protagonista. Claro que sus secuencias de acción no dejan de ser emocionantes y maravillosamente articuladas en su ingenio visual. Encajan a la perfección con el ritmo y atmósfera disfuncionalmente heroica de la película.
Así, la tan esperada secuela de una generación consigue llenar las expectativas mientras confecciona un filme concreto, pulido y relevante (el trabajo de animación está en su mejor momento). Sin preocuparse por qué dirán los demás, Incredibles 2 se mantiene en balance astuto entre sus momentos amenos, los humorísticos y los más maduros que consiguen el excelente resultado final. Deja demostrado que es más entretenido (y hasta más inteligente) pasar el rato con esta familia —en sus mejores y peores momentos— que con la mayoría de los superhéroes del cine de hoy.
