Cuando las series consiguen tener éxito durante su primer año y tienen una idea de cómo podrían avanzar en el futuro, la noticia de una segunda temporada siempre es de enorme optimismo (para fanáticos, pero para el resto del equipo, también). No solo porque se podrá continuar la historia original que se planteó inicialmente, sino que pueden explorarse nuevos territorios y tomar riesgos para agilizar la serie. Eso sí, los segundos años siempre son los más difíciles de hacer bien, al correr el riesgo de repetir o reciclar los temas del principio.
El mejor de los casos es encontrarle otras dinámicas a los personajes y arriesgarse un poco más con las historias que se cuentan. De esta manera, destacan, por su mejoramiento y confianza en lo que estaban contando originalmente, dos originales de la famosa plataforma roja: Santa Clarita Diet y A Series of Unfortunate Events, ambas en su segundo año. Si algo lograron estas dos series fue encontrar un balance entre la manera tradicional de hacer televisión y los lineamientos que deben seguir por lanzar su contenido en línea. Es algo digno de notar y de encontrar dentro de los mecanismo de la serie misma, no tanto como un producto más que suma al montón.
Esto no sucede muy a menudo con las series de Netflix. Al ser filmadas de una sola vez y lanzados todos los episodios al mismo tiempo, no siempre se puede reparar en los detalles que consiguen mejorar; o en apreciar las estructuras capitulares que sí se pueden lograr con las producciones de la plataforma (el mejor ejemplo de esto es The Crown). Se trata de lograr diseñar cada episodio de la temporada como uno solo, sin que afecte la integridad de narración contenida ni que desentone con el resto, para aquellas personas que las ven en maratón. Por eso, al tomarme mi tiempo en disfrutar y digerir estas dos segundas temporadas, me encontré en la alegre posición de verlas con mejores ojos que durante sus primeros años.
Por un lado, Santa Clarita Diet (cursi y muy desordenada, pero demasiado fácil de ver) deja atrás los clichés de su inicio y planteamiento de premisa para encontrar su núcleo argumental más enfocado. Aunque estuvo presente durante su primer año, la dinámica de la relación matrimonial principal de la serie se expande y se divide entre sus cuatro protagonistas. No se trata de amoríos ni asuntos muy conocidos desde lo romántico; más bien, fue el atinado descubrimiento de la familiaridad que hay entre estas personas que les une cierto detalle sobrenatural (incluidas las diferencias en carácter).
Mientras tanto, las escenas sangrientas y más gore/comedia que abundaron en la primera temporada, ahora tienen más sentido y quedan mejor justificadas. Dentro del arco narrativo general, las escenas graciosas (y violentas) vienen de la mano de un mejor crecimiento y evolución de personajes. El camino hacia el descubrimiento de qué le sucedió a Sheila está lleno de problemas de comedia de enredos que ya no parecen forzados. Santa Clarita Diet ya no es solo para aquellas personas que disfrutan de un humor más macabro, sino para aquellas que quieren ver una comedia para pasar el rato con personajes agradables y de situaciones enredadas (la conocida hang out comedy en inglés).
Por otro lado, siempre con un estilo particular, pero más dirigido a un público un poco más general, regresa A Series of Unfortunate Events, la primera vez que son adaptados los libros más tardíos de la famosa saga. Esta tampoco se había salvado de un comienzo lento, casi aburrido y con un sinfín de puntos muertos. La magia de ciertos momentos no alcanzaba para salvar el resto de los insoportables alargamientos innecesarios. Curiosamente, la permanencia y continuidad inmediata hizo que los actores se les sintiera más cómodos en sus papeles y en las personalidades que destacan el ese curioso mundo (en especial, los tres niños principales).
Durante el inicio de la continuación, la serie no se escapa de esa mismas fallas; pero, conforme avanza, el gusto y manejo de esas dinámicas absurdas y giros narrativos permite que tengan sentido en la historia general de los huérfanos Baudelaire. Ya no se trata solo de aventuras aisladas (a veces, demasiado estiradas) que siempre terminaban en desgracia. Ahora, cada acción se hace con un propósito y los riesgos que surgen con cada episodio son más intensos, siempre dentro de los parámetros de la atractiva extravagancia.
Más aún: las circunstancias que hacen crecer a los huérfanos Baudelaire permiten que los temas más infantiles se desdoblen en tonos más oscuros y de significativa profundidad. Es cuando, durante los episodios ocho, nueve y diez de la temporada (excelentes), la tensión se eleva y los peligros que enfrentan los protagonistas hacen que deban tomar decisiones que jamás se hubieran imaginado. Resultan maneras inesperadas de evolucionar a estos personajes que se vuelven cada vez más interesantes al seguirles la pista. Son aspectos de guion (y de una mejor visión de lo que se quiere contar) mejorados que siguen siendo acompañados por música y diseño de producción impecables y tan originales como para completar la experiencia de entrar en ese curioso mundo tenebroso.
—
Así, aunque vengan de premisas exageradas y basen sus imágenes en bromas visuales más fantásticas, Santa Clarita Diet y A Series of Unfortunate Events dejan un buen sabor luego de ser vistas. Eso sí, siempre conservando la esencia que las definió como posibles éxitos apenas estrenaron y como parte de ese mundo de las maratones, pero que se benefician cuando, justamente, no se las consume así.
Al haberlas visto con más lentitud y “saboreando” cada episodio de la respectiva temporada, estas son series que valen la pena hasta repetir, especialmente por el hecho de que la plataforma aceptó tenerlas en primer lugar. Cualquier otro momento, ninguna cadena de televisión se habría atrevido a producirlas. Vale la pena darles la oportunidad. Y con nuevas temporadas aseguradas, espero volver a disfrutarles el tercer regreso tanto como me sorprendió el segundo.
Santa Clarita Diet y A Series of Unfortunate Events están disponibles (todas sus temporadas) en Netflix.