Later!
Siempre se dice que una película es un viaje. Puede ser un viaje a un lugar conocido o sin descubrir, puede ser desde una perspectiva y hasta en un vehículo que funcione como mecanismo principal de la narración. Pero hay viajes que son hacia adentro, hacia esos lugares interiores que no siempre se pueden imaginar. Cuando eso sucede, debe haber mucho más cuidado para que el resultado final sea exitoso. Generalmente, las películas que se adentran en los universos internos de sus personajes son las que mejor representan esos viajes. De adentro hacia afuera.
En Call Me By Your Name, entramos al mundo de Elio. Con curioso gusto por demostrar la personalidad y atributos de este muchacho, esta es una historia sencilla, pero de enorme profundidad. Durante un caluroso verano en Italia de 1983, la llegada de Oliver a la casa de los Pearlman sacude y define el proceso de química y conexión que surgirá entre él y Elio. Resulta una historia de autodescubrimiento, amor, romance y de merecido erotismo.
Bajo la dirección del gran Luca Guadagnino (Io sono l’amore*), la historia de Elio toma forma a través del calor, la atmósfera, el paraje italiano y los pequeños detalles que lo definen como personaje. No se le escapa nada cuando se trata de los pequeños momentos que permanecen en la visión de mundo de Elio. Si el calor puede hacer enlentecer los movimientos de una persona, aquí, esa lentitud da paso a que cada escena se tome su tiempo, su movimiento y su adecuada sensación. El tiempo parece no ser importante (hasta que lo es).
Es a través de los sonidos, las notas del piano y las imágenes llenas de calor del verano que Call Me By Your Name cobra vida. Con planos abiertos para admirar el paisaje y con los secretos escondidos en las estatuas antiguas, cada diálogo apunta hacia algo más; lo sugestivo es sutil, pero siempre lleno de intención (ese es el excelente guion del veterano James Ivory). La perspectiva es desde la adolescencia, por eso, la cámara permanece suficientemente alejada, consciente del mundo externo. Los encuadres son diseñados desde la visión de mundo del protagonista, cuando cada movimiento es parte de una sinergia de cuerpos que no pueden negar el magnetismo que los atrae. Él, cerrado y acostumbrado a cierta comodidad; el invitado, siempre mostrado de lejos, inalcanzable.
Cuando la intensidad de Elio se eleva junto a su despertar sexual, esos espacios del encuadre se reducen, el paisaje pasa a segundo plano. Los jugueteos deben quedarse entre las sombras mientras la luminosidad apabullante los persigue. El calor no da tregua. Así, las escenas sexuales tienen sus cortes más repentinos, como los saltos alborotados en la mente joven. Y cuando el mismo Elio se relaja y olvida que nos dejó entrar en su historia, el director lo respeta y le da su espacio de privacidad.
Cuando Elio recuerda con eterno cariño y profunda tristeza sus momentos con Oliver, Call Me By Your Name cierra su historia específica, la guarda y la pone en un lugar seguro para cualquiera que quiera llevarla y apreciarla en privacidad. El relato resulta la puerta abierta para conocer las emociones puras y más intimas de este muchacho que simplemente se enamoró. Timothée Chalamet es sublime, magnético y absolutamente extraordinario.
Mientras muchos prefieren evadir o dejar ir sus propios recuerdos, Call Me By Your Name siente y no olvida. Vive los mejores momentos, sufre los de tristeza y demuestra la fuerza de las emociones humanas cuando están al descubierto. Se permite presenciar ese curioso vistazo a un chico que descubre que ama a alguien, pero no sabe qué hacer al respecto. La suerte es de nosotros como espectadores: se nos da permiso de ser parte del viaje de Elio y de acompañarlo en el descubrimiento del sentimiento más poderoso de todos, el que es hoy más universal que nunca.
Calificación: 10
*Io sono l’amore es otro filme extraordinario de Guadagnino que, por suerte, está disponible en Netflix. Hay que verlo mientras todavía se puede.