Cuando se da el momento adecuado y las diferentes recomendaciones de TV ya culminaron el año, es importante darle campo a aquellas que quedaron escondidas entre tanta. La conversación del año giró alrededor de diferentes narrativas, más complicadas, más espectaculares y hasta de temas muy serios y relevantes. Cuando no hay tanta ambición o motivos sociales importantes, cuando lo que se quiere mostrar no es más que una simple mirada a la vida de una familia, Better Things aparece y sobresale.
Si la visión del primer año fue una que balanceaba la introducción del personaje principal y su vida de trabajo y familiar, esta vez, el enfoque es completamente maternal. Haciendo a las tres hijas parte fundamental de la narrativa y las relaciones que se manifiestan entre las cuatro, Better Things sigue las pequeñas y grandes cosas que suceden alrededor de Sam.
Ahora, con su regreso, sin alardeos ni excesos, las historias que cuenta Better Things son audaces e inventivas por sí solas. No hay grandiosidades o imágenes impactantes; la construcción de cada secuencia sirve para demostrar el poder de aquellos elementos más pequeños o ignorados. Se trata de encontrar profundidad en la normalidad y cómo las mejores partes vienen de los momentos íntimos y las reacciones interiores que surgen a partir de los pocos acontecimientos de trama pura.
La grata sorpresa para la serie sucedió cuando Pamela Adlon fue la única representante en los premios Emmy, al ser nominada como mejor actriz en una comedia de este año (2017). Este tipo de nominaciones son el reconocimiento y descubrimiento para muchos de que la serie existe y así pueda ser explorada y más conocida poco a poco. Pero su trabajo como actriz es solo una parte de la maravilla que Adlon consigue en Better Things. Siendo la directora de toda la temporada y escritora (junto a Louis C.K.*) de casi todos los episodios, la huella que deja es más importante de lo que muchos pensarán.
*(Las más recientes acusaciones contra Louis C.K. son lamentables, imperdonables y de enorme peso como para dejar de lado o ignorar. A pesar de eso, no hay duda de que su voz creativa se hace presente implícitamente en el estilo de la serie. Pero como Pamela Adlon es el núcleo y corazón de su serie —y porque esperamos que la mayor parte de lo genial que es venga de ella— aquí alabaremos el producto final, lo que muestra y representa, no el proceso formal anterior que, de todas maneras, como espectadores, no llegamos a ver).
Al tener la idea de mostrar la vida más común y concreta de esta familia (de la manera más interesante posible) da paso a que los enfoques valientes, de personajes más variados, sean explorados y financiados sin tanta duda por las cadenas de televisión. Es la demostración de situaciones cotidianas que conforman una serie interesante, valiente y bondadosa para conseguir las increíbles secuencias y monólogos, capaces de hipnotizar de ocurrencia en ocurrencia.
Y con Sam a la cabeza, un personaje tan complejo, seguro y bien construido, Better Things solo brilla y brilla y deja cada entrega como si uno acabara de ver lo mejor del año. Cuidando sus temas y conceptos dentro del universo que Pamela Adlon logró crear, lo mejor es que los episodios pueden hablar de maneras diferentes para cada persona; con respuestas parecidas, pero con historias diferenciadas. Esta pasión de su creadora es la que hace que este tipo de series más pequeñas, sin tanta conversación en su momento, sean las que perduren en el tiempo y en la historia de las narraciones televisadas.
