Una Love Actually, envuelta en papel de Navidad

Sergio Beeche Antezana
Sergio Beeche Antezana

 

 

 

Una tradición no se forma sola. La constante repetición y conservación de alguna actividad hace que los momentos de algún tiempo anterior puedan regresar. Ese apego a las emociones de una mejor circunstancia será la puerta a los soplos de felicidad que tanto anhelan los seres humanos. Por eso, las particularidades que permitan ese regreso siempre vendrán en forma de tradición, generalmente, de manera anual.

Una actividad, por ejemplo, es ver un filme en conjunto; alguno que capture lo mejor de la esencia de ese momento que se quiere recordar, traer al presente y revivir esos recuerdos. Es el escape perfecto de las preocupaciones y una anticipación por conseguir evocar ese espíritu en uno.

Love Actually
Love Actually

Por curiosas razones de la cultura (y sus manifestaciones), cierta película que reúne nueve historias en un solo metraje se convirtió en la tradición navideña de muchísimas personas. Y es solo por estar ambientada durante las semanas antes del día de Navidad que Love Actually es ahora considerada como filme para ver en esta época. Estrenada hace ya catorce años (en el 2003), el núcleo de las historias se centra en las diversas manifestaciones de amor que puedan surgir durante esa temporada (este es, sin punto medio, filme que se ama o se odia).

Love Actually
Love Actually

Llena de momentos poderosísimos (rebosantes de emocionalidad y de alegría festiva) y llena de chistes desgastados con el paso del tiempo (pero todavía una con su chispa de genialidad), Love Actually se permite preocupar solo por su propio mundo. El resultado que devenga de las historias de sus personajes fue, es y será la clave para que este filme funcione y sus posteriores copias fallen en el intento. La calidad de cada momento llegó al punto de poder recordar y consolidar varias escenas a la iconicidad por la que son reconocidas ahora. Desde un punto de comedia romántica, agradable para cualquier tipo de público, el triunfo es inigualable.

Love Actually
Love Actually

Aquí, no se trata de buscar significados o de despreciarlos. Más bien, antes de pensar en alguien más, cada personaje busca su propia resolución positiva. Love Actually es película egoísta (lo que la llevó a su bien intencionado, pero terrible intento de continuación, el cual pretenderemos que no existe). Pero en su egoísmo encuentra confort y anhelos que cualquier persona puede llegar a tener. Son sentimientos clásicos, envueltos en una recolección de escenas bien construidas (como mini cuentos) que invitan al espectador a instalarse en ese mundo mientras sueña con el suyo propio.

Love Actually
Love Actually

Entonces, Love Actually, entre muchísimo cliché, salidas fáciles y diálogos forzados cuando se les pone mucha atención, decide demostrar el verdadero tema que la caracteriza. Por más que se trate de un final feliz, uno devastador, embarazoso o hasta inesperado, lo más importante (en Navidad y en cualquier otra época del año) es aceptar la realidad en la que se vive y dejar que siga el curso que debe tomar. El verdadero núcleo de cada historia —y la razón principal de su éxito— es el curioso sentimiento de que el cambio es inevitable con el paso del tiempo. Que siempre habrá piedras en el camino, por más que se intente esquivarlas; en especial, durante las fiestas de fin de año. Que los seres humanos somos tan predecibles como curiosamente sorpresivos: siempre en busca de ese cariño que pueda dar el otro y no del que pueda surgir para consigo mismos.

Love Actually
Love Actually

Así, Love Actually permanece y sigue siendo vista como parte de esta época que tanto se quiere sentir felicidad. Y aunque sea un poco, el filme reconoce que ese no siempre será el caso. Se trata de buscar el momento adecuado y aceptar que la felicidad es más un estado que se puede establecer en el interior, sin que las cosas en el exterior estén del todo bien. La lección más importante es recordar que las mejores cosas de la vida siempre aparecen cuando uno menos lo espera. Antes que la repetición, es la sorpresa la que nos mantiene vivos y con la mirada atenta. Con solo prestar atención, siempre existirán otros momentos y experiencias que puedan convertirse en nuevas tradiciones.

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