Wonder (Extraordinario)

Sergio Beeche Antezana
Sergio Beeche Antezana

 

 

 

Es común del ser social el juzgar a los demás. Por alguna razón, el no conocer a los demás se vuelve la manera más fácil de observar la superficie y sacar las primeras conclusiones que vengan a la mente. No siempre es el caso, pero el rechazo a lo desconocido o la aversión a lo que no se parece a la realidad acostumbrada causa reacciones conocidas que no todos admiten tener o haber sentido.

Wonder
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Con Wonder (“Extraordinario”), filme basado en la novela de R.J. Palacio y dirigido por el autor de la popular The Perks of Being a Wallflower (también coguionista aquí), esas maneras de expresión que tienen los seres humanos quedan representadas aquí, sin ánimos de ofender a nadie. Es más, la idea es exponer, con cierta comprensión, el lado de las personas que nadie quiere admitir que tiene. Una demostración del juzgamiento arbitrario que surge cada vez que alguien diferente se acerca a aquellos que no tienen reparos en rechazar a los de rasgos desemejantes.

Wonder
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A través de una estructura capitular (que se diluye conforme avanza el filme), Wonder cuenta, primero, la historia de Auggie, un niño de diez años con síndrome de Treacher Collins, y su entrada a la escuela con los demás, luego de haber sido educado en casa toda su vida. El viaje de Auggie es claro y la empatía para con su circunstancia es fácil de notar. Es la observación de cómo un chico así debe enfrentarse al mundo y los problemas que vienen con exponerse a él. El ingenio de la película viene después.

Wonder
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Conforme avanza el metraje, nos damos cuenta de que se trata, más bien, de ese aspecto del juzgamiento y rechazo social pero desde cualquier perspectiva que exista. Es un aspecto humano ante todo, haciendo de la perspectiva de Auggie el detonante para observar cómo los demás a su alrededor también son parte de sus circunstancias y cómo estas cambiarán con el tiempo. No todo sucede porque sí: cada historia es causal y producto de los ambientes en los que cada quien vive.

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La suerte es que son posiciones comprensibles y con ánimos de crear personajes antes de simples métodos de avanzar la trama. Ahí es cuando Wonder quiere darle importancia hasta a los personajes secundarios y no termina de definir el viaje de los principales. O, en todo caso, les da resoluciones más apresuradas de lo que debía. El filme hace una punzada amable de una realidad muchísimo más cruel fuera de la pantalla; es más una representación suave y cariñosa para llegar a conseguir enternecer el estado de ánimo.

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Para eso, la figura central queda bien interpretada por Jacob Tremblay (Room), quien se expresa sin problemas detrás de todo el maquillaje prostético. Sin embargo, es Julia Roberts quien vive, siente e interioriza a su personaje en una de las mejores actuaciones que ha dado en los últimos años. Su compasión y protección de madre resultan en una vibración que traspasa la pantalla. Increíble. Incluso, el pequeño Noah Jupe sorprende con la facilidad en que demuestra cariño desde su personaje, Jack Will, y hacia las emociones que debe encarnar como mejor amigo. Formidable ternura histriónica.

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De esta manera, las buenas intenciones de Wonder la colocan como filme de gran corazón y de inmensa humanidad hacia sus personajes; todos los que decide caracterizar. Sin pasar como maravilla formal o de mucho espectáculo, el contenido y la importancia de su moraleja hacen que este filme valga la pena. No solo para pasar un rato agradable, sino para comprender y cobrar conciencia de esas actitudes tan comunes que caracterizan a la obstinada sociedad humana.

 

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