The Good Doctor: medicina y autismo

Sergio Beeche Antezana
Sergio Beeche Antezana

 

 

 

Los éxitos de la televisión —y en general de la cultura pop— siempre serán impredecibles. Cuando se le da la luz verde a diferentes proyectos, arriesgados o no (más en el actual contexto de la Peak TV), los estudios no siempre acertarán en aquello que será catalogado como las series más vistas por el público o las más conversadas (casi siempre son series diferentes). Sucedió esta temporada con el sorpresivo éxito, en números, del nuevo programa médico The Good Doctor, adaptación directa del programa surcoreano Gut Dakteo, del 2013.

The Good Doctor
The Good Doctor

La premisa básica de The Good Doctor es en extremo común y genérica y, a la vez, un tanto particular. Que el personaje principal sea un joven autista, sin habilidades sociales, pero brillante en sus ideas, permite que exista un sentido de empatía, más fácil de evocar y comprender. Es la colocación del joven con autismo, Shaun Murphy, y sus inicios en el campo competitivo y lleno de egos de un hospital. Una mirada un poco distinta de la familiar de hace un tiempo en Atypical, con el tono cálido que tanto encantó de This Is Us.

De ahí, la parte médica de la serie sostiene y permite una estructura episódica que entrelaza los conceptos que parecen querer explorarse entre los “jefes” del hospital. Debates éticos y profesionales interesantes que dan para subtramas muy bien colocadas y establecidas con la narración principal de cada episodio. Lastimosamente, los aspectos clichés y conocidos de la parte sentimental médica están presentes, los cuales a veces la hacen un tanto exagerada, incluso para sus propios estándares.

The Good Doctor
The Good Doctor

Más abajo, en el mismo edificio, el centro de atención sigue estando en Shaun, el buen protagonista, de buenas intenciones y con un aparente corazón puro que se adentra en el mundo de la medicina y las implicaciones que tendrá con sus compañeros a raiz de su condición (el tema queda bien manejado, con delicadeza). Las maneras en que se aborda su personalidad quedan encarnadas a la perfección por Freddie Highmore (Bates Motel); su actuación es la parte más importante para que The Good Doctor funcione. Es más un enfoque sobre las relaciones interpersonales y de adaptación de él con el resto del elenco, que parece querer ser desarrollado conforme avance la temporada, pero apenas aparecen como puntos fáciles de olvidar.

Así, el éxito de la serie tiene sentido. La combinación del nuevo protegonista con el componente de salud permite temáticas creíbles en una narración serializada, pero con aspecos semanales con los cuales hay cierto grado de involucramiento (está claro que todavía hay amor por las series médicas: Greys Anatomy va por su temporada catorce—y no necesariamente de mala calidad, como muchos pensarán). Los aspectos humanos con los corporativos que redondean la serie se ven acomodados para completar el curioso éxito televisivo de la temporada.

The Good Doctor
The Good Doctor

Sin mucha más profundidad pasados sus primeros siete episodios (que son los que han salido al aire), The Good Doctor comienza consolidada y se acerca al gusto de los espectadores que buscan pasar un rato agradable con una serie bastante —me permito el término—light, con méritos suficientes como para comentarla.

Queda claro: la época dorada del antihéroe va desapareciendo y los héroes poco convencionales se abren paso en la televisión que tanto apoyó a Tony Soprano, a Walter White y a Don Draper (incluso, los chicos de Stranger Things podrían ser vistos como estos nuevos héroes inusuales, y que por eso la serie tiene tanta popularidad). Más que salvar el mundo con súperpoderes o habilidades especiales, se trata de encontrar las capacidades y fortalezas que consigan hacer del pequeño mundo en el que habitan un lugar mejor. En este caso, alguien atípico en un contexto típico. Interesante combinación.

The Good Doctor
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Así está pensada The Good Doctor: un momento a la vez, una lección semanal, un desarrollo por episodio, una discusión al día y una serie nueva que parece que llegó para quedarse. Le damos la bienvenida.

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