Algunas joyas del cine sí deberían ser revisitadas, revitalizadas y por qué no, hasta volver a hacer a hacerlas con mejor tecnología. Tecnología que no se tenía hace 20 o 30 años. Se vio con It este año y con Mad Max: Fury Road hace unos años atrás.
Películas que respetan de donde vienen, el amor que un gran público le tiene a dichas películas originales e intentan nuevas cosas, siempre manteniendo ese espíritu y esa identidad de sus predecesoras.
Pero aún así, con estos dos ejemplos que mencioné, no es el mismo impacto cultural que ha tenido It o las primeras entregas de Mad Max, en comparación a Blade Runner, el Sci-fi noir de 1982 de Ridley Scott que inspiró generaciones y sigue siendo llamada una de las mejores películas de la historia.
Un seguimiento casi de culto ha llevado a fans de todo el mundo a revisar por todos estos años las diferentes versiones de esta película, siempre intentando encontrar un nuevo significado, un nuevo subtexto o tal vez hasta nueva evidencia que respalde alguna teoría que lleve años considerándose.
Claramente, al ser confirmada una secuela de algo tan adorado por la audiencia como lo es Blade Runner, gran parte de esta audiencia tuvo miedo de lo que fuera a salir de esta secuela.
Pero con un equipo detrás de cámara conformado por Ridley Scott como productor, Roger Deakins como director de fotografía y Denis Villeneuve como director, una parte de esta audiencia, vimos mucho potencial.
Dicho potencial y la fe que se tenía por este proyecto tuvo sus frutos ya que Blade Runner 2049 es sin dudas una de las mejores películas del año, sino la mejor película hasta el momento.
De una forma extraordinaria, Denis tomó lo aprendido como fan de la película original y expandió un universo ya existente, dándole más vida sin sentirse forzado sino, siento yo, que lo hace más accesible para un público más general.
Una vez mostrando, por si no quedaba claro con Arrival, Prisoners, o Sicario, que es uno de los mejores directores trabajando en el momento.
Treinta años han pasado en este universo y este salto de tiempo se siente desde la primera vez que volvemos a la ciudad de Los Angeles. Desde los edificios, la publicidad y toda la tecnología mostrada se siente más actualizada, aunque aún así manteniendo esa parte de la tecnología análoga que también podíamos ver en la película original.
La historia, está tan bien construida que desde la primera escena ya estamos enganchados, escena en la que el agente K (Ryan Gosling), un nuevo Blade Runner de la ciudad de Los Angeles, encuentra una pista que desencadena una conspiración que cada vez crece y crece con cada pedazo de información hasta tener la imagen completa al final de la película.
Intento no dar muchos detalles porque hay muchas cosas muy importantes a lo largo de la película, pero les aseguro que todo llega a tener sentido en su momento.
Al igual que en la película original, en 2049 se tocan temas como qué es ser humano, hay diferencias entre nacer y ser creado, qué tan necesaria es un alma, sentir amor y compasión es algo exclusivo para los humanos. Y de forma sorprendente, el hablar de tales temas no se llega a sentir pretencioso, sino más bien, lo hace de forma sincera y con mucho corazón, esto viéndose reflejado de una u otra forma en la mayoría de los personajes principales.
En cuanto a actuaciones, no hay mucha queja. Ryan Gosling muestra una vez más por qué es uno de los actores más cotizados del momento y Harrison Ford da una de sus mejores actuaciones en años, más allá de un simple golpe de nostalgia un tanto vacía como se vio en Star Wars o Indiana Jones, hay una razón real para que sea parte de la historia y hace su papel con clase.
Pero a mi parecer, dos personajes que se robaron la película completamente fueron el Joi interpretado por Ana de Armas y Luv interpretado por Sylvia Hoeks. En cada escena que alguna de ellas dos aparecía, la dinámica cambiaba de la mejor forma posible. Casi se podría decir que fueron el corazón de la película en muchas formas.
Hay un personaje adicional que lo llegué a amar en muy poco tiempo por su autenticidad y calidez. Cuando vean la película sabrán exactamente de quién me refiero.
En este aspecto es donde encuentro tal vez el único problema que tuve con la película y fue con Niander Wallace, el personaje de Jared Leto. Un personaje que trata de simular la presencia de Tyrell en la película original, pero que de cierta forma se siente un tanto innecesaria.
Para hablar de la parte visual podría hablar por horas. Desde la primera toma hasta la última, esta es una muestra de tal vez el mejor trabajo de Roger Deakins hasta la fecha. Y al igual que un mago haciendo su mejor truco, uno con cada toma se pregunta ¿cómo lo logró?.
La unión de efectos especiales (excepcionales por cierto), sets y el uso de luz de formas en las que no me imaginaba que podía ser usada son algunas de las razones por las que tal vez este sea el año en el que por fin se le dé la oportunidad de subir al escenario del Dolby Theater a recibir su merecido premio de Mejor Director de Fotografía en los Oscar.
La banda sonora compuesta por Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch al igual que el resto de la película, captura la identidad de un soundtrack tan icónico como lo fue el de Vangelis hace más de 30 años y lo transporta a nuestro presente. No sin olvidar también el excelente trabajo de mezcla y edición de sonido, lo cual termina de lograr que uno se pierda en toda la experiencia de la película.
En fin, con reportes de que no tuvo un gran fin de semana en cuanto a taquilla les pido que vayan a verla en la pantalla más grande y con el mejor sonido que encuentren.
Si son fans de la primera película es casi seguro que les va a encantar esta, si no son fans pero disfrutan una buena película de ciencia ficción también es posible que la disfruten. Y si es así, pasen la voz y cuéntenle a sus amigos. Esta película no merece ser olvidada tan fácilmente. Esta película es equivalente a lo que Mad Max: Fury Road hizo con la acción pero en el área de la ciencia ficción.
Un recuerdo de por qué estos géneros siguen existiendo y una razón más para seguir viendo películas en el cine.