No tiene que suceder mucho para que una historia tenga su significación constante y definida caracterización de los momentos que conformarán el conjunto final. Outlander utiliza bastante este mecanismo narrativo —de cierta separación— cuando necesita brincar de una época a otra. Por la naturaleza de su premisa, esa es la característica constante que predomina en casi todos los aspectos de la serie; sea por su escenografía, los diálogos, el vestuario, las actitudes representadas y hasta los distintos peinados. Comienza, entonces, su tercera temporada y la serie se dedica a observar cuidadosamente a sus personajes y el estado en el que quedaron cuando los vimos la temporada pasada (una continuación directa del primer episodio y el último del segundo año).
En The Battle Joined, Outlander aprovecha esos saltos temporales, convertidos en una yuxtaposición de momentos, escenas y secuencias, para componer el primer episodio de su tercera temporada. De ninguna manera se siente desarticulada la narrativa diferenciada en género: en una, consecuencias de la guerra; y la otra, un drama humano de una relación fragmentada. Es a través del hilo conductor temático que el episodio cobra forma y se desenvuelve con una edición justa y apropiada para saltar entre época y género. Primero, ambas más distanciadas una de la otra; pasamos más tiempo entre épocas, con diálogos alargados y demostración de estados de ánimo. Luego, conforme avanza el episodio, cada secuencia está más cerca de la otra, acortando el tiempo entre narrativas y, por ende, entre los personajes mismos.
Como dos robustos pilares, Claire y Jamie sostienen el interés principal y la llama interna que moviliza la serie. En ellos se alberga el núcleo inamovible a prueba, justamente, de cualquier circunstancia externa y temporal. Ahora, la separación es evidente físicamente, pero el desarrollo de la trama está ligado a la intensa esperanza de que puedan verse una vez más. Por eso, The Battle Joined es una mirada de acceso a la dolorosa transición que deben soportar luego de separarse. Una especie de espejo entre cada una de las emociones totalmente alejadas, pero que se interconectan para formar, con buen ritmo, este episodio (de tratamiento temático cohesivo).
Pero hay diferenciación en el acercamiento visual de cada uno de los protagonistas. Jamie revive la batalla de Culloden (en 1746) mientras lo vemos siempre en sufrimiento con un primer plano incómodo de su rostro durante todo el episodio. Claire, por su parte (en 1948), nunca la vemos de cerca. Los planos alejados de la cámara reflejan el distanciamiento con ella misma y de su circunstancia; no acepta el regreso a su realidad anterior. Es apenas con la llegada de su hija que la cámara se aproxima a su rostro; eso sí, siempre con Randall a su lado, como si ahora estuviera atada a él y a ese reinicio de la vida que antes tuvo, pero que no quería de vuelta. A eso se le suma una nueva lucha muy interesante: una curiosa desigualdad y discriminación hacia la mujer (como un regreso a donde le corresponde), que vemos resaltada ante los ojos de Claire. Aspecto curioso de una época más cercana que sobresale ante la libertad que siempre la había caracterizado cuando la vimos mientras cabalgaba en los campos verdes de Escocia.
Con la atención para tantas líneas de tiempo, Outlander nunca olvida un acontecimiento que haya mostrado en el pasado. Nada queda desperdiciado en esta serie: todo sucede por una razón. Por eso, la vida de Jamie es justificada al ser el único que sobrevive a las ejecuciones posteriores de la batalla, por haber perdonado la vida del hermano de un comandante, sorprendentemente honesto y apegado a sus deuda de honor. Buena colocación de momentos que no vienen en vano (mi duda sería si esas aleatorias situaciones tan ingeniosas surgen de una construcción creativa de los escritores de la serie o de la autora original de las novelas, Diana Gabaldon).
En todo caso, Outlander siempre se ha caracterizado por tener un ritmo pausado y cuidadoso. The Battle Joined no es la excepción, y los escritores y equipo de producción se mantienen fieles a ese estilo, promoviendo una pequeña historia —episódica— que se permite desenvolver con naturalidad para dejar en firme los acontecimientos que sucederán más adelante (muchos de los cuales vimos en el excelente final de la segunda temporada). Con nuevas maneras de ver la historia cada temporada (por la separación literaria), introducción de subtemas interesantes que reflejan diferentes estados de la sociedad y siempre fiel a su particular estilo de ver el mundo —a través de esta épica historia de amor—, el regreso de Outlander se hace notar y es más que bienvenido por los que nos emociona saber qué sucederá esta nueva temporada.
Las primeras dos temporada de Outlander se encuentran disponibles en Netflix. La tercera estrenó por Starz el pasado 10 de septiembre en Estados Unidos.