Después de ver Alien: Covenant, mi primer pensamiento giró en torno a la absoluta extinción de la raza humana. Sé que suena fatalista, pero al mismo tiempo es divertido porque es verdad: la película demuestra que quizá somos la especie más torpe del universo.
No pretendo restarle mérito a Alien: Covenant, porque tiene detalles técnicos bien ejecutados. Ridley Scott logra envolver a los personajes en un ambiente tétrico apto para sobresaltos, las ayudas visuales inspiradas en el trabajo de H.R. Geiger continúan siendo un plus atractivo, porque ¡qué trabajo más atemporalmente maravilloso hizo ese señor! (q.e.p.d)
Sin caer en la categoría de memorable, esta película nos revela algunos datos sobre la historia de uno de los seres extraterrestres más famosos de la historia del cine y esto debe tener cierta importancia para cualquier fan de la saga: Xenomorph XX121 sigue siendo el ser alienígena que definitivamente no querríamos conocer.
Pero no enfocaré esta nota en el alien ya que cumplió con creces su papel de predador, tampoco en David, quien podría ser uno de los mejores villanos de los últimos tiempos, sino en el pésimo desempeño de los humanos en la película. Fue un poco difícil no levantarme de la butaca en el cine, tirar las palomitas al piso y gritarle a la pantalla cosas como “¡NOOO ENTRE AHÍ!”, “¿SE VOLVIÓ LOCA O QUÉ?”, “AAARGHHHH” y así, por el estilo.
Estas son algunas cosas que podemos aprender de nuestra raza humana, con tan solo ver Alien: Covenant.
Advertencia: Si no has visto la película y querés verla, tenés que dejar de leer aquí.
Basura por doquier
La película nos deja claro que la tripulación de la nave está viajando en el espacio, en busca de un lugar apto para repoblar y perpetuar la raza humana. Llegan a un planeta (no el que tenían originalmente en el plan), se bajan de la nave, alguien se fuma un cigarro y tira la chinga AL SUELO. ¿Qué modales son esos? ¿Y qué pasa con esa otra escena donde alguien murió y nada más lo expulsan al espacio envuelto en un material que parece una bolsa de basura?
Definitivamente, somos de lo peor. No solamente contaminamos La Tierra, también el espacio y cualquier planeta que nos encontremos.
¿A quién le importa el medio ambiente?
Esto va estrictamente ligado al punto anterior, y es que en las primeras escenas donde parte de la tripulación explora este nuevo planeta, vemos a uno de los personajes fumando un habano (¿?) como si estuviera caminando en el jardín de su casa.
¿Ninguno pensó que podría ser contraproducente? Bonita manera de contaminar el aire en un planeta ajeno. Luego vemos a otro de ellos (el que tira el cigarro al suelo), decir que va a “take a leak” o sea, orinar por ahí. Así tal cual, porque bien pudo devolverse a la nave y usar el baño como una persona civilizada.
Humano desprevenido, vale por dos
Simplemente no entiendo cómo la mujer encargada de emergencias médicas no estaba capacitada para manipular un arma y disparar a un objeto en movimiento. Ok, no es su especialidad, pero se supone que es parte de una tripulación responsable de proteger cientos de humanos que estaban destinados a perpetuar nuestra especie. Lo menos que queremos ver en una posible situación de peligro es a alguien tomar un arma de alto calibre, correr, resbalarse, disparar hacia el techo, pegarle balazos a material inflamable, provocar una explosión letal, etc.
En la película nadie mantiene la calma, ¡ni siquiera el capitán! Es como estudiar enfermería y desmayarse cada vez que ve sangre.
Guantes… ¡GUANTES!
En muchos momentos es como si se hubieran puesto de acuerdo: “bajémonos de la nave, pero no usemos máscaras ni guantes, toquemos con las manos cualquier objeto o planta que nos parezca interesante”
Si esos son los expertos en supervivencia, no quiero pensar cómo sería una de estas misiones con personas inexpertas. Porque meterse de lleno a explorar un planeta desconocido, sin tener un plan o tener claros los protocolos de emergencia, sin por lo menos tomarse un par de días para analizar lo que les rodea antes de aventurarse a meterse a una caverna oscura; definitivamente no suena como una misión exitosa.
Inocente palomita
“No confiar en nadie” debería ser el lema de la misión. Ni siquiera en un perturbadoramente atractivo androide interpretado por Michael Fassbender.
Tan fácil como quitarle un dulce a un bebé, así describo cómo son engañados por David (Fassbender) y llevados a su propia muerte de la manera más tonta posible.
Simplemente, un capullo alienígena que a todas luces está incubando un ser altamente peligroso no se toca. ¡Aunque sea el mismo Papa Francisco el que te lo pida! La aparición del face hugger en esta escena sucedió sin sorpresa, fue como ver llover en un bosque lluvioso: absolutamente predecible.
Pensamientos aleatorios
- Danny McBride como Danny McBride (no importa cuándo leas esto, no importa de cuál película hablemos).
- Michael Fassbender es tan guapo que se besa consigo mismo (¿cómo culparlo?).
- En el espacio, no hay tiempo para indecisiones. Si un ser grotesco emerge, de dónde sea, hay que matarlo de inmediato. Punto.
- Los impulsos genocidas no son exclusivos de los humanos. Pensemos en eso cuando las máquinas empiecen a hacer todo por nosotros.
- «Serve in heaven or reign in hell?»