Al ver series de época, es natural convertirnos en una audiencia un poco más exigente, porque estamos viendo una puesta en escena de algo ajeno a nuestra realidad que necesita atraparnos con su atención al detalle y a la estética. Algunas pueden ser basadas en hechos históricos que sí acontecieron, y otras, como Taboo, pueden darse la libertad de jugar un poco más con sus libretos. Anteriormente escribí sobre Peaky Blinders, incluyendo una descripción del personaje de Hardy en esa serie, Alfie Solomons. En esta ocasión, Steven Knight, creador de aquella, vuelve a trabajar con Tom Hardy y su padre, Edward ‘Chips’ Hardy para la realización de este proyecto personal. La mejor manera de describir Taboo es una leyenda de vendetta gótica y colonial.
Londres de 1814
Hardy comanda presencia fuera y dentro de la pantalla, en su papel protagónico como James Keziah Delaney, con su sombrero de copa alta icónico, sus tatuajes y sus gruñidos casi incomprensibles, un sello característico de sus roles. Vamos redescubriendo este universo a través de sus ojos, ya que él vuelve a casa luego de estar 12 años en África y nota que las cosas han cambiado. Su padre muere de intoxicación por arsénico y en su testamento, deja a su nombre un pequeño territorio llamado el Estrecho de Nootka. De aquí parte el conflicto principal, pues la East India Company (equivalente a la CIA y la NSA del siglo XIX, liderada por Jonathan Pryce, aka High Sparrow en GoT, en su papel de Stuart Strange) también se disputa ese territorio, al ser la ruta más óptima para el comercio con China (estamos en medio de la guerra entre EEUU y el Reino Unido). Básicamente, Delaney debe elegir un bando y comienza sus maquinaciones, como si de un juego de ajedrez se tratase.
La nieta de Charles Chaplin, Oona Chaplin (aka Talisa Stark en GoT), encarna a Zilpha Geary, hermanastra de Delaney, que a pesar de estar infelizmente casada, tiene cierta historia con James [a un lado Cersei y Jaime, tenemos la nueva pareja incestuosa del momento]. Asesinos, criminales, prostitutas, una actriz desgastada, el nefasto químico Cholmondeley (estelarizado por Tom Hollander y uno de los mejores personajes) y un doctor/espía norteamericano (Michael Kelly aka Doug Stamper en House of Cards) terminan de completar el reparto. Todos ellos se cruzan con Delaney en distintos momentos, y necesitan recuperar el control de sus vidas, enfrentándose a facciones tales como la Corona y la ya mencionada East India Company.
Elementos sobrenaturales
Interesantemente, los matices sobrenaturales son más bien sutiles, ya que siempre nos quedó la duda de si Delaney realmente tenía poderes místicos o si era víctima de alguna enfermedad mental heredada por su madre, provocándole alucinaciones. Varios momentos que nos hacen cuestionarnos sus verdaderos dotes se dan en relación a la conexión vudú espiritual que posee con Zilpha. Ella puede sentir su presencia como una aparición, y su esposo lo tacha de diabólico y peligroso, realizándole exorcismos a Zilpha para alejarlo. Y es que Delaney, en boca de todos, es alguien malvado y trastornado, pero nunca lo vimos hacer algo realmente amenazante. Tal vez algo esconde que no se nos haya revelado aún (quizás en la segunda temporada, ya confirmada).
La musicalización de Max Richter
El compositor del soundtrack original de una de mis series favoritas, The Leftovers (además de su pieza al inicio y al cierre de Arrival y el score del episodio Nosedive de Black Mirror), también compuso toda la música en Taboo. ¿Qué mejor señal que eso? Sus tonadas funcionan para elevar la atmósfera siniestra, sombría y casi espectral de la serie, y no sería lo mismo si hubiera sido otro.
La serie sí es oscura, y no solo me refiero a la iluminación. Se rodea de temáticas tabú, tales como el incesto o la mención de barcos de esclavos. Para la época no suena tan descabellado, y por lo menos, cuando son presentadas en función a la historia, solo logran enriquecer esta original producción llena de secretos por descubrir.
