Saroo learned that all those years ago, as a five-year-old, he had been mispronouncing his own name. He was ‘Sheru’, meaning LION.
Está bien, Lion podrá no ser la que tenga más probabilidades de ganar Mejor Película [tal vez en un mundo ideal], pero, en definitiva es de las más afectivas y con más corazón de las cintas contendientes al Oscar. No es tan solo una simple historia contenida, sino que está basada en hechos reales y es un tearjerker garantizado. Saroo Brierley compartió sus memorias en la autobiografía titulada A Long Way Home, y a partir de ella, fue reestructurada para la gran pantalla, otorgándole así también una nominación a Mejor Guion Adaptado por la Academia. La cinta es el debut cinematográfico del director Garth Davis, y debe sentir una gran satisfacción. Gran coincidencia, hace poco terminé de ver Top of the Lake, con capítulos dirigidos por él y estelarizada por Elisabeth Moss. Grandiosa.
A rasgos generales, se nos presenta lo que es la vida de Saroo (Sunny Pawar) cuando era un niño de 5 años, y su humilde crianza en el pueblo de Khandwa, India. Optando por robar carbón para poder financiarse su leche y su comida, acompaña a su hermano mayor Guddu (Abhishek Bharate) a una estación de tren. Saroo se queda esperando a su hermano, y al no verlo regresar, ingresa a uno de los vagones y se queda dormido. Se despierta en Calcutta, 1600kms lejos de casa, y sin entender la lengua bengali. Varios imprevistos suceden, como una mujer que lo trata muy bien al inicio, pero con la intención original de venderlo al tráfico de niños. Finalmente, la policía lo captura.
Lo ubican en un hogar para niños desamparados y a los tres meses, aparece una pareja australiana (Nicole Kidman y David Wenham) deseosos por adoptarlo. Se muda a Hobart, Tasmania con ellos. Veinte años después, Dev Patel encarna a un Saroo universitario [y con un gran acento australiano], en medio de una relación con Lucy (Rooney Mara), una estudiante americana. Gracias a la sugerencia de un compañero, acude a Google Earth para localizar su pueblo natal, aunque al inicio no fue tarea sencilla. El tan solo pensar en la angustia y el sufrimiento por el que pasó su familia al saberlo perdido aquel tiempo atrás, fue lo que lo motivó a no darse por vencido. El impacto positivo de la tecnología satelital es un tópico con un valor importante para la era que vivimos, y sin ese medio, él nunca hubiera podido volver a su aldea. O bueno, tal vez sí, pero fue un excelente recurso.
No todo se alaba, pues hizo falta desarrollo por parte de Lucy, colocando a Mara como un simple recurso argumental. Ella logra figurar como conflicto secundario al personaje de Patel, pero en esencia, es poco utilizada. Por esto, también, se puede decir que el medio de la película no llega a agarrar tanta fuerza como el inicio o el final, siendo las partes en Australia lo más débil de la cinta. Esto seguro es porque se trata de la sección “añadida” por los escritores a una historia ya predispuesta como un todo.
Más allá de un anhelo por el regreso a casa o el choque cultural, es una aproximación precisa a las relaciones intrafamiliares, especialmente madre-hijo y el apego fraternal entre hermanos (está clara la unión entre Saroo y Guddu, y más adelante, la complicada convivencia con su hermano adoptivo, Mantosh). También retrata minuciosamente la penuria de los lugares más carentes de la India, a través de un lente desapegado de clichés y mostrándola con una crudeza dura, pero auténtica. El reencuentro con su madre, y los miembros de la aldea, añadido a la revelación del verdadero destino de Guddu, llegó a ser un momento de grandes contradicciones. Estremecen el alma a cualquiera y por eso, es un filme cargado de humanismo que vale la pena.