Imaginemos que hay varias personas. Cada una tiene su personalidad, sus defectos, cualidades, atributos, etcétera. La representación de estos individuos no necesita muchas imágenes, solo la fuerza de identidad que los lleva a pensar o actuar de cierta manera se vuelve clara la diferenciación. Ahora, imaginemos que todas esas personalidades viven en nuestra mente; que, por alguna razón, nos damos cuenta de que son parte de nosotros. ¿Cómo encontrarle sentido a eso? ¿Qué hacer en caso de que sucediera? ¿Acaso habría que construir una separación específica que contenga a cada persona que habita dentro de nosotros?
Así es el caso de Split (Fragmentado), esta vez, por mostrar el famoso síndrome de personalidad múltiple, mecanismo de premisa utilizado varias veces en cine y tratado con cuidado, pero importante profundidad. Aquí, el espacio es justamente la manera de encerrar el filme en la mente del protagonista (que sufre de esa condición), luego de secuestrar a tres chicas por razones desconocidas. A partir de esto, y sin querer contarles mucho más, se desarrolla este genial thriller.
Lo interesante con la nueva película de M. Night Shyamalan es su curioso parecido con la genial 10 Cloverfield Lane: casi todo el metraje sucede en un sótano o debajo de la tierra. Es cuando los trabajos de dirección y de fotografía se ven en la tarea de intentar nunca ser repetitivos y más cuidadosos de lo normal. Queda muy bien logrado aquí. Por lo tanto, el sótano, como espacio mismo y en la construcción de imágenes, es una manera de asegurar que el personaje principal esté amurallado; truco visual que va de la mano con la intención de introducir al espectador en la mente de este individuo. La claustrofobia está dentro del protagonista, alrededor de las secuestradas, y enmarcada en pantalla para la audiencia.
Para hacer más fluido ese relato visual, los temperamentos de Kevin (tres principales de las 23 personalidades que residen en su cuerpo) son diferenciados por su vestimenta y manera de hablar. Al final, el reconocimiento puede darse sin necesidad de cambio de vestuario, y nosotros como audiencia, sabemos exactamente cuál es cuál. De ahí que el guion de Split juegue un poco con el ritmo que lleva, profundizando personajes antes de los acontecimientos, para llegar al clímax con la mejor intensidad y con uso de tensión a través de toda la película.
Entonces, Split sigue tres líneas narrativas que no necesariamente confluyen muy bien, pero que quedan justificadas una vez que el filme termina. La principal, claro está, es la más interesante. Es cuando James McAvoy se echa la película encima y consigue ser exagerado como personaje ficticio pero nunca sobrepasándose como actor: excelente. Le acompaña Anya Taylor-Joy (The Witch), quien sabe llevar bien el peso de adolescente precavida pero proactiva, además de adecuarse al pasado que la caracteriza.
Lastimosamente, la sobre explicación de algunos detalles y el alargamiento un poco innecesario de un par de secuencias hacen que la película no logre un punto más en calificación. Incluso, descuida como personajes secundarios a las otras dos chicas secuestradas. Etcetera.
Parte del mundo que crea Shyamalan es hacer posibles sus ideas. La verosimilitud interna nunca se pierde y da paso a teorías alocadas que, aunque se trate de una clara ficción, son parte de los conceptos posibles que planeta con el desarrollo de la historia. Aquí, se trata de la psique humana. Los traumas, las adaptaciones a lugares y ambientes, las actitudes que se tienen con una u otra persona y hasta los aspectos físicos que se modifican muy sutilmente con respecto a cambios de estados de ánimo o compañía social. Es una manera ver todo eso en exceso o como conducta explosiva en pantalla. Las personalidades las llevamos todos dentro.
De cierta manera, los cambios no serán totalmente físicos o actitudinales como lo plantea tan bien Split dentro de su mundo imaginado. Mientras que el filme resulta desarrollo convincente de lo disparatado, representado en excelente manejo de imágenes, música fabulosa y atmósfera precisa, al final, no hace falta ir tan lejos para ser testigos de los cambios o modificaciones que vienen de adaptaciones y mecanismos para sobrevivir. Cada uno de nosotros tendrá una sola identidad, pero esta se adecuará —y modificará— a la situación que deba hacer frente en el exterior, oscilando entre las diferentes actitudes que reflejamos. No olvidemos que eso viene de los compartimentos cuidadosamente separados en la mente, los que activan las conductas internas y externas que serán la defensa de las personas del mundo exterior. Seguramente, los demás también tendrán su propio sótano de personalidades.
Etcetera.