Hay un detalle crucial en la producción de series en la pequeña cadena al aire, The CW, que sigue una fórmula clara y evidente para apelar a la audiencia que ve el canal con más frecuencia: jóvenes y adolescentes. A partir de eso, The CW tiene, además de sus trabajos más importantes y bien logrados en Jane The Virgin y Crazy Ex-Girlfriend, éxitos populares como Arrow, The Flash, The Vampire Diaries, iZombie, Reign y la ya clásica Supernatural; todas con ese detalle en común: la ridículamente atractiva apariencia de sus actores.
Podría hasta decirse que es un requisito de la cadena tener cierto estándar de belleza para ser parte de las series que allí se producen, pero eso no le quita el crecimiento muy merecido de las historias que cuenta a través, justamente, de esos personajes. Es cuando entra la nueva cuasi-novela de y para adolescentes, Riverdale, la cual cumple, con creces, ese modelo de belleza superficial que salta a la vista para cualquiera que vea uno de estos programas.
Pero Riverdale, al ser una adaptación directa del cómic, Archie (historia clásica publicada hace 76 años, en 1941), no pierde de vista el aspecto de exagerada pero merecida diversión que sale de una serie así. Comenzando, naturalmente, con la desaparición de uno de los habitantes del pueblo (Pep) y cómo esto afecta a los personajes que iremos conociendo conforme avanza el primer episodio. Es a partir de esta premisa que se moldea una serie con tintes de misterio y problemas de jóvenes adolescentes que podría fallar y ser demasiado cliché en cualquier momento, pero que durante su primer episodio logra aprovechar los posibles clichés y los amarra muy bien con lo que quiere contar, además de introducir personajes interesantes y no solo unidimensionales que se ven bonitos en pantalla.
Es gracias a la visión del productor Robert Aguirre-Sacasa que Riverdale tiene una atmósfera y estilo claros y dominantes, propios de una serie que busca exaltar los aspectos de novela para crear una serie de disfrute casi culposo. Donde, por más que el tema sea superficial y los acontecimientos giren alrededor de sucesos melosos más que de acontecimientos dramáticos, las intenciones de ir un poco más allá, de profundizar y moldear personajes generalmente típicos y estereotipados están ahí. Es la primera hora que presenta esto y se ve en la oportunidad de funcionar muy bien con el balance entre sorpresas y caracterización en futuros episodios.
Ahora bien, las restricciones de tiempo no dejan que el episodio piloto se escape de una edición a la carrera y avance de trama demasiado abrupto y acelerado para cubrir todo el terreno que la serie quisiera explorar. Es una manera de dejar todo listo y que las dinámicas entre personajes e historia vayan avanzando, sin ánimos de aburrir, para cubrir cierta dosis de misterio con mucho potencial.
De todos modos, la estrategia de contratar a personas atractivas aquí funciona. Y a pesar de que Archie (KJ Apa) es el protagonista principal y tiene sus conflictos internos à la Troy Bolton (que no parecen muy problemáticos para alguien que podría tenerlo todo), la fortaleza más grande viene del dúo femenino fuerte y decidido de Betty (Lili Reinhart) y Veronica (Camila Mendes). Entre ellos se forma el famoso triángulo amoroso de setenta años en los cómics; pero aquí, más allá de poner atención a ese aspecto, son chicas con convicción e importante personalidad para ser quienes se roban en show. Completa el cuarteto principal un conocido Cole Sprouse, como el inesperado amigo de Archie, Jughead.
Con un elenco así (y hasta con subtramas –aburridísimas– alrededor de los padres) Riverdale podría verse más como una serie en la cual el protagonista es el pueblo mismo; por eso (aunque también comparte estilo con Gossip Girl, Dawson’s Creek y Pretty Little Liars) el parecido y referencia clásica, de cual tiene más influencia temática, Twin Peaks. Esta última con más madurez en su narración y personajes, mientras que Riverdale exhibe sus fortalezas en el atractivo de ser entretenimiento novelesco bien fundamentado. Tomando prestado, claro, la sensación lúgubre y hasta fantasmagórica de un lugar en el cual hubo un misterioso asesinato, pero con las alegrías e ilusiones propias de los jóvenes ingenuos durante la época colegial.
Entre buena colocación de música y el aporte del factor sexy que dan los actores a la narración de misterio, esta es una serie que vale la pena darle un vistazo para disfrutar y dejar que se expanda conforme pasan los episodios. El tiempo dirá si logra colocarse entre las mejores de su emergente hogar: la cadena de televisión más pequeña, pero la que sabe diseñar bien sus programas con esa interesante y atractiva fórmula.