¡Claro!: Tomemos dos de los rostros más atractivos, carismáticos y rentables del momento y dejémoslos solos durante dos horas en una nave espacial y que los dirija alguien (Morten Tyldum) que hace poco tuvo una nominación al Oscar: éxito taquillero garantizado. Parece una decisión fácil para el estudio que le dio luz verde a un filme que prometía mucho, incluso para aquellos que le teníamos esperanza desde el principio y fuimos sin prejuicios a disfrutarla. Debería ser, ante todo, un imán de todos los gustos: actores conocidos, romance entre ellos y viaje en el espacio. ¿Qué podría salir mal?
Passengers comienza, dentro del planteamiento de su premisa, bastante bien. Como una historia de un pequeño fallo que la tecnología en piloto automático no puede reparar. Donde la naturaleza (en este caso, el espacio) se presta para dar el inicio de un interesante relato de aislamiento y observación de la soledad; cómo los seres humanos necesitamos de la compañía y el calor de las demás personas. Ahí, la primera figura carismática, Chris Pratt, no lo hace nada mal dentro de las inquietudes y emociones de su personaje. Luego, para acompañarlo, aparece Jennifer Lawrence quien, sin revelar mucho más de lo que sucede, aún puede sostenerse como actriz. Ella hace creíble la personalidad ficticia en pantalla de adentro hacia fuera y se mantiene durante toda la película. No hay queja ahí. El problema es la construcción de ambos personajes.
Por un lado, hay buen presupuesto para diseñar escenarios elegantes dentro del reducido espacio que puede llegar a ser la inmensa nave espacial (paradoja), pero nunca llega a ser totalmente deslumbrante. Como que la atención pareciera ser hacia los protagonistas (casi los únicos actores de toda la película), pero ellos parecen ser tan simples como los escenarios que les rodean. La profundización de cualquier indicio de personalidad interesante —porque tienen potencial— se diluye con la entrada del giro narrativo predecible (aunque interesante en sí mismo) en lugar de mostrar conflictos internos o entre ellos dos. Se va un poco el tema de la soledad para explorar, durante todo el segundo acto, aspectos más convencionales que abarcan la mayor parte del filme: un drama romántico apenas interesante, hasta que…
Passengers se convierte en un filme casi de acción al intentar mezclar la aventura romántica de estos dos con la necesidad de incrustar muy forzadamente un peligro ante la falla del navío que había sucedido desde el inicio de la película. Es un clímax de desastre y riesgo para dos simples pasajeros que no parecen saber más allá de sus propias intenciones, pero que terminan haciendo lo imposible en el espacio. Todo esto, expresado con diálogos clichés y hasta cursis, poco dignos de un filme con este tipo de potencial e intención.
Los conceptos e ideas interesantes están ahí. Lastimosamente, son demasiados como para poder abordarlos en una sola película. Pareciera que todo sucedió a la carrera y que quisieron darle cierta moraleja de la importancia de la vida al final, pero olvidando que existían otras maneras de construir con más habilidad esta historia en particular. De nuevo: sin aprovechar al máximo el potencial con los buenos actores y buenas imágenes que se logran de atmósfera.
Con música curiosamente adecuada al tono de la película, sin mucha creatividad en la fotografía, pero buen ritmo (porque el espectador no se aburrirá en ningún momento), Passengers parece una mezcla un poco carrereada de Wall-E, Gravity, Interstellar, The Martian y hasta Titanic, sin la chispa un poco única que hace más ambiciosos y contundentes a esos filmes. No es que no valga la pena verla, tal vez haga los millones que el estudio espera que recupere, pero no termina de concretarse a sí misma, al ser película que comienza un viaje y deja botada su propia narrativa; y, por extensión, a nosotros como espectadores.