¡Bú!: American Horror Story: Roanoke es realmente aterradora

Sergio Beeche Antezana
Sergio Beeche Antezana

 

 

En este momento, American Horror Story es una fuerza imparable de la televisión. Luego de comenzar en el 2011 con una modesta audiencia y ganar popularidad conforme avanzaba (y se ponía más mala), la serie antológica de “terror” de FX se convirtió en una de las entidades más poderosas de la tele de hoy. No solo por ser la pionera en contar una sola historia por temporada (en caso de que los actores quisieran explorar nuevos trabajos o personajes diferentes), sino por llevar cada una de sus historias a los extremos ridículos de no tener sentido narrativo o gusto por el buen terror. Es, indudablemente, una creación de Ryan Murphy.

Sus últimas dos temporadas (Freak Show y Hotel), aunque de temas y conceptos interesantes y algunas actuaciones aceptables, fueron, en general, un desastre. Funcionando como una parodia de sí mismas, además de sentirse, paradójicamente, repetitivas en el formato de inicio y en la manera de avanzar sus historias. Pero llega la súper secreta sexta temporada y la fe en el programa vuelve, haciendo de Roanoke la mejor entrega de la serie desde Asylum.

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American Horror Story: Roanoke

Es por la idea de crear y recrear, justamente, una serie-documental de lo que le sucedió a una pareja (Matt y Shelby) en una “casa en medio de la nada” que la historia ahora tiene aspectos de realidad visible y de inmersión como espectadores mismos de un programa hecho para la TV. Es el show dentro de un show que refresca no solo la narración de los episodios, dándoles una manera diferente de suspenso y de sustos, sino las imágenes, colores y actuaciones. Hasta la secuencia inicial de créditos fue eliminada para dar mayor agarre de toda esta idea de documental.

Luego de terminar ese programa específico (My Roanoke Nightmare), en el sexto episodio de la temporada la temporada cambia su curso. Sin desviarse del tema principal, se nos muestra a la compañía de televisión que decide filmar una secuela con todos los involucrados en la filmación del programa que ya habíamos visto, junto con la pareja real que había sufrido el trauma originalmente (Return to Roanoke: Three Days in Hell). Así, el cambio de enfoque (a una narrativa de found footage), pero con un incremento de tensión y de riesgo, hace que la serie encuentre un camino aún más interesante del que tuvo cuando comenzó la temporada. Y es en su “Chapter 7” que presenta la mejor versión de sí misma, con buen uso de ángulos y cámaras escondidas para contar la historia (muy bien dirigido por Angela Bassett).

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American Horror Story: Roanoke

Ahora bien, el cambio de enfoque hace que Roanoke deba utilizar el mecanismo de filmación mediante celulares o con las cámaras fijas, instaladas en cada rincón de la enorme casa. Esto sugiere una integración más real del espectador, que observa a estas personas ser aterrorizadas y asesinadas con sustos efectivos y secuencias realmente grotescas. Por primera vez, las imágenes asustan de verdad gracias a la eficacia en que transcurre la historia: no es la sangre o violencia gratuitas de años anteriores. Los sobresaltos son genuinos e ingeniosos, más por su colocación y misterio que por el susto mismo. Ahí ayuda, también, la ventaja de producir solo diez episodios este año, en lugar de los acostumbrados trece, permitiendo un ritmo más acelerado y sin mucha distracción innecesaria.

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American Horror Story: Roanoke

El artificio (por no encontrar una mejor traducción de la palabra gimmick en inglés) de tener a los personajes grabando sus alrededores constantemente, incluso cuando su vida peligra, es su mejor y peor truco. Representa la política interesante de enfocarse en el horror y las repercusiones de jugar con ese elemento sobrenatural en el que se basa la serie. Un personaje advierte que piensa grabar -todo- para que el mundo sepa lo que sufrió, y es entonces que se justifica el estilo y la continuación de lo que se ve como la serie misma, ¿pero por qué los demás también siguen grabando lo que ven y experimentan? Es la manera de denunciar cómo se manipula la historia que ve la audiencia y cómo el único personaje que sobrevive es el que quiere controlar su propia historia, contarla a su manera. Y al convertirse en quien decide qué mostrar con las imágenes, ¿acaso cambia de lo que decidió la cadena cuando editó la serie original? Es la intención de demostrar cierto subtexto interesante, pero disfrazado de serie antológica de terror. Entonces, la continua filmación en video casero va más allá del morbo de ver a las personas de la casa morir.

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American Horror Story: Roanoke

Al permitir que la realidad forme parte del texto y todo lo que tiene por debajo, AHS: Roanoke aprovecha que cada encuadre puede tomarse hasta como un comentario político de lo que hay delante y detrás de las cámaras y cómo se nos presenta a los espectadores, como consumidores y como sociedad. Además, al abarcar y engrandecer la locura casi desaforada de las imágenes sobrenaturales y de terror de la temporada, la serie resulta más entretenida, sin ser tan superficial como sus antecesoras —tanto en narrativa como en personajes—. Y por acercarse más a esa realidad y saber aprovechar el estilo, resulta la más terrorífica de todas hasta el momento.

Si el futuro de American Horror Story es parecido a la muestra que nos dio este año, solo mejoras le esperan a este monstruo de la televisión. Confiemos en que así sea.

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American Horror Story: Roanoke

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