Les soy sincero: no sé cómo comenzar esta reseña.
Cada vez que pienso —para escribir— una de estas películas de superhéroes, termino quejándome de lo mismo o alabando más o menos aspectos parecidos que trae cada nueva expansión de mundo de aventuras que, por alguna razón, emociona a tanto y la mayoría queremos ver con algún tipo de entusiasmo. Así que no sé cómo comenzar ahora de manera que no sienta que la reseña sea repetitiva con respecto a las veces anteriores.
Tal vez así:
Las películas de Marvel están bien hechas. Tienen directores adecuados y profesionales que arman bien cada filme del poderoso universo expandido, sin olvidar los actores de primera que consiguen contratar. Las historias son el punto aparte que más flaquea.
Cuando me senté a ver Doctor Strange, como con todas las películas, decidí disfrutar el viaje y tratar de dejarme llevar por la increíble y extravagante explosión de efectos visuales (mismo alabo #1) y por la aventura que vendría de este nuevo personaje. Pero los esfuerzos de Marvel de dejar huella una y otra vez con una fórmula más que conocida se ven un poco restringidos en el intento de crear un nuevo mundo que sea parte de algo más grande (misma queja #1). Las increíbles imágenes, que ayudan bien al desarrollo de la historia, no sostienen por completo un argumento —por más aislado que esté— repetitivo y sin mucho peso más allá de personajes extraordinarios de escasos detalles con los cuales identificarse.
De todos modos, Doctor Strange tiene una propuesta diferente y un poco más allá de los barullos y matanzas entre personas (mismo alabo #2). Por alguna razón, sus diálogos van de excelente utilización de un concepto diferente y más astral, creando momentos verdaderamente intrigantes (realzados por las imágenes); a frases totalmente clichés y predecibles de villanos o de algún chiste que le da el toque light a los filmes de Marvel. El antagonista no podía quedar más desperdiciado que con el talentoso Mads Mikkelsen, quien no hace nada. Este se contrapone ante la excelente actuación de Benedict Cumberbatch, quien hace un trabajo más convincente con su personaje, por más regular que sea (misma queja #2); además de varios personajes secundarios planos y sin profundidad alguna, que están ahí solo porque la trama lo dice (pobre Rachel McAdams). Se salva Tilda Swinton, que ya de por sí es excelente actriz, pero no como para conseguir que su personaje vaya más allá de lo conocido con su tipo de personaje (misma queja #3).
Esta es la cosa: Doctor Strange no es necesariamente un superhéroe. Es la figura de una persona egocéntrica y prepotente y que queda restringido de esas actitudes para encontrar el verdadero potencial de su inteligencia y testarudez. Es pasar a encontrar lo positivo entre lo negativo, las maneras en que el mundo está conectado y los misterios que sobrepasan la compresión de la común mente humana. ¡Es interesante! Ciertamente mucho mejor que el montón de habladuría de armas nucleares o pleitos entre súper humanos y extraterrestres. Ahí hay diferencia. Pero no la suficiente como para sacar a Marvel de su conocido libro de recetas.
Hay buena fotografía, música adecuada de Michael Giacchino (mismo alabo #3) y una ya cansada fórmula de historia de inicio que debe explicar cada detalle para adentrarnos al mundo imaginado que simplemente no atrapa de la manera que el estudio quiere creer que atrapa (misma queja #4). Lo que resulta en una constante importante. En lugar de cine de autor, podría hablarse de cine de productor o de estudio, donde el sello está más en este tipo de repeticiones con lista de ingredientes y método de ensamblaje. Es receta que funciona. Doctor Strange no se salva de este modelo y entrega, de todos modos, entretenimiento aceptable que no se puede catalogar ni muy malo ni muy bueno, lo que hace que parezca una maravilla si se juntan las opiniones en general.
En total honestidad: estoy cansado de las películas de superhéroes. Y por más que lo intente, esta reseña no deja de ser repetitiva en pros y contras que tuvieron, tienen y —muy posiblemente— tendrán las entregas del universo expandido de Marvel (que controla Disney). Al final, Doctor Strange no es mala. Tiene aspectos que se pueden rescatar para disfrutar una salida al cine y resulta una historia que podría funcionar por sí sola, pero que está lastimosamente unida al resto de las películas Marvel que vendrán, más grandes y ambiciosas, en el futuro. Queda pasar el buen rato —y excelente viaje visual—, mientras tanto y sin mucho compromiso, de esta entrega.
Calificación: un time loop interminable entre 7 y 8