Escribo esto porque considero que los youtubers, que tienen muy poco tiempo de ser reconocidos como parte relevante de la cultura pop, son una manera de entretenimiento interesante para las nuevas generaciones que encuentran su distracción al ver videos de manera aleatoria en Internet. El término “youtuber” se utiliza para referirse a personas que son pagadas por la compañía de videos YouTube por crear contenido original al hablarle a la cámara casi siempre de sus vidas y lo que les encanta —o no— hacer. Una nueva “profesión”, si se quiere.
¿Por qué, entonces, comento específicamente esta y no las producciones anteriores de otros youtubers? Como Crazy Ex-Girlfriend, Insecure o ¿por qué no? el show de Chumel Torres. Porque es la primera serie propiamente escrita y planeada de un personaje ficticio que tiene su propio programa y porque la plataforma que le dio la luz verde llega a muchísimas personas que tal vez conozcan al personaje o lo ven por primera vez en esta serie (aspecto que ahondaremos más adelante).
Establecido el respeto que le tengo a esta forma de expresión —y de creatividad, si se quiere—por Internet, llego a ver Haters Back Off!, comedia protagonizada por Miranda Sings. Miranda es una muchacha socialmente inadaptada porque cree que su terrible voz e inexistente talento por la actuación y la magia son superiores al resto del mundo. Miranda es un personaje creado por Colleen Ballinger (una youtuber), por tanto, es inmensamente popular y admirada al presentarse frente a la cámara con sus locuras de dos o tres minutos por video. En esa dosis, es agradable y hasta graciosa de ver en su ensimismamiento e ingenuo egoísmo.
Con la serie, el gran error de los hermanos creadores (Colleen y Chris Ballinger) fue no preguntarse si el espacio de intervención del personaje podía ir más allá de esos cortos videos que la perfilaban al frene de un mundo imaginario. Uno con el cual cualquiera podía hacer más grande en su cabeza gracias a los pequeños indicios de la vida que muestra Miranda. ¿Que se podía encontrar una historia de origen interesante? ¡Claro! Pero no la que ahora tenemos disponible en el catálogo de Netflix. Una producción más del servicio para aumentar el número de series originales que ofrece.
Entonces, Haters Back Off! es mezcla pobre de ideas e historias que no concuerdan con ellas mismas ni terminan de consolidarse al intentar darle resolución. Con cada nueva media hora (milagrosamente episódicas para los estándares de Netflix) inicia un planteamiento que se desarrolla de manera forzada y sin gusto por la comicidad fácil que intenta representar. Como recordatorio y sin gusto alguno, aparecen por ahí un par de moralejas insulsas que suponían haberse desarrollado pero solo son mencionadas. Y ya.
Las actuaciones no ayudan. No hay un gusto por parte de los actores de la pobre creación de personajes más allá de personalidades superficiales y clichés. Sin olvidar que no hay un solo chiste que dé risa o tenga un poco de creatividad más allá de recordarnos que el personaje es así porque quiere, y por tanto, la serie puede tener la misma libertad. Así no son las reglas de la tele.
¿Cuál es el punto de este personaje? Si se va a ir más allá del encuadre de su rostro resaltado lleno de exagerado lápiz labial, el mundo imaginado no puede permitirse olvidar que ahora tiene una familia y debe darse una empatía hacia ella. ¿Qué sugiere que ella tenga las actitudes representadas y que sus allegados le acepten tales comportamientos? No es que se necesite una explicación de por qué o cómo llegó a ser así, sino una razón por la cuál el espectador esté interesado en lo que le pase a este y demás personajes y genere emoción por saber cuáles serán las aventuras a raíz de esa peculiar personalidad.
Para Haters Back Off! podría existir un comentario interesante sobre las personas socialmente inadaptadas o, por ejemplo, con síndrome de asperger; incluso los conceptos de familia y la diversidad que pueden tener desde adentro del hogar, no como se muestran en el exterior. En todo caso, lejos de tener un ápice de eso, la serie se siente poco aprovechada y hasta hueca; casi más que los videos que la originaron. Una lástima.
Ahora bien, no quiero condenar la expansión de lo popular a medios más serios de producción o la restricción de las diferentes maneras de expresión artística. Pero tal vez, las ocurrencias que hacen famoso a un personaje o a una personalidad no se transmiten de la misma manera en dos formas de entretenimiento dentro de la cultura popular de hoy en día. Por ahora, Haters Back Off! no pasa la prueba (hay series de familias disfuncionales muchísimo mejores por otros lados—The Middle, The Real O’Neals, Shameless) y queda como disfrute apenas para quienes ya conocían y disfrutaban de ver a Miranda en pantalla, ahora con el intento fallido de su propia serie. Ni modo.