Recordemos cuando el panorama televisivo de verano (junio, julio, agosto) era pura desolación, relegándonos a ponernos al día con las series que llevábamos atrasadas o viendo malos reality shows para pasar el rato. Series como Mr. Robot, Stranger Things, BoJack Horseman, The Night Of hicieron que esto quedara en el pasado. Esto quiere decir que durante todo el año hay programas de calidad y requiere compromiso de nuestra parte. Por dicha, para los que lo disfrutamos, esto no es un problema. Animal Kingdom, la elección para este artículo, está inspirada en la cinta epónima del 2010 dirigida por David Michôd y es perteneciente a TNT. Habiendo visto ambas, puedo decir que poseen similaridades, pero toman rumbos completamente distintos. La empecé por curiosidad ya que para mí los dramas familiares son garantía de relatos intrigantes, y no estoy nada decepcionado.
Una oscura trama de adaptación
Desde el primer momento, empezamos a ser espectadores de la trágica historia de J (Finn Cole). Su madre, Julia, siempre lo quiso proteger del resto de su familia, pero cuando ella muere de una sobredosis, J queda en manos de su abuela. ¡Y qué clase de abuela! Ella se da a respetar poniendo a todos en su lugar. Ellen Barkin da vida a Smurf, y por cierto, ¡esta mujer tiene 62 años! La casa de Smurf es el spot ideal para disfrutar del verano con fiestas en la piscina o simplemente como punto de reunión donde los hermanos Cody planean su próxima movida.
J tiene cuatro tíos que se ganan la vida de maneras completamente cuestionables: Pope (Shawn Hatosy), Baz (Scott Speedman), Craig (Ben Robson) y Deran (Jake Weary). Todos tienen esa onda de surfo californiano, y cada uno posee distintas motivaciones, dotándolos de imperfecciones y complejidad conforme avanza la serie. Adicción a las drogas, amantes secretos, crímenes organizados. Ya vemos de dónde viene el título, pues a ratos se les sale su lado salvaje y feral. J deberá habituarse a un ritmo de vida intenso, o sufrir las consecuencias. Un punto extra son las locaciones, resaltando el sur de California y ese ambiente playero solemne que dan ganas de transportarse de inmediato. ¿Díganme si todo esto no es una fórmula ganadora para los que disfrutan de series cargadas de adrenalina?
Animal Kingdom ofrece lo mejor de grandes series
Y les voy a decir por qué. Tiene todo el aspecto de ser como Bloodline, ya que en ambos casos, la oveja negra de la familia vuelve a casa un poco trastornado y al resto les cuesta aceptarlo [dato curioso: Ben Mendelsohn es Danny Rayburn en Bloodline pero también interpretó a Pope Cody en la película de Animal Kingdom, como que le van esos papeles, ¿no?]; me recuerda a una de mis favoritas, Shameless más que nada por el gran manto de infortunios y la falta de moderación que caracterizan a los personajes de ambas producciones [John Wells las produjo]; o ¿por qué no? a Sons of Anarchy, pues claramente podemos ver que Smurf Cody es como Gemma Teller Morrow, ambas matriarcas familiares en un mundo peligroso y desaforado, pero igual de preocupadas por proteger a su tribu por sobre todas las cosas. Aún así, en verdad es una propuesta frescamente atrevida, y ya fue renovada para una segunda temporada.
A como terminó el episodio 8, estoy seguro que en los dos últimos se pondrá más espeso y oscuro. Ya saben agréguenla a su lista: otra historia más de disfuncionalidad, otra receta para el desastre y otra nueva obsesión.
