Por Sergio Beeche Antezana
[El primer libro salió a la venta hace diecinueve años; la primera película hace catorce; y la conclusión de la saga apenas cumplirá cinco años en julio de este año. Con la promesa de expandir, cada vez más, un inmenso universo de la mente de una imaginativa escritora, repasamos los ocho filmes de la saga (porque volver a los libros sería una tarea mucho más extensa) y comentamos cómo se sostienen las adaptaciones cinematográficas con el pasar de los años con Potterweek. Esto en preparación para la continuación de la historia de Harry con la publicación del libreto de la obra de teatro, The Cursed Child.]
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Cuando La Orden del Fénix estrenó, la popularidad de este mundo en particular se encontraba en su máximo esplendor. Rowling estaba a punto de terminar el final de la saga, y con una fecha definida de lanzamiento para ese libro y la decisión más adelante de partir el final en dos, Harry Potter era más que un éxito mundial. Era un fenómeno inigualable que ya no conocía límites. (Aún no los tiene.)
Ese es, también, el momento en que los fanáticos de los libros prestaban hasta el último ápice de atención a los detalles que eran y no llegaban a ser adaptados en el aspecto cinematográfico. Qué sorpresa se irían a llevar cuando el libro más largo sería la película más corta y comprimida de toda la saga (hasta ese momento, porque la última resulta más corta, pero por haber sido la división del último libro).
Harry Potter and the Order of the Phoenix es una película con confianza en sí misma, llena de pequeños detalles que demostrarían el estilo visual y narrativo de David Yates, que veremos desarrollarse (u oscurecerse) cada vez más con los filmes siguientes. Una historia de pura evolución de personajes que deben enfrentar el inicio de los peligros que vendrán en un par de años. Una manera de representar la toma de un colegio por una entidad política que se rehúsa a escuchar la advertencia de que hay una amenaza que se acaba de desatar. Cuando el Ministerio de Magia intenta hacer una especie de intervención a través de la siempre odiada Dolores Umbridge (la increíble Imelda Staunton) y los estudiantes deciden rebelarse ante las injusticias que sufren.
Partiendo de un núcleo argumental claro, La Orden del Fénix es filme que se toma su tiempo en desarrollar su historia (a diferencia de los meros diez minutos de la anterior, esta tarda media hora en llegar a Hogwarts). El estilo de Yates es de un gusto más pausado, gradual y con imágenes y colores más sombrías, más oscuras. Clara evolución del estilo más colorido y activo de las anteriores. Ahora se trata de una narración, en imagen y contenido, clara y bien llevada. Hay un mejor manejo de temas: desconfianza hacia lo que dice Harry, la elección de bandos o deseo de una mejor educación, las emociones que tiene el protagonista y la manera en que es llevada por el actor. Ahí, al tener el concepto de la posesión definido a través de todo el filme, Daniel Radcliffe da la mejor actuación de la saga. Con sus expresiones, manera de decir los diálogos y movimientos físicos, resulta en la verdadera preocupación de qué diantres hará —o será— si no le creen y debe ser él quien luche contra Voldemort. Es buen histrionismo envuelto con las emociones que evocan la oscuridad del relato, las cuales, a su vez, van de la mano con la fotografía, la música, el tono y el ritmo de la película.
Esta vez, hasta el título forma parte del subtexto. Además de mostrar una real organización que busca luchar contra las fuerzas oscuras de afuera, dentro del colegio, El Ejército de Dumbledore es la micro organización que los estudiantes forman ante la pésima educación que reciben ese año. Una manera de rebelarse ante una fuerza opresora y limitante, como si fuera una preparación para lo que vendrá, pero con madurez en cuanto a lo que representa (lo ilegal) y con posibilidad de comedia al ser dentro de los muros del castillo (lo seguro). Entonces, aún se trata de las clases dentro de Hogwarts, de las mañas internas de la escuela que acogió a los estudiantes y el intento de recuperar el balance. Es sobre la protección mutua de las personas en quienes confías, así como las consecuencias que eso traiga y las fuerzas externas que quieran romper la burbuja grupal de disfrute y seguridad. Pero, si hay problemas, ni las varitas pueden enmendar los conflictos humanos.
Así, el montón de subtramas que se eliminan del libro ya no son tan importantes en lo que es crear esta muy buena película que, de todas maneras, tiene sus puntos débiles: las lecciones de Oclumancia con Snape, Grawp, el medio hermano de Hagrid, y la importancia en vano que se le da a la famosa profecía, son deslices que no llegan a nada en términos de la historia general, delimitada durante la primera y más concreta hora y media de metraje. Es una suerte que los personajes nuevos, que apenas son introducidos aquí, parece que estuvieron siempre presentes, por el buen manejo y tiempo que aparecen en pantalla, además de las buenas actuaciones: Luna Lovegood, Nymphadora Tonks, la misma Umbridge y Bellatrix Lestrange, quienes vuelven a aparecer en los siguientes filmes sin perder su peso como personajes secundarios.
Entonces, tenemos una mezcla perfecta de temas e imágenes que funcionan como excelente conjunto y una historia que está bien narrada dentro de su propia lógica interna, no solo del mundo “potteriano”, sino dentro de la línea narrativa que adoptaron el guionista y el director para contar esta vez. Es un reflejo de la disconformidad estudiantil; un retrato de alguien en crecimiento que no sabe si confiar siquiera en él mismo; la representación clara de que toda intención o proyecto grande comienza pequeño y crece si existe confianza en sus participantes. Al final, todos son conceptos claramente humanos, reflejados, con mucho estilo, en una sociedad mágica.
Eso sí, nos queda recordar que no solo lo excéntrico es parte del mundo mágico: puede haber inquietudes, emociones, frustraciones, discusiones y distanciamientos entre los hechiceros con varitas. Ellos también sienten como nosotros, ¿no?
Observaciones extra
—The Order of the Phoenix es el único guion que no adapta Steve Kloves, sino que es de la mano de Michael Goldenberg. Una visión diferente y más atrevida, diría yo.
—Su duración es de dos horas y dieciocho minutos (¡y ahí hay diez de créditos!).
—Para los combates, Yates decide contratar a un “coreógrafo de varitas”. Paul Harris crea una cierta sintaxis para el uso de la varita y el lanzamiento de hechizos que cada actor podría personalizar con respecto a su personaje.
—Eso es parte de la genial secuencia en el Departamento de Misterios. Ahí todo es increíble, en especial la música. Aquí también.
—Lo que me lleva a otra afirmación un poco sentenciosa: la composición musical de Nicholas Hooper para esta película es la mejor de toda la saga (aunque podría estar empatado con John Williams y la tercera, pero ese es un soundtrack que nunca logro terminar de escuchar completo).
—Aquí aparece el mejor duelo entre magos de toda la saga: Dumbledore contra Voldemort en el Ministerio de Magia. La batalla transcurre sin un ápice de música, solo con efectos de sonido y las imágenes reales y por computadora. Es de esas escenas que se pueden ver hasta el cansancio (sin cansar). No hay otra igual.
—También hay aquí dos montajes espectaculares que van de la mano de los conceptos que la película maneja: la maldad de la profesora Umbridge y la rebelión de los estudiantes cuando encuentran la Sala de los Menesteres (The Room of Requirements). El montaje es la mejor manera de hacer notar que el tiempo pasa, pero sin dejar ninguna situación importante por fuera de esa elipsis. Son dos momentos más ligeros y agradables de ver, pero que mantienen el hilo conductor de la historia junto a la exploración y profundización de los temas que tiene la película.
—Por eso, también es significativo aquí el manejo de los pequeños detalles que el lector podrá notar al instante por saber cómo se desarrolla la historia en el papel, pero que el mero espectador tendría que ser muy cuidadoso o verla de nuevo para encontrar esos pequeños detalles. Es, por tanto, cine que merece repetirse.
—El velo por el cual desaparece Sirius siempre será uno de los misterios sin resolver más interesantes.
—“Just because you have the emotional weight of a teaspoon.”
—“It means the Ministry is interfiering at Hogwarts.”
—“Bombarda Maxima.”