Por Sergio Beeche Antezana
[El primer libro salió a la venta hace diecinueve años; la primera película hace catorce; y la conclusión de la saga apenas cumplirá cinco años en julio de este año. Con la promesa de expandir, cada vez más, un inmenso universo de la mente de una imaginativa escritora, repasamos los ocho filmes de la saga (porque volver a los libros, sería una tarea mucho más extensa) y comentamos cómo se sostienen las adaptaciones cinematográficas con el pasar de los años con Potterweek. Esto en preparación para la continuación de la historia de Harry con la publicación del libreto de la obra de teatro, The Cursed Child.]
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Tres años y tres películas han pasado. La saga está consagrada y la audiencia ha crecido, se ha multiplicado y hasta se ha dividido en opiniones. Con la cuarta película, la campaña publicitaria sacó el trailer mostrando la evolución de los rostros de los tres protagonistas que ya se les notaba el crecimientos ante los ojos de la audiencia; muchos de nosotros, casi de la misma edad. Es la cuestión más interesante de una saga así de grande y de extensa: el impacto generacional que tuvo durante su progreso en libros y con las películas. Por alguna razón, las adaptaciones son parte de una mayor discusión entre las personas; aquí, intentamos meternos lo menos posible con ese aspecto. La película y el libro son dos texto completamente diferentes.
Con lo bien hecha y recibida de la anterior, era casi imposible mejorar el éxito y favoritismo que tuvo. Por eso, luego de que Cuarón se quisiera enfocar en post producción y el estudio quería apresurar la pre producción de la cuarta, se escoge al primer director inglés, Mike Newell, quien llega a implementar su visión por una sola vez, para darnos la entrega con más personajes nuevos de toda la saga. Muchos de los cuales no volveremos a ver.
Yo diría que él, Newell, y Columbus son los dos cineastas con el estilo visual más “normal”, si se quiere. No toman muchos riesgos en cuanto a construir una película, por más presupuesto que tengan. En El Cáliz de Fuego, Newell tiene una formalidad poco inventiva ante el gigantesco mundo que le dejó Cuarón. Intenta hacerla suya, pero falla en tratar de recuperar la excentricidad anterior y deja que se le escapen varios hilos narrativos. Aunque aquí ya se salva, por mucho, la madurez histriónica de los actores. Además de ser un claro inicio en el peligro más próximo por la llegada física de Voldemort. Es una especie de transición.
El problema más grande es el mundial de Quidditch. Por suerte, la extensión de páginas que tiene ese evento en el libro no se trasladó a muchos minutos del filme. El eliminarlo es la mejor decisión para efectos de crear un comienzo que fluya hacia lo que sigue en Hogwarts, pero, de todas maneras, resulta un mero artificio para introducir el traslador —o “portkey” en inglés (que es una mini secuencia bastante fantástica)— y a los mortífagos, pero en escenas un poco rebuscadas y apresuradas para continuar y llegar a la narrativa principal, la parece importarle más al director.
Puede que sea por la naturaleza de la trama, al estar involucrado el Ministerio y dos colegios de magia del extranjero, que interrumpen la fluidez de un relato que opta por ser más espectacular que a favor de un buen desarrollo de personajes. Y es que son tantos personajes (viejos y nuevos) con diálogos, que no se le puede prestar atención a los ya conocidos. ¿Quién debería importarnos? Fleur Delacour, Igor Karkaroff, Madame Maxime, Victor Krum, Rita Skeeter, Barty Crouch. Todos nombres curiosos y originales de la mano de la autora Rowling, que llegan por un solo año a ser parte del espectáculo, pero no dejan mucha huella importante, apenas para abrir y cerrar el momento de la historia que se cuenta (solo Fleur vuelve en las películas, como la esposa de Charlie Weasley). Resultan, entonces, eventos aislados que debían suceder para dar una continuidad a la historia general de Harry. En este capítulo, se ve lleno de nuevos riesgos y madurez actoral, pero sin un amarre completo de historia fluida de cine; es más un excelente entretenimiento que, de todas maneras, a los fanáticos nos encanta ver.
Al final, lo más interesante son las escenas que tratan la camaradería y problemas que surgen a partir del aparatoso torneo. Las advertencias de las pruebas entre Harry y Cedric, la pelea entre Harry y Ron por falta de confianza, los lazos de amistad que se forman hasta entre los personajes secundarios y, en especial, la voz sincera, preocupada y razonadora de Hermione. Características que forman parte de los temas de la saga que pueden ser más fáciles de comprender a través de expresiones y diálogos, pero que quedan parcialmente quemadas, como los pedazos de pergamino que los estudiantes arrojan a las llamas del famoso Cáliz de Fuego. Y ese último aparece tan poco que, de alguna manera, lleva el título principal. Era el que sonaba más elegante, tal vez.
Observaciones extra
—Su duración es de dos horas y treinta y siete minutos.
—Profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras del cuarto año: Alastor “Ojoloco (Madeye)” Moody.
—Rowling siempre es extremadamente creativa en cuanto a la invención de nombres. Aquí, los de los dragones salen ganando: El Galés Verde (The Welsh Green), La Bola de Fuego Chino (The Chinese Fireball), El Hocicorto Sueco (The Swedish Short-Snout) y El Colacuerno Húngaro (The Hungarian Horntail). ¡Genial!
—Hay que mencionarlo: Robert Pattinson estuvo aquí antes de volverse famoso como vampiro y es, sin duda, un excelente Cedric Diggory (su muerte es la mejor representada en pantalla de toda la saga).
—El impacto de esa muerte es, en gran parte, gracias a la música de Patrick Doyle. Compositor nuevo para la saga, pero que logra captar bien el sentimiento de “capítulo” en una historia que tiene claros antes y después. Doyle se centra en los temas más inmediatos y propios de este filme y les da una personalidad interesante. En especial, por el famoso baile de Navidad y su tono elegante, romántico, trágico y hasta cómico.
—La única clase representada en la película es la del —falso— profesor Moody, en la cual se explican las tres Maldiciones Imperdonables. Son unos cuantos minutos de diversión y explicación, pero con el aire apropiado de peligro y precaución, por lo que representan los hechizos y la atmósfera que tendrán las siguientes películas con respecto a ellos.
—El Cáliz de Fuego tiene la mejor escena de cierre de toda la saga. Tranquilo, sencillo y haciendo una pequeña conclusión circular a la historia que es propia del cuarto año de Harry.
—Una escena eliminada que viene en el DVD y Blu-Ray es el himno de Hogwarts. Canto con letra, pero sin ritmo, el cual cada estudiante le da armonía a su gusto, resultando en un desastre musical. Cómica y genial, se agradece que decidieran incluirla como extra, al menos para verla y no dejar a los lectores sin ese pequeño guiño: un detalle tan peculiar del libro representado tan bien.
—“Oi, Hermione. You’re a girl.”
—“I will not have you, in the course of a single evening, besmirching that name by behaving like a babbling, bumbling band of baboons.
–“Try saying that five times fast.”
—“Everything’s going to change now, isn’t it?”
—Accio!