Por Sergio Beeche Antezana
Con tanta fatiga de secuelas y refritos, los estudios ya no saben de dónde más sacarán ganancia de un producto original que fue exitoso, intentando igualar o mejorar ese acierto de la idea inicial. El hecho de que una película que funciona bien por sí sola es parte del encanto que tienen las historias originales, por eso es que 10 Cloverfield Lane triunfó: fue una historia totalmente nueva, con la firma clara de la marca de un estudio y concepto alrededor de un simple nombre. Una manera particular de encontrar buena publicidad para algo que el público cree conocer, pero que resultará completamente desconocido.
El caso de la totalmente innecesaria secuela de Now You See Me, del 2013, lastimosamente no llega ese nivel de originalidad. Al plantear su historia como una continuación directa, lo que hace es atar unos cuantos cabos sueltos de la primera, para darle motivo a la existencia de esta segunda, agregándole apenas un 2 al título. Aquí, los llamados cuatro “Jinetes” regresan, luego de haber desaparecido por un año, para desenmascarar a un tal farsante. De ahí, la trama continúa sin que se comprenda mucho el porqué de los acontecimientos. Ya no hay tanta explicación, sino que el filme mismo se deja ir en su propio truco para llevar a los personajes de punto A a punto B para, así, desarrollar su historia. Es llamar a la famosa “suspensión de la incredulidad”.
En Now You See Me 2 hay entrega y compromiso de parte de todo el elenco y del guion, el cual peca por repetir la fórmula y construcción narrativa de la anterior. Pero es el director, Jon M. Chu, que no sabe dejar quieta la cámara en las secuencias de acción (que terminan sobrando) y hasta de los trucos de magia (que deberían ser las verdaderas escenas de acción). En la primera, la edición era frenética y ágil, como para reflejar los movimientos y distracciones rápidas que un mago debe seguir mientras realiza su truco, una decisión interesante del director original, Louis Leterrier. Llega Chu, que intenta reproducir esa idea, pero termina filmando secuencias casi pésimas en las cuales no se distingue un solo movimiento de lo que sucede. Eso sí, la secuencia de la bóveda y la carta es la esencia de lo que hace agradable a la película: la diversión por medio de estos cuatro “Jinetes”, que deben cumplir, con sus habilidades y agilidades, las misiones que se les presentan.
Pero entonces, ¿qué hace agradable esta segunda parte? Las dinámicas de los personajes que ya conocemos y los momentos de genuina diversión entre ellos y las escenas de sus trucos. La idea de encontrar, entre tanto superhéroe y monstruos de efectos especiales, este tipo de cine agradable que utiliza bien sus elementos y la vibra que da es parecida a la genial trilogía de Ocean’s. Es cine en el cual el espectador puede simplemente sentarse a disfrutar sin salir cansado con imágenes a pura computadora, ruido extremo o el insoportable 3D.
Pero aquí, a diferencia de esa trilogía, no queda tan bien balanceado el desarrollo de los personajes. La carismática Lizzy Caplan no salva a la nueva protagonista de perderse una vez que es introducida, y los que ya conocíamos, Jesse Eisenberg, Mark Ruffalo y Dave Franco, cumplen sin destacar mucho. Se salva el excelente Woody Harrelson, ahora con doble personaje. Y quedan Morgan Freeman y Michael Caine que, por alguna razón, deciden volver para divertirse un rato sin necesidad de hacer mucho esfuerzo frente a las cámaras. Al final, son tantos personajes supuestamente importantes que uno se olvida hasta de Daniel Radcliffe, que aparece como un débil villano, sin un ápice de profundidad.
Al final, la idea central sigue ahí. Los acontecimientos del tercer acto se acomodan para que el concepto de los “Jinetes” se mantenga y ellos hagan su buena obra con el público, ahora mundial. El agradable entretenimiento que ofrece la película no le quita sus fallas y salidas rápidas en su historia, es dejar pasar un par de exageraciones que el filme se toma la libertad de tener. Pero como la opción es más interesante que el montón de héroes que la industria recetó este año, queda como recomendación apenas para pasar el rato; un buen rato. Como el título mismo lo dice: “Ahora me ven”. “Y ahora…”